Shoto se sentía profundamente angustiado por la última misión que había compartido con Momo. Las noticias que llegaban eran inquietantes, y se decía que ambos habían estado al borde de la muerte. Shoto, consciente de que la vida de un héroe era extremadamente peligrosa, no podía evitar que la preocupación se enroscara su en su pecho como una serpiente apretando su corazón.Al regresar juntos, Shoto notó una mueca de dolor en el rostro de Momo. La observó detenidamente y se dio cuenta de que estaba herida.
Sin poder contener su preocupación, la tomó de la mano y la llevó a un lugar apartado, lejos de las miradas curiosas y del ajetreo del cuartel de héroes.
Momo, ¿qué te pasó? —preguntó, su voz grave y cargada de tensión. Podía sentir el miedo y la angustia escalando por su cuerpo como fuego.—No es nada, Shoto. Sólo un rasguño —respondió ella, tratando de restarle importancia, pero la rigidez en su voz delataba el verdadero dolor.—No me mientas —replicó Shoto, su tono más severo de lo que pretendía—. No soportaría perderte. No después de todo lo que hemos pasado juntos.
Momo lo miró a los ojos, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Había una mezcla de emociones en su mirada: dolor, cansancio, pero también algo más profundo, una preocupación que reflejaba la de Shoto.—Shoto, no puedes protegerme de todo. Somos héroes, este es el riesgo que aceptamos —dijo, aunque su voz temblaba ligeramente.—Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme. No quiero que te pase nada malo —contestó él, su tono suavizándose mientras daba un paso hacia ella, sus manos temblando ligeramente.
Y yo tampoco quiero perderte a ti —replicó Momo, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.Las emociones reprimidas durante tanto tiempo comenzaron a desbordarse. La tensión entre ellos crecía, alimentada por la preocupación y el miedo a lo que podrían perder. Momo, en un impulso, trató de apartarse, pero Shoto la retuvo suavemente, tomándola de los brazos.—Momo, por favor, no te alejes. No ahora —susurró, su voz quebrada.
La cercanía era abrumadora, y la intensidad del momento se volvió insoportable. Las palabras ya no podían contener lo que ambos sentían. La discusión se transformó en algo más profundo, una mezcla de necesidad y desesperación.—Shoto... —susurró Momo, su voz apenas audible, mientras las lágrimas finalmente caían por sus mejillas.Sin poder contenerse más, Shoto la abrazó con fuerza, y sus labios encontraron los de ella en un beso urgente y desesperado. Lo que comenzó como una explosión de emociones reprimidas se convirtió rápidamente en un momento de pasión intensa.
Las caricias eran desesperadas, buscando consuelo en la cercanía del otro, mientras las barreras que habían levantado se desmoronaban por completo.Las manos de Shoto recorrían el cuerpo de Momo con una mezcla de ternura y deseo, mientras ella respondía con igual intensidad, dejando escapar pequeños suspiros que llenaban el aire con un calor creciente. Las preocupaciones y dudas quedaron relegadas, eclipsadas por la necesidad urgente de estar juntos, de sentirse vivos en medio del caos que los rodeaba.En ese instante, nada más importaba. Ni las heridas, ni los peligros, ni las dudas. Solo existía el momento presente, una burbuja de pasión y amor que los envolvía y los aislaba del mundo exterior. Y así, entregados a sus emociones, encontraron un respiro en medio de la tormenta, dejando que su amor y su pasión fueran el refugio que tanto necesitaban.
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