prologo / 000

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Ruby tenia un brillo, una luz, que tan sin solo pensarlo, la convertía en una persona increíble con las que dan ganas de hablar. 

Uno podría pasar horas a su lado sin darse cuenta, absorto en la cadencia de su voz y la vivacidad de su risa, que resonaba como una melodía encantadora. Había algo en ella que, sin esfuerzo, hacía que cada conversación se sintiera importante, cada momento compartido, un recuerdo precioso. Ruby poseía esa rara cualidad de hacer sentir a cada persona como si fuera la única en el mundo cuando hablaba con ella; sus ojos chispeantes se fijaban en los tuyos, escuchando cada palabra con una atención que hacía que cada frase pareciera vital.

Ruby no solo era especial por su encanto innato, sino por la profundidad de su alma. Era como si viera el mundo no solo en su belleza sino también en sus posibilidades, hablando de sueños y de futuro con una pasión que era contagiosa. Con cada palabra que pronunciaba, pintaba un mundo en el que todo parecía posible, un lugar donde la bondad y la belleza no eran la excepción sino la regla.

Ruby no solo iluminaba una habitación, sino también las partes de ti que habías olvidado o dejado de lado. En su presencia, sentías que también tú podías ser un poco extraordinario.

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