Natsu caminaba perdido por la calle mientras el cielo anunciaba una fuerte tormenta. Los recuerdos de su padre, Enji, pesaban en su mente. Había sido testigo de los cambios en él, pero no podía perdonarlo. Sin embargo, no podía ignorarlo. La razón por la que caminaba sin rumbo era porque se había enterado de una guerra inminente, y las cosas se pondrían difíciles. Su padre podría morir en esa guerra. Eso le dolía profundamente, y no entendía por qué.
De repente, vio a su padre a lo lejos. No pudo evitar sentirse molesto. "No le diré a nadie", murmuró Natsu, con una mezcla de seriedad y molestia.
Enji se le acercó lentamente. "Te seguí porque te vi muy mal cuando te enteraste de la guerra. Me preocupé por ti. Quería ver si estabas bien", dijo Enji, con una voz que intentaba transmitir cariño.
Esas palabras hicieron explotar a Natsu. La tormenta se desató con fuerza y estruendos ensordecedores.
"¿Te preocupaste por mí?", gritó Natsu, su voz ahogada por la lluvia que empezaba a caer torrencialmente. "¿Te preocupaste ahora, cuando es posible que mueras? ¿Dónde estaba tu preocupación cuando éramos niños? ¡Fuyumi y yo siempre fuimos ignorados! Nos trataste como si no existiéramos. ¡Nos hiciste sentir como extraños en nuestra propia casa! Todo por tus egoístas deseos de estatus. ¡Siempre fue sobre ti y tu maldito poder!"
Enji intentó acercarse más, pero Natsu dio un paso atrás, temblando de furia y dolor.
"¡De repente empiezas a portarte bien! ¡De repente nos tratas como si nos quisieras! ¿De verdad piensas que puedes borrar años de sufrimiento con unas cuantas buenas acciones? ¡Solo lo haces porque sabes que podrías morir! ¡Porque sabes que es tu última oportunidad para parecer un buen padre!"
"¡Natsu, por favor, escúchame!", rogó Enji, con la voz quebrada por la culpa. "Lamento todo el daño que te he hecho. Lamento no haber estado allí para ti y para Fuyumi. Lamento haberos tratado como medios para mis fines. Era un hombre cegado por el poder, y no me di cuenta del precio que estaban pagando ustedes."
"¡Es demasiado tarde para lamentos!", respondió Natsu, con lágrimas mezclándose con la lluvia en su rostro. "¿Dónde estabas cuando te necesitábamos? ¡Tus disculpas no borran el dolor ni las cicatrices que dejaste en nosotros! ¡No quiero tus palabras vacías!"
Enji se acercó de nuevo, sus pasos resonando en el pavimento mojado. "Sé que mis disculpas no pueden deshacer el pasado. Pero estoy aquí ahora, tratando de enmendar mis errores. He cambiado, Natsu. Te lo juro. Quiero ser el padre que siempre debí ser."
Natsu lo miró, sus ojos llenos de una mezcla de furia, dolor y confusión. "¿Y por qué debería creerte? ¿Cómo sé que esto no es solo otra de tus manipulaciones? Siempre has sido tan egoísta. ¿Cómo puedo confiar en ti ahora?"
"Porque no tengo nada que ganar con esto, excepto tu perdón", respondió Enji, con sinceridad en su voz. "No busco estatus ni poder. Solo quiero que sepas que lamento profundamente todo lo que he hecho. Quiero ser una mejor persona para ti, para Fuyumi, para todos."
La tormenta seguía arreciando, pero algo en la voz de Enji hizo que Natsu se detuviera. Las palabras de su padre resonaban con una verdad que no había escuchado antes.
"¿Y qué hay de mamá?", preguntó Natsu, su voz temblando. "¿Te has disculpado con ella también? ¿Le has pedido perdón por todo lo que le hiciste?"
"Sí, lo he hecho", respondió Enji, con la mirada baja. "Y aunque sé que nunca podré borrar el dolor que causé, ella me ha dado una segunda oportunidad. No la merezco, pero estoy tratando de ser digno de ella. Y quiero hacer lo mismo contigo."
Natsu sintió un nudo en la garganta. Las emociones se arremolinaban dentro de él, una mezcla de rabia, tristeza y una pequeña chispa de esperanza. Era difícil reconciliar la imagen de su padre como un monstruo con el hombre arrepentido que tenía frente a él.
"Esto no es fácil para mí", dijo Natsu finalmente, con la voz quebrada. "No puedo simplemente olvidar todo lo que pasó. Pero... quiero creer que has cambiado. Quiero creer que puedes ser el padre que nunca tuvimos."
Enji extendió la mano, esperando que su hijo la tomara. "No te pido que me perdones de inmediato. Solo te pido una oportunidad para demostrarte que puedo ser mejor. Que podemos ser una familia de verdad."
Natsu miró la mano de su padre durante unos largos segundos. Luego, lentamente, la tomó. Sintió la calidez en el apretón de Enji, un gesto simple pero lleno de significado.
"Está bien", dijo Natsu, su voz apenas un susurro. "Pero no me decepciones otra vez."
"Lo prometo", respondió Enji, con lágrimas en los ojos. "Lo prometo, hijo."
Y así, bajo la tormenta que seguía rugiendo, padre e hijo se abrazaron por primera vez en mucho tiempo, empezando a sanar las viejas heridas que tanto dolor les habían causado.
La tormenta se había convertido en una lluvia constante, pero ahora, esa lluvia parecía purificadora, lavando no solo las calles sino también las almas de los presentes. Natsu y Enji se quedaron allí, abrazados, dejando que el agua los empapara mientras las barreras entre ellos comenzaban a desmoronarse.
Finalmente, se separaron, pero no del todo. Natsu aún mantenía una mano en el hombro de su padre, como si temiera que todo fuera un sueño y que en cualquier momento Enji desaparecería.
"Hay muchas cosas que necesito entender", dijo Natsu, con la voz más firme. "Necesito saber por qué hiciste lo que hiciste. No solo tus disculpas, sino la verdad detrás de tus acciones."
"Y te la daré", aseguró Enji. "Te contaré todo lo que necesites saber. Ya no quiero más secretos entre nosotros. Quiero que sepas quién soy, y por qué he cambiado."
"Esto no va a ser fácil", advirtió Natsu. "Hay mucho dolor y muchas cicatrices. No sé cuánto tiempo tomará que confíe en ti completamente."
"Lo sé", asintió Enji. "Y estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario. Estoy aquí para ti, Natsu. Siempre lo estaré, desde ahora hasta el final."
Con esas palabras, ambos comenzaron a caminar de regreso a casa. No había certezas sobre el futuro, pero al menos, habían dado el primer paso hacia la reconciliación. Mientras la lluvia continuaba cayendo, parecía que el cielo también estaba llorando, pero ya no de tristeza, sino de esperanza.
OK creo que Natsu merece más atención ya que después de Fuyumi fue el más olvidado
Y la verdad creo que si merecían un momento así en el canonOK otro mensaje que espero no les duela a mis 11 seguidores y a mi única lectora , voy a descansar un rato no se tal vez un par de semanas o una, me quede sin ideas también , denme unas no solo románticas de ship si no de amistad o familiares como esta
BUENO NOS VEMOS