Ruby y Malfoy caminaban con cautela entre los árboles, cada uno alerta y meditabundo. El frío de la noche se filtraba a través de sus túnicas, y los sonidos del bosque, normalmente tranquilos, ahora parecían cargados de misterio y amenaza.
El claro de la luna donde se habían reunido parecía un mundo aparte, y al alejarse de él, el ambiente se tornaba cada vez más denso.
La tarea que Dumbledore les había encomendado no era solamente una prueba de habilidad mágica, sino también de carácter y cooperación. Ruby sentía una mezcla de emoción y nerviosismo, sabiendo que la manera en que manejara esta situación podría cambiar la dinámica con Malfoy para siempre.
—Deberíamos verificar el mapa otra vez —sugirió Ruby, deteniéndose bajo la luz de la luna que se filtraba a través de las ramas. Malfoy, quien había estado siguiendo con reluctancia, asintió con un gruñido.
Desenrollaron el pergamino que Dumbledore les había dado. Mostraba un mapa detallado del bosque, con varias marcas que indicaban posibles ubicaciones del artefacto.
La primera marca estaba no muy lejos de donde estaban, pero requería que cruzaran un riachuelo y sortearan un área conocida por estar infestada de boggarts.
—Supongo que deberías ir adelante, Gryffindor. Después de todo, la valentía es lo tuyo —dijo Malfoy, con un tono que Ruby no pudo descifrar completamente. ¿Era sarcasmo o una concesión genuina a las fortalezas de su rival?
—Solo porque vamos juntos no significa que no puedas mostrar un poco de valentía también, Malfoy —respondió ella, decidida a no dejarse provocar por sus comentarios.
A medida que avanzaban, el ambiente se tensaba con la proximidad de los boggarts. Ruby recordó las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras y los consejos sobre cómo enfrentar estos seres que tomaban la forma de lo que más temías.
Preparó su varita, lista para el encantamiento Riddikulus, y miró a Malfoy, quien parecía menos seguro, pero igualmente listo para enfrentar su propio miedo.
Cuando el primer boggart surgió de detrás de un árbol grueso, tomó la forma del padre de Malfoy, Lucius, mirándolo con desprecio. Malfoy tartamudeó el encantamiento, y la figura transformó en Lucius vistiendo un ridículo tutú de ballet, tropezando torpemente.
Ruby casi soltó una risa, pero se contuvo, recordando que estaban en esto juntos.
—No está mal — admitió Ruby, ofreciendo un asentimiento de aprobación. Malfoy le devolvió una mirada que, sorprendentemente, no estaba llena de odio, sino de un tímido agradecimiento.
Continuaron su camino, enfrentando varios boggarts más. Ruby lidió con el suyo, una imagen terrorífica de ella misma, siendo expulsada de Hogwarts, con la misma técnica, transformándola en una escena donde ella bailaba felizmente fuera de las puertas del castillo, siendo despedida por aplausos y risas.
Finalmente, llegaron al sitio marcado en el mapa. El lugar era una pequeña caverna oculta detrás de una cascada, el ruido del agua caída ocultando cualquier otro sonido del exterior. Trabajando juntos, lograron mover una roca pesada que reveló la entrada a la caverna.
—Parece que necesitaremos más que buenos encantamientos aquí —comentó Malfoy, mirando hacia el oscuro interior de la caverna.
—Correcto, y también necesitaremos confiar el uno en el otro —respondió Ruby, mirándolo directamente a los ojos—. ¿Estás listo para eso?
Por un momento, Malfoy vaciló, luego asintió. Juntos, entraron en la caverna, sus varitas alzadas, iluminando el camino.
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Ruby y Malfoy avanzaban con cautela por el oscuro pasaje de la caverna, con solo el débil resplandor de sus varitas para guiarlos. El aire dentro de la caverna era húmedo y frío, y el sonido constante del agua cayendo detrás de ellos creaba una atmósfera aún más opresiva.
A medida que se adentraban más en la caverna, los pasajes se volvían más estrechos y sinuosos, haciendo que cada paso fuera más difícil que el anterior. El eco de sus propios pasos resonaba en las paredes de piedra, creando una sensación de claustrofobia que se aferraba a ellos como una sombra.
