Capítulo 9

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Aquellos cinco días alejados de todo mundo y dedicados sólo a ellos le parecían a Renjun como la mismísima gloria. Nada de preocuparse por inventar excusas sobre con quién estaba o esconderse de vecinos o tratar de no revelar lo feliz y satisfecho que se sentía. Durante aquellos cinco maravillosos días con sus noches no tendría que preocuparse de algo que no fuera disfrutar.

Llegaron al hotel muy temprano, pero en lugar de acomodar sus cosas o retocarse después del viaje, en cuanto el botones cerró la puerta tras de si, ambos se arrojaron en brazos del otro invadidos por una pasión y ansia que pareciera llevaban varias semanas sin verse. Sus ropas fueron arrancadas de sus cuerpos mientras éstos se dejaban caer en el suelo.

Durante ese primer día su único contacto con la civilización se limitó al servicio de habitaciones, enfrascados cómo estaban en recorrer todos los rincones de la habitación.

El segundo día hicieron un verdadero esfuerzo por salir del cuarto para pasear por la playa y sus alrededores. Pero cuando apenas iban en la esquina de la calle del hotel, se miraron al unísono sonriendo con complicidad antes de que Jeno preguntara con picardía.

-¿Ya habrán arreglado la recámara?

Regresaron corriendo entre risas y cuando entraron encontraron la habitación perfectamente arreglada. Aunque aquello quizá tenía poco que ver con una gran velocidad de la recamarera y sí mucho con que Renjun incumpliera su promesa de no encerrarse con Jeno en un ascensor. Los resultados fueron los esperados.

Finalmente, al tercer día lograron convencerse mutuamente de la necesidad de disfrutar sus vacaciones también en la forma de recorrer el lugar, conocer los alrededores, nadar en el mar, lo usual. A final de cuentas estaban pagadas unas vacaciones en playa magnífica y lo mejor que podía hacer era ver algo más que las paredes y el techo de su habitación.

Como buen deportista Jeno surfeó con gran habilidad mientras Renjun se dedicaba a tomar el sol, luego siguió un juego de voleibol de playa con otra pareja, juego que terminaron perdiendo por un error insignificante del rubio.

Así transcurrió su día, cuando la tarde empezaba a caer y con ella la necesidad de alimentarse aumentaba, Renjun decidió buscarlo. Lo había perdido de vista un rato antes, cuando él se alejó para buscar algo que tomar, sintiéndose inquieto por su tardanza decidió ir a buscarlo, pero se sorprendió enormemente por cómo lo encontró.

Sentado en la arena platicaba animadamente con un grupo de cuatro niños mientras trataba de ayudarles a dar forma a un castillo de arena, con muy penosos resultados. El castillo era totalmente deforme, pero ninguno de los niños parecía prestar atención al hecho y parecían más concentrados en lo que fuera que les estuviera contando el rubio porque no dejaban de mirarlo y reírse.

Era cierto que lo había visto convivir con Sakuya y algún otro par de niños a lo largo de los años, pero fue hasta ese preciso momento cuando empezó a verlo desde un nuevo perfil. Nunca antes había pensado en él de esa manera, pero ahora estaba completamente seguro de que, algún día, él sería un magnífico padre; bastaba con ver la forma en que los niños parecían adorarlo por ser como uno de ellos, por la paciencia que mostraba al tratar con ellos y al mismo tiempo la firmeza con la que le indicó a un niño que no se alejara. No estaba seguro de por qué nunca había pensado en él como padre, pero ahora no podía quitar de su cabeza la imagen de Jeno cargando a un rubio bebé.

El momento se vio interrumpido cuando las voces de las madres llamaron a los pequeños, los cuales se despidieron de él y corrieron en la dirección en que las mujeres los esperaban. Jeno pareció ligeramente decepcionado porque el juego terminara, pero se levantó de inmediato y se sacudió la arena del traje de baño.

[𝔻 / 𝕍] (NoRen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora