( Iidamei) QUE HICE ANOCHE

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Iida se despertó en su apartamento con un fuerte dolor de cabeza y flashes confusos de la noche anterior. Mientras se frotaba las sienes, tratando de aliviar el dolor punzante, comenzó a recordar fragmentos de la fiesta: las luces parpadeantes, las risas de sus amigos, y el bullicio general de la celebración.

A medida que su mente despejaba la neblina del sueño, los recuerdos se hicieron más claros y específicos. Recordó estar de pie cerca de la mesa de bebidas, su corazón latiendo con fuerza mientras miraba a Mei Hatsume, que estaba inmersa en una animada conversación sobre uno de sus nuevos inventos. La admiración que siempre había sentido por su inteligencia y pasión se había intensificado con cada palabra que ella pronunciaba.

De repente, como una avalancha, todo le vino de golpe: le había confesado su amor a Mei. El impacto de ese recuerdo lo hizo incorporarse de golpe, sus ojos muy abiertos por la sorpresa y la vergüenza. Se cubrió la cara con una almohada, deseando poder hundirse en ella y desaparecer. La noche anterior, impulsado por una mezcla de nervios y un par de copas de más, había reunido el valor para decirle a Mei lo que sentía.

"¿Qué estaba pensando?" se preguntó en voz baja, su voz amortiguada por la almohada. La preocupación lo invadió mientras consideraba todas las posibles reacciones de Mei. ¿Habría pensado que era una broma? ¿Lo habría tomado en serio? ¿Y si se reía de él o, peor aún, si lo rechazaba rotundamente y su amistad se arruinaba para siempre?

Iida retiró lentamente la almohada de su cara y se sentó en el borde de la cama, mirando fijamente al suelo. Podía ver pequeños detalles de la fiesta como si ocurrieran de nuevo frente a sus ojos: la expresión sorprendida de Mei cuando él, con torpeza, le confesó sus sentimientos, el silencio incómodo que siguió, y su propia huida apresurada, incapaz de enfrentar la respuesta de ella en ese momento.

Con un suspiro profundo, trató de recordar la reacción de Mei con más claridad. Había un vago recuerdo de que ella lo había mirado con sorpresa, pero no podía descifrar si su reacción había sido positiva o negativa. El pánico lo envolvía mientras su mente corría a mil por hora.

"¿Qué debo hacer ahora?" pensó en voz alta. Necesitaba hablar con Mei, aclarar lo sucedido, pero el miedo lo paralizaba. ¿Y si ella no quería volver a verlo? ¿Y si su confesión había dañado irremediablemente su amistad?

Con determinación, Iida decidió que debía enfrentar la situación con madurez. Se levantó de la cama y se dirigió al baño para refrescarse. Mientras el agua fría golpeaba su rostro, intentó calmar sus nervios. Mei siempre había sido alguien comprensiva y abierta, y quizás, solo quizás, su confesión no había sido tan desastrosa como él temía.

Después de vestirse y tomar un poco de café para despejarse completamente, Iida tomó su teléfono y, con manos temblorosas, escribió un mensaje a Mei. Lo revisó varias veces antes de enviarlo, asegurándose de que sonara sincero y respetuoso.

"Hola Mei, espero que estés bien. Quería disculparme por cualquier incomodidad que pudiera haber causado anoche. Me gustaría hablar contigo cuando tengas tiempo. Saludos, Iida."

Envió el mensaje y se quedó mirando el teléfono, esperando ansiosamente una respuesta. Cada segundo se sentía como una eternidad. Finalmente, el teléfono vibró y vio que había recibido un mensaje.

Mei había respondido con una sonrisa: "Hola Iida, no te preocupes. ¿Te gustaría tomar un café y hablar? Tengo muchas cosas que decirte también :)"

El alivio lo inundó, aunque todavía sentía una mezcla de nervios y anticipación. Pero por primera vez desde que se había despertado esa mañana, sintió una chispa de esperanza. Con una pequeña sonrisa, se preparó para encontrarse con Mei, decidido a enfrentar lo que viniera con valentía y sinceridad.

 Con una pequeña sonrisa, se preparó para encontrarse con Mei, decidido a enfrentar lo que viniera con valentía y sinceridad

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