Desayuno para dos

6 - Milanesa con puré

Los lunes eran el día de descanso por excelencia. Juan había intentado ir contra la corriente y abrir todos los días cuando Lucas recién comenzó a trabajar en el café, pero le había quedado otra que aceptar que estaba bien puesto el día tradicional de cierre de cafeterías, panaderías y similares, pues casi no llegaban clientes y terminaba siendo un desperdicio de tiempo y comida.

Por lo tanto, desde hacía varios años ya que eran el día de descanso del trabajo, y el día que Lucas se dedicaba casi exclusivamente a su hobby. Cortar, lijar, encolar, pulir, pintar, todas actividades que para otras personas podían verse como tediosas o absurdas, pero a él lo llenaban de felicidad. Y frustraciones, ¿para qué negarlo? Las cosas no siempre salían como él quería, y a veces no le quedaba otra que donar maderas inutilizables a la parrilla de la esquina para que sirvieran como leña. Llevaba un par de años aprendiendo y practicando su carpintería reciclada, y probablemente tenía más cenizas que victorias que mostrar, pero así era el proceso de aprendizaje de cualquier oficio. Sus primeros lattes no habían sido muy dignos de Instagram, tampoco.

Esa mañana, el plan de Lucas era dedicar su día a darle la primera mano de barniz a la silla y terminar de armar la estantería reciclada. Eso, claro, si sus amigos dejaban de someterlo a la Inquisición.

Facundo: CÓMO QUE ESTÁS SALIENDO CON ALGUIEN Y NO NOS AVISASTE

Ahí estaba su amigo más grande, con el teclado trabado en mayúsculas como siempre. Era dos años mayor que él, pero sus familias se conocían de toda la vida, y habían terminado cursando la mayor parte del secundario juntos luego de que repitiera segundo año luego de repetir también quinto grado. No era la mente más brillante, pero Lucas siempre podía contar con él para recibir un abrazo cuando lo necesitara, y sabía que siempre lo iba a apoyar. En una palabra, era incondicional.

Mauricio: Nos contó el jefe que tuviste una cita, ¿a vos te parece que nos enteremos por él?

Y ahí estaba su amigo más chico, siempre escribiendo correctamente, mostrando que por algo era el inteligente del grupo, el que se había salteado un año y había empezado antes la primaria, y que le había dado todas las clases particulares de matemática que Lucas necesitó durante sus años de formación académica       vc.

Facundo y Mauricio no podían ser más opuestos. Facundo era un completo "gym bro", como lo había descrito Quimey cuando lo conoció, vivía a base de proteínas, hacía crossfit, su familia era dueña de una cadena de gimnasios reconocida. Mauricio, por otro lado, tenía un estilo de vida tranquilo, salía a correr, actualmente era vegetariano, venía de familia humilde, había aprendido a leer por su cuenta a los tres años, para luego empezar la primaria con cinco, y cuando entró al secundario fue becado para atender al prestigioso colegio privado al que asistían Lucas y Facundo. Uno podría decir que lo único que tenían en común era a Lucas, pero lo cierto era que, aunque pelearan todo el tiempo, no podían vivir el uno sin el otro. No habían ido a la misma universidad, pero casi sin intentarlo habían terminado trabajando en la misma empresa, y Lucas sabía a ciencia cierta, porque lo había chequeado una vez que los había visitado, que podían verse desde sus escritorios en puntas opuestas de la oficina. Y le mandaban mensajes a Lucas al mismo tiempo sobre el mismo tema.

Para no tener que componer dos respuestas, Lucas directamente envió un mensaje al grupo de whatsapp que compartía con ambos.

Lucas: No sabía que tenía que pedir permiso para empezar a salir con alguien

Facundo: PERO NOS TENÉS QUE AVISAR

Lucas: Es demasiado reciente, no quería mufarlo 🫣

Mauricio: Entiendo.

Mauricio: Pero no me gusta enterarme por el jefe.

Lucas: Eso es culpa de su jefe por andar de chusma 😒