Capítulo 10

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Alan y yo íbamos de vuelta al complejo de apartamentos, con bolsas cargadas de ropa para él. Desde un primer momento era yo quien llevaba todas las bolsas, pero a mi amable acompañante se le metió entre ceja y ceja que las compartiéramos. 

El hijo de la líder de Wisdom ya no parecía tanto un niñito pijo. Vistiendo la ropa de Chris aparentaba ser un chico de mi ciudad, pero seguía teniendo algo que no cuajaba; no sé si sería por la actitud con la que caminaba, o por si su pelo estaba resentido de los kilos de gomina que ha tenido que soportar, pero algo le faltaba. Tal vez serían los ojos con los que yo lo miraba, porque las personas que pasaban junto a nosotros no sospechaban nada.

Mientras andábamos me dí cuenta de que Alan tenía una pequeña sonrisa que asomaba en la comisura de sus labios. Me pregunté si sería pura actuación, o que realmente estaba alegre por sentirse integrado en una sociedad desconocida. 

-¿Contento, Presley? -le dije cuando comenzamos a subir la última calle de nuestro recorrido.

Alan pareció salir de un pequeño trance en el que se encontraba sumergido.

-¿Qué? -preguntó algo perdido.

-Déjalo.

Estaría recordando alguna vivencia en Wisdom, por lo que no quise entrometerme en sus pensamientos, básicamente porque su vida no me importaba.

-Ya que me has despertado -comenzó-, supongo que deberíamos entablar una conversación, como todas las personas normales. Parecías muy habladora cuando te encontraste a tu amiga.

Le miré. La sonrisilla de antes se tornó en forma chulesca.

-¿De qué vas? -cuestioné.

-¿Cómo que de qué voy?

Suspiré con exageración.

-No se si debería recordártelo, pero soy tu vigilante, y por muy joven y mujer que yo sea, deberías tomarme más enserio.

Llegamos a la pequeña puerta de barrotes blancos que nos daba acceso a los apartamentos y bungalows. Puse el código y empujé la puerta. Alan pasó detrás de mi, y cerré.

-Nadie te toma enserio aquí, ¿buscas el consuelo en mí?

Roté sobre mis pies, y me puse cara a cara con él, regalándole una bella mirada asesina. Su sonrisa se esfumó, y sus pupilas aumentaron considerablemente. Me temía.

-Tu consuelo no es para nada actuado, eh Presley -volví a girar y comencé a caminar-. A tus ojos les faltaba un misero segundo para ser totalmente negros. ¿Hace falta ir al médico para que te reconstruya la pupila? -pregunté con tono infantil.

Subíamos los pequeños caminitos de la urbanización. Alan se quedó detrás, probablemente asimilando mi mal carácter. Tuve que esperarlo hasta que se pusiese a mi altura.

-¿Nunca te han dicho lo que acojonas cuando te pones en plan sargento?

Sonreí hacia mis adentros, no tan adentros.

-¡Vaya! -exclamó-. ¡Pero si resulta que sabes sonreír y todo!

-¡Vaya! -le imité-. ¡Pero si no te vas a estar callado ni un momento!

Volvió a alzar las comisuras de sus labios en una bonita sonrisa. 

Un momento, ¿he dicho yo eso?

-No te vas a librar de mí tan fácilmente, Lissie.

-Mi padre no opina lo mismo.

-Oh, vamos -dijo-. Llevo contigo un día entero y todavía no he intentado ni flirtear contigo ni meterme en tus bragas. Tu padre no debe quitarte el puesto de fiel acompañante.

Lo miré fijamente.

-No me refería a eso, Alan -respondí, pensando en la futura sentencia de muerte que el chico recibiría por invadir terreno de Wayward. Fruncí el ceño-. Un momento, ¿has dicho todavía? Vuelvo a repetir, ¿pero tú de qué vas?

-No te hagas la chica difícil, desearías que lo hubiera intentado ya.

