Me despertó todo el ruido que estaban montando fuera. Supuse que ya estarían comenzando a recoger para nuestra vuelta a la ciudad. Me estiré en el suelo, y a duras penas, me incorporé. Abrí poco a poco la lona de mi tienda. El sol contactó directamente con mis ojos. Los entrecerré todo lo que pude. Salí de allí dentro, y me dirigí al lugar dónde siempre estaba la hoguera con los troncos.
Aún seguía con la ropa del día anterior. Ya estaba acostumbrada a vestir prácticamente lo mismo todos los días: a una acampada de seguridad como que no me iba a llevar a cuestas mi armario. Con cinco mudas tenía que apañarmelas. ¿Cómo? Yendo al río a lavar... Al menos me entretenía. Porque sí, aunque había conseguido convencer a mi padre para que me dejase acompañarlo, no me dejaba ser una más. Digamos que era como la princesita, a la que como se le rompiese una uña, había que hospitalizarla. Mi padre siempre me había cuidado, pero desde que había cumplido la mayoría de edad, me sobreprotegía. Aún intento convencerme que lo hace por miedo a que huya como mi madre lo hizo. Perdió a su hijo, ahora no quiere perder a la única descendiente que le queda. ¿No le dolió perder a su mujer? Bah... Los hijos eramos lo primero.
Junto a la hoguera, la cuál estaba apagada, se encontraban casi todos los miembros que fueron. Excepto mi padre. Lo busqué con la mirada. Acabé optando por preguntarle a Patrick, fiel acompañante de mi padre, dónde diablos estaba.
Éste se limitó a señalar con la cabeza, mientras que bebía de uno de los vasos de hojalata. Se encontraba con otros dos miembros, sujetando algo. Más bien dicho, sujetando a alguien. Estaban a unos 13 metros de mí. Solté el vaso que había cogido anteriormente en el suelo. Me acerqué a paso rápido hacia ellos.
Estaba detrás de mi padre. Él le sujetaba las manos al sujeto por la espalda. Reconocí a la persona en un santiamén por su ropa. Era Alan.
-No te resistas tanto, Presley -dijo mi padre- No vas a conseguir escapar otra vez.
Alan giró la cabeza para ver a mi padre. Al yo estar tras ellos, se encontró conmigo. Le dediqué una sonrisa burlona. Tuvo la posibilidad de salir ileso, pero mirad dónde llegó el muchacho. Lo siento, pero tuve que reírme, por lo bajo, claramente, para que no sospechasen que fui yo la que le soltó.
-¿Qué ha pasado aquí? -dije fingiendo sorpresa.
Alan me miró con desprecio. Sonreí a mis adentros.
-El muchachito pijo de Wisdom ha intentado huir -me contestó mi padre mirándome. Sonrió- Se ha pillado los dedos. Otra vez. Lo que quiero saber es... -se dirigió a Alan- ¿De dónde has sacado algo para cortar las cuerdas?
-Soy de Wisdom, utilizo la lógica para todo -dijo Alan. Me entraron arcadas solo de escucharlo alardear de su comunidad.
-Sujetadlo bien -ordenó mi padre a los guardias- Necesito hablar contigo, pequeña.
Oh, oh... Lissie, ya la has cagado. ¿Qué castigo me caería? ¿Nada de socializar con la facción? ¿Sin surf de por vida? No sabía que esperar... Nos apartamos a un lado.
-Te voy a encargar un trabajo -dijo mi padre.
Suspiré, en mi cabeza. ¡No había sospechado de mí! ¡Sí! ¡Punto para mi marcador!
-Necesito que... lo vigiles de cerca -señaló con la mirada a Alan.
-¿Mientras recogeis todo? Eso está hecho -me giré para irme.
Mi padre me cogió del brazo.
-Ahí viene la cosa... -comenzó a decir- Quiero que seas su vigilante. Durante su estancia en Wayward. A tiempo completo.
Mi cara mostraba el desagrado que me producía la idea de aguantarlo todo el día junto a mí.
-¿Qué? -dijo- Me llevas pidiendo un montón de tiempo que te diera un trabajo digno de Wayward. Ahí tienes tu ascenso -sonrió, intentando que se me contagiase la sonrisa. Ni en broma.
-Con "quiero un trabajo digno de Wayward", no me refería a ser la segurata de un niño pijo -dije irónica- Yo que sé... participar en una patrulla de policías, profesora de defensa personal... ¿¡Pero cuidar de uno de Wisdom!? ¿Estás de cachondeo? ¿Qué espectativas tienes de mí, eh?
Esto era indignante...
-Las tengo muy altas, pero eres mi mejor opción. Seguro que le hará más caso a una adolescente...
-Joven adulta -le corregí.
-Eso, joven adulta -dijo- Que a cualquier miembro ya crecidito.
-¿De qué me sirve ser joven con ese? -pregunté hecha una furia.
-Os comprenderéis más, ¡yo que sé! El caso es que tienes armas de mujer a tu favor -contestó elevando las cejas.
¿Perdona?
-¿A caso estás insinuando que me venda a un chico de Wisdom?
-¡No, no, no! ¡Eso nunca, Lissie! ¡Nunca! -saltó- Pero mírate: no se te resistiría. Te convendría "enamorarlo" para tenerlo siempre a tus pies.
Suspiré exageradamente.
-Acepto el trabajo -dí un paso hacia delante, para estar más cara a cara con él- Pero en el mínimo momento en el que se meta en mi vida privada, o me de la lata, despídete de mí.
Me pasó un brazo por los hombros, y me acercó a él. Así es como nos solíamos mostrar cariño.
-Eres la mejor -me susurró al oído.
Sí, claro.
Me dirigí hacia donde estaban los guardias sujetando a Alan. Éste no paraba de forcejear. Les hice una señal con la cabeza para que lo soltaran. Titubearon un instante, pero acabaron cediendo. Alan levantó la mirada asombrado. Lo agarré por las manos a la espalda.
-Eh, no me toques -dijo- Quita tus manos de mí.
¿Otro que cuestiona mis capacidades físicas o qué? Antes porque era mi padre. Con este no me corto ni un pelo.
-Vale, bien, yo quito las manos.
Lo solté. Se puso recto. Susurró un gracias casi insignificante. Que se lo tiene este creído. Le dí una patada en la corva de la pierna. Hizo que callese de rodillas. Se quedó así, frente a mí.
-¿Pero qué...?
-Ahórrate las palabras -dije lo más seria que pude- No he usado las manos.
Le guiñé un ojo.
-¿A qué vienen estas confianzas conmigo? -preguntó algo molesto.
-Mira, voy a serte clara y directa al grano -comencé a explicarle- Soy tu guardia de seguridad, tu segurata, tu vigilante, todos los sinónimos que vengan en tu diccionario de Wisdom. Así que, más te conviene morderte la lengua si no quieres acabar así más de una vez.
Me miró con cara de asombro y de miedo a la vez. Por fin se había dado cuenta que para tratar conmigo, tienes que ir con cuidado.
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Away for this place [Wattys 2015]
Action© Todos los derechos reservados. "Perteneces al lugar en el que naciste". Eso nos lo enseñan desde pequeños, pero... Somos curiosos. Demasiado. Y descubrir lo que hay más allá de los límites que nos ponen, es como una golosina. Es por ello que yo aq...