—¿Crees que estamos en el camino correcto? —preguntó Malfoy, su voz apenas un susurro en la oscuridad.
Ruby frunció el ceño, escudriñando el mapa una vez más. Las marcas parecían confusas en la tenue luz de su varita, y no podía estar segura de si estaban siguiendo la dirección correcta.
—No estoy segura —admitió ella, sintiendo un nudo de ansiedad formarse en el fondo de su estómago—. Pero no podemos rendirnos ahora. Dumbledore confía en nosotros para completar esta tarea, y no podemos defraudarlo.
Malfoy asintió en silencio, su expresión apenas visible en la tenue luz. A pesar de todas sus diferencias, ambos compartían una determinación común de tener éxito en esta misión.
Continuaron avanzando en silencio, con cada paso, llevándolos más profundamente en la oscuridad de la caverna. El aire se volvía más espeso a su alrededor, cargado con el olor a humedad y tierra mojada. Cada vez que pensaban que estaban cerca de su objetivo, el pasaje parecía cambiar, desviándolos en una dirección diferente.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de exploración, llegaron a una vasta cámara subterránea. La luz de sus varitas reveló pilares de piedra que se alzaban hacia el techo, formando una especie de anfiteatro natural. En el centro de la cámara, descubrieron un pedestal de piedra antigua, sobre el cual descansaba el artefacto que habían estado buscando.
Ruby sintió un estallido de emoción y alivio al ver el objeto brillando débilmente en la luz de su varita. Se acercó cautelosamente al pedestal, extendiendo la mano temblorosa para tomarlo. Pero justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, algo cambió en el aire a su alrededor.
Un susurro siseante resonó en la oscuridad, enviando escalofríos por la columna vertebral de Ruby. Miró a su alrededor, buscando la fuente del sonido, pero todo lo que pudo ver fue la oscuridad densa y opresiva que los rodeaba.
—¿Qué fue eso? —preguntó Malfoy, su voz llena de nerviosismo.
Antes de que Ruby pudiera responder, la caverna pareció cobrar vida a su alrededor. Sombras oscuras se retorcían y se contorsionaban en las paredes, tomando formas grotescas y monstruosas. Los susurros se convirtieron en risas burlonas que resonaban en sus oídos, llenándolos de miedo y duda.
—¡Boggarts! —exclamó Ruby, reconociendo la amenaza inmediata que enfrentaban.
Se aferró con fuerza a su varita, preparada para enfrentar cualquier cosa que estos seres de pesadilla pudieran arrojarles. Con un gesto rápido, conjuró un encantamiento Riddikulus, transformando las formas aterradoras en imágenes ridículas y cómicas que apenas podían contener su risa.
Malfoy siguió su ejemplo, enfrentando sus propios miedos con valentía y determinación. Juntos, lucharon contra las sombras que los rodeaban, manteniendo a raya a los boggarts con cada hechizo lanzado.
Después de lo que pareció una eternidad de lucha, finalmente lograron dispersar a los boggarts, dejando la caverna en silencio una vez más. Ruby se encontró jadeando por el esfuerzo, su corazón aun latiendo con fuerza en su pecho.
—Eso estuvo cerca — admitió Malfoy, su voz temblorosa, pero llena de admiración—. Pero lo logramos.
Ruby asintió, una sonrisa de triunfo curvando sus labios. Habían enfrentado sus miedos juntos y habían emergido victoriosos. Ahora, con el artefacto seguro en sus manos, solo tenían que encontrar el camino de regreso a la superficie y llevarlo de vuelta a Dumbledore.
Con renovada determinación, se dirigieron fuera de la caverna, listos para enfrentar cualquier desafío que el bosque les lanzara en su camino de regreso a Hogwarts.
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capitulo de esta semana! <3
- soo
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MOON ✔
FanfictionRuby brillaba como la luna, aunque Draco no quisiera admitirlo. . A Ruby Rosewood nunca le cayó bien Draco Malfoy, siempre lo vió como un desgraciado hijo de personas corruptas y horribles, pero una misión inesperada los hará trabajar juntos y forj...