Me quedé un poco por detrás de él, ya que frené de inmediato nada más que pronunció la última palabra de la frase. Alan se dio cuenta, pero para quitarle importancia, siguió caminando, incluso puedo añadir que aceleró el paso. También me jugaba cualquier cosa a que tendría esa típica sonrisa socarrona de "Hola, te encanto".
Yo no iba a ser menos, así que respiré hondo y volví a su lado.

-Oh, vamos Johnson...

-Nada de llamarme por mi apellido, Presley.

-Vale, pues, eh... Mi sargenta, solo estaba de coña -sonrió como un bobalicón-. A las chicas de Wisdom les encanta que les vacilen. ¿Aquí sois más de iros con el más bruto?

Bufé. Esta conversación no estaría teniendo lugar si él no hubiera sido lo suficiente estúpido como para dormirse en vez de huir.

-Para empezar, sargenta es cosa de Chris. Después, no sé de dónde has sacado la confianza, pero a mí nada de coñas. Y por último -frené en seco para quedar cara a cara con él. Lo apunté con el dedo-, más te vale no vacilarme. Sabes de lo que soy capaz, y puedo quitarle a mi padre la carga de tener que mantenerte vivo con tan solo pillarme una pistola, ¿queda claro?

Admito que me pasé pero, joder, a mi nadie me va a venir vacilando, y menos que uno de Wisdom. Al llegar a nuestro edificio, y entrar en mi apartamento, anuncié que me iba a dar una ducha, por lo que ordené a Alan que se sentase en el sofá.

No entré al baño hasta que no me aseguré de que permanecía allí sentado, sin abrir ningún cajón o cambiarse de habitación. Lo que iba a ser una ducha corta se prolongó lo suficiente como para darme cuenta de que como en casa, en ningún sitio. Bañarme en un lago, tras hierbas, para asegurarme de que ningún hombre mirase no tenía ni punto de comparación con mi pequeña placa de ducha, con todos mis geles y champús bien colocados.

Deslicé la cortina blanca, y me enrollé el pelo y el cuerpo en distintas toallas. Me puse la ropa interior, y cuando me dispuse a ponerme los pantalones y la camiseta... descubrí que se me había olvidado llevarme la muda al baño. En mi defensa he de decir que al vivir sola, estaba acostumbrada a tener que cruzarme el apartamento a buscar ropa, sin nadie que viera mis braguitas de Harley Quinn. Sí, rojas y azules, ¿algún problema? Pero ahora... 

-¿Te queda mucho? -gritó Alan-. ¡Me aburro mucho sin tus amenazas constantes!

-¡Tu aburrimiento no es el principal problema ahora mismo! Oye... -en algún momento me arrepentiría de lo que iba a decir-. Acércate a la puerta del baño, sin abrirla.

Oí como el sofá crujía tras levantarse Alan, y posteriormente, unos pasos que cada vez estaban más cerca.

-¿Y bien? -dijo.

-Sé que... Haber em... 

-Ve al grano -se apoyó en el marco de la puerta.

-Que estoy en ropa interior y me he dejado la ropa en mi habitación.

Una leve risita traspasó la madera de la puerta.

-Así que quieres que cierre los ojos y no mire en el proceso en el que cruzas el salón para ir a tu cuarto, ¿me equivoco?

-Te lo agradecería bastante, la verdad.

Los pasos anteriores fueron a la inversa, hasta que volví a oír al sofá. Suspiré. Tenía la vía libre. Recogí en cero coma el baño, y abrí la puerta lentamente. Sus ojos estaban cerrados y sus manos se encontraban sobre ellos. 

Corrí hacia mi habitación, me hice con los primeros pantalones que vi, y me puse una camiseta blanca ancha que no sé ni qué hace en mi armario. 

-Lista -dije.

-¿Segura? -dijo aún como antes.

-Que sí.

Miró hacia mí y sonrió.

-Me alegro, porque me muero de hambre, y por lo que tengo entendido, es hora de ir al comedor -se levantó del sofá y se desarrugó los pantalones con las manos. Mientras, fui a por mi tarjeta del comedor y la de él, la cual me había entregado Adeline-. Por cierto -oí desde el salón-, ¿Harley Quinn? ¿Enserio?



Away for this place [Wattys 2015]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora