-¡Chris! -grité.
Me arrojé en sus brazos, sintiendo cómo sus trabajados brazos me pegaban cada vez más a él. Lo echaba demasiado de menos, esos dos meses sin mi mejor amigo me mataron.
Levanté la cabeza de su hombro para mirarle a la cara. Me miraba con una gran sonrisa en la cara, haciendo que se le marcaran los hoyuelos, como cuando era pequeño.
-Te he extrañado tanto -dije separándome de él-. Se me ha hecho eterno.
-Deberías haberte quedado en la ciudad, Lissie -dijo con una media sonrisa-. Dos meses ha sido demasiado para ti.
Fruncí el ceño.
-¿Es que tu también me vas a querer sobreproteger, o qué? -le dije.
-Nunca olvides que soy el que mejor sabe lo fuerte que eres.
No pude evitar volverle a dar un abrazo. Lo necesitaba tanto.
Cuando lo solté, volvimos a retomar la marcha. Muchos de los demás miembros nos habían adelantado.
-Y bien, ¿cómo os ha ido a vosotros? -pregunté.
-Bastante tranquilo todo -me respondió-. La del año pasado tuvo un poco más de acción.
En el año anterior, el cual Chris tuvo que ir también a patrullar por dos meses, un grupo de exresidentes en Wisdom intentó colarse en la ciudad. Sí, sí, toda una película...
-¿Y tú qué tal? Me he enterado que habéis capturado a un miembro de Wisdom.
-No solo un miembro -contesté.- Hemos pillado al mismísimo hijo de Catherine Presley.
Volví la vista hacia atrás, que era donde se encontraba Alan. Iba pisándonos los talones, con la espalda levemente encorvada.
-¿Ese es? -me preguntó Chris.
Lo miró de arriba a bajo.
-Su instinto de supervivencia se le ve algo quemado -rió Chris.
Razón no le faltaba. Alan tenía la camiseta manchada de tierra, y con varios botones desabrochados. Su pelo estaba de lo más desordenado, y sus zapatos de tienda súper cara estaban que daban más bien asquito.
-Lo encontraron escapándose -le expliqué a Chris. Nada más decir estas palabras, Alan levantó la mirada y me fulminó con ella.
-Qué aventurero -exclamó Chris-. Eso es de un suicida. Nunca huyas de un grupo de policías furiosos -Chris imitó el rugido de un león.
Me reí.
-Aún así no entiendo el agujero en la camisa -añadió.
-Se llama dormir sobre una piedra -dijo Alan.
Le miré algo furiosa.
-Has estado maniatado a un poste, de pie, día y noche.
-Pero no cuando huí -replicó. Dijo huir con cierto sarcásmo en la voz. Si por mí hubiera sido, se quedaba en el poste clavado de por vida.
Abrí los ojos como platos.
-¿Me estás diciendo que en vez de correr para salir de aquí, te echaste sobre una piedra a dormir? -dije pasmada.
-Estaba que no podía dar un paso -se defendió.
Me mordí la lengua por no echarme a reír, pero Chris no se molestó en contenerse la risa.
-Se lo pusiste fácil a Paul para encontrarte -dijo Chris, aún carcajeándose-. Oye Lissie, pero, si es un preso, ¿qué hace aquí como si nada?
Suspiré. Ni siquiera yo lo acababé entendiendo.
-Mi padre quiere que lo "vigile" -contesté-. Cree que conmigo se podrá comportar mejor que con cualquier otro guardia.
Vi por el rabillo del ojo que Alan rodó los ojos.
-¿Nada de esposas? ¿Celda? ¿Nada? -fui negando cada una de las preguntas de Chris con la cabeza-. Discúlpame, pero no entiendo el plan que está siguiendo Paul.
-Ni yo, pero por el momento, solo tengo que recoger las llaves y hospedarme.
Cuando llegamos a la enorme puerta de la urbanización, sobre la que ondeaba la bandera de Wayward, tuvimos que ir enseñando nuestra pulsera de identidad. Por lo normal, se solía enseñar el carné si salías para comprar o para dar un paseo, pero al haber estado fuera un par de meses, no lo llevábamos encima.
Un guarda me levantó la muñeca, escaneó mi pulsera y me cedió el paso. Cuando pasé, detuvo a Alan, que iba detrás mía.
-Viene conmigo -expliqué-. Es un preso.
El guarda titubeó.
-¿Está segura, señorita Johnson? ¿No prefiere que llame a su padre o...?
-He dicho que viene conmigo -dije con severidad-. Está a mi cargo, y yo hago con él lo que tenga que hacer. Ahora, permítele el paso.
El guarda asintió levemente y dejó entrar a Alan. Cuando éste ya estuvo a mi lado, dijo:
-Vaya con la señorita Johnson.
-Cállate.
Me ponía de muy malhumor que me cuestionasen. Si ordené que era un preso y que venía conmigo, ¿por qué tardó tanto? ¿Qué pasa, que si no levanto la voz, no se me escucha?
Chris se fue haci su apartamento, dejándonos a Alan y a mí a solas. Esperé unos diez minutos a que la recepción se quedase más vacía, para recoger la llave de mi apartamento. Una de las cosas buenas era que no compartía casa con mi padre.
Cuando llegó mi turno, me acerqué al mostrador. Alan estaba dando pasos por toda la sala, que si asomándose al gran ventanón que daba al mar...
-¡Qué alegría verte de nuevo por aquí! -me dijo Adeline, la recepcionista.
Adeline tenía unos cuarenta años largos. Trabajaba allí desde que yo tenía uso de razón. Siempre, cuando yo era una niña y andaba de allí para allá, me daba caramelos y chocolatinas a escondidas de mi padre. Ella fue un gran punto de apoyo cuando mi madre nos abandonó.
-Por fin estoy de vuelta -dije dedicándole una sonrisa.
-Me alegro mucho, cariño -sonrió-. Por cierto, tú padre ha estado aquí antes.
-Supongo que te habrá comentado lo de...
-Sí, lo del chico ese de Wisdom. No hay problema en mantener a uno más -rió.
Adeline urgó entré unos cajoncillos hasta dar con la llave de mi apartamento. Me la tendió por encima del mostrador.
-Listo -anunció.
-Falta una llave, ya sabes, los apartamentos de alquiler, para que se quede el preso -le dije.
-Me temo que tú padre solo me ha ordenado darte esta llave -me respondió. Se me cayó el alma al suelo-. ¿Ocurre algo?
-No, nada.
Me dio una nota doblada por la mitad.
-Para ti.
Abrí la nota y leí con atención.
"Lissie, perdón por no estar delante de ti dándote la noticia, pero estoy muy liado. Siento decirte que Alan Presley se tendrá que alojar contigo. No puede separarse de ti en ningún momento. Ya hablaremos de esto más detalladamente. Por lo pronto, iros a vuestro apartamento y preparad cada uno sus cosas" Un abrazo, papá."
Volví a doblar la nota y me pegué golpes contra la pared en mi mente.
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Away for this place [Wattys 2015]
Action© Todos los derechos reservados. "Perteneces al lugar en el que naciste". Eso nos lo enseñan desde pequeños, pero... Somos curiosos. Demasiado. Y descubrir lo que hay más allá de los límites que nos ponen, es como una golosina. Es por ello que yo aq...