Estaba de pie junto a una enorme ventana que tenía vistas al mar. Wisdom tenía pocos territorios costeros, y normalmente, se solían poblar con placas solares para el ahorro. En mi periodo de vida, habría pisado la arena un par de veces. El agua era algo revoltosa. Sus tonos azules y verdes de mezclaban con el blanco de la espuma que generaban las olas. A lo lejos se divisaban algunos veleros. El sol estaba alto y brillaba con intensidad.
La recepción de la urbanización estaba más tranquila que cuando llegamos. Lissie se encontraba en el mostrador pidiendo la llave de su apartamento. Tenía apoyados los codos sobre él mostrador, con un pie tras el otro, y la cabeza echada levemente hacia delante. Parecía cansada, o más bien desesperada.
Tomó las llaves, y se dirigió hacia donde yo me encontraba.
-Ya podemos irnos -dijo.
El tono de su voz decía claramente que las cosas no les estaban yendo como ella deseaba. Tal vez sus planes eran llegar, soltar su bolsa en medio de su habitación, pillar una tabla de surf e irse con su amiguito a flotar por encima de las olas. Digamos que le arruiné todos los planes.
Salimos de la recepción. Ésta se encontraba cerca de la enorme puerta por la que entramos. Alrededor de recepción se encontraban los apartamentos. Había algunos edificios en los que los apartamentos se apilaban en plantas. El resto se encontraban esparcidos por todo el recinto, como bungalows.
Todas las paredes y muros eran blancas. Los caminos y pequeñas calles estaban llenos de plantas muy verdes. Cualquier parte del suelo que no estuviese ocupado con las losas de piedra, tenía césped.
Nos dirigimos hacia el edificio B. Una vez dentro del portal, subimos las escalera hasta la segunda planta. En el pasillo de la segunda planta, fuimos hasta una de las últimas puertas. Era la 25. Se sacó la llave del bolsillo trasero de sus pantalones y la metió en la cerradura. Cuando la puerta se abrió, pasamos dentro.
Las paredes no eran blancas como a fuera. Dentro, eran de un tono beige, con friso en color blanco. En el salón había un sofá negro con una mesita baja pequeña delante. También había una televisión de pantalla plana, cuadros y cosas varias. Al fondo había un pasillo que llevaba al baño y a la habitación. En un extremo del salón se encontraba una cocina. Era pequeña, con los electrodomésticos justos. Tenía una ventanita que daba al salón.
Lissie soltó de mala manera la bolsa sobre la mesita baja y entró en su habitación. Pegó un portazo. Yo me quedé de pie analizando cada punto del salón. Se oyó un grito y de pronto salió de la habitación.
-Siento interrumpir tu momento de furia -le dije cuando llegó al salón-, pero ahora toca que me lleves a mi apartamento.
Rió sin gracia.
-Bienvenido -dijo mirándose los zapatos.
-¿Perdona?
-Perdón si querías un recibimiento más efusivo -me dijo mientras sacaba prendas de ropa de su bolsa y las amontonaba en un cesto.
-Lo que quiero es una explicación.
Metió una camiseta blanca hecha un lío en el cesto y me miró. Se abrió paso y se puso frente a mí.
-Sígueme.
Fuimos por el pasillo hasta el fondo, que era donde estaba la habitación.
La habitación tenía las paredes celestes y los muebles blancos. Tenía varios marcos de fotos por toda la habitación, y en un rincón, tres tablas de surf alineadas. El problema vino al dirigir la vista a la parte derecha del cuarto. Había una segunda cama, con un papel encima.
-Mi padre se ha encargado de instalarte -ironizó-. Las camas estaban más pegadas, siento haberlas separado dos metros sin querer.
¿Cómo que instalarme?
-No seas tímido, hombre -dijo-. Coge el papel de la cama -la forma de su sonrisa delataba que se estaba conteniendo por no plantarme una tabla de surf en la cara.
Me incliné sobre la cama y cogí la nota.
"Viviréis y dormiréis juntos para que no se te pase la más mínima idea de huir, Presley. Me entero que haces algo que irrite a mi hija y puedes declararte hombre muerto."
-El simple hecho de tenerte cerca me irrita -dijo Lissie. Se acercó a mi oído-. Que mi padre no se entere -susurró.
Hubiera preferido un millón de veces haberme quedado en una celda muerto de asco, antes de alojarme con la hija de Paul. ¿Cuál sería su hobbie antes de irse a dormir? ¿Arrancarle las pestañas a alguien? ¿Tal vez las uñas?
-Quiero una línea divisoria por toda la casa -dije-. Hasta en la cocina.
-Yo quiero que me respeten y aún no le he conseguido -dijo-. La cocina no se usa. Hay un comedor para todas las comidas. El baño va a ir por turnos y la habitación... sólo para dormir.
-¿Y el resto de horas que no sean para comer, entrar al baño o dormir? ¿Qué se hace? -pregunté.
-Tú, por lo pronto, cambiarte e ir a comprarte ropa. ¿No pensarás estar con esas plantas de niño pijo en Wayward, verdad? Aparte, das asco. Yo que tú me ducharía, si es que no quieres que te ejecuten por contaminación al medio ambiente. Apestas, Alan. Iré a buscarte alguna muda limpia.
-¿Me dejarás solo? -dije.
-Claro, pero con la puerta de entrada cerrada con llave, al igual que las ventanas, y con el sistema de seguridad activado -me guiñó un ojo-. Intenta escaparte.
Lissie cerró la puerta de entrada a sus espaldas, y tal como había dicho, se escuchó la cerradura cerrarse...
Me metí al baño. Me quité la camisa, lo que hizo que viera que tenía bastantes magulladuras. Las muñecas aún estaban muy rojas por las cuerdas, aunque algunas de las heridas estaban cicatrizando. Abrí el grifo del agua caliente, y la dejé caer sobre mi cuerpo. Mi piel brillaba por el calor. Con una pastilla de jabón, hice espuma y me dí por todo el cuerpo, insistiendo sobre todos en los brazos y la cara, los cuales estaban manchados de tierra.
Corrí la cortina, y salí de la ducha. Cogí una toalla y me la enrollé en la cintura. En la encimera del lavabo había unos tejanos y una camiseta azul marina perfectamente doblados. Lissie había entrado mientras me duchaba.
-¡Pensé que había quedado claro eso de los turnos! -grité.
-¡No tenía ganas de verte andando desnudo por mi apartamento buscando ropa! -dijo.
Me puse la ropa que Lissie me había traído, me sequé el pelo con la toalla y salí del baño. Estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas. Se me quedó mirando de arriba a abajo.
-Los pantalones genial, la camiseta... -dijo.
-Lo sé, me está algo grande -contesté.
-Eso te pasa por no estar tan cachas como Chris -rió-. En fin -se puso de pie-, vámonos de compras. Fíjate bien por el camino cómo visten los chicos aquí. Aquí, ir en camisa es solo para ocasiones excepcionales, con que no elijas cosas que parezca que vas todos los días de boda.
-Conclusión, tejanos y camisetas -adjudiqué.
-Va a ser lo único que encuentres en cualquier tienda, así que sí.
Fuimos hasta la puerta, Lissie abrió, salimos y cerró.
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Away for this place [Wattys 2015]
Action© Todos los derechos reservados. "Perteneces al lugar en el que naciste". Eso nos lo enseñan desde pequeños, pero... Somos curiosos. Demasiado. Y descubrir lo que hay más allá de los límites que nos ponen, es como una golosina. Es por ello que yo aq...