Iglesia💒

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POV Mia


Me encontraba barriendo la iglesia con mi mamá, estábamos en silencio con la música cristiana que ella había colocado desde su celular. Admiraba de cierta forma a mi mamá, seguía con sus actividades del día a día con una sonrisa y con mucha positividad. Me preguntaba si eso era real o realmente era una máscara para tapar su dolor.
Después de lo de papá, no mencionó nunca más el tema. Seguía como si nada hubiera pasado, como si papá nunca la hubiera insultado, como si él nunca me hubiera hecho daño y hubiera roto mi celular.
Ella seguía trabajando hasta incluso me había comprado un celular con sus ahorros pero ni siquiera me consultaba si me encontraba bien después de esa situación. Tampoco ella era de hablar mucho las cosas. Ni yo pero deseaba que me preguntara y que lloráramos juntas, pero yo tampoco mencionaba el tema.
No podía evitar pensar en que yo también era así, cuando las cosas se ponían feas, las enfrentaba con una sonrisa y las "olvidaba". Algo muy dentro de mí sabía que eso no estaba bien pero era inevitable hacerlo, siempre mamá me animaba a sonreír a pesar de que todo estuviera mal. Me instaba a confiar en Dios y dejar todo en sus manos, quizás eso hacía ella. Dejaba todo en mano de Dios y seguía hacia delante. Ella siempre pensaba en que Dios tenía en sus manos todo y que todo iba a nuestro favor, que por algo las cosas pasaban.
Pero yo no podía dejar en manos de Dios mis problemas, quizás por eso ciertas áreas de mi vida no mejoraban.  Me sentía culpable por no dejar mis cargas y querer ocuparme yo misma.

Seguíamos barriendo y yo cantaba las alabanzas que sonaban de fondo mientras pasaba la escoba.
Pasar esos ratos con mi mamá me hacía sentirme más unida a ella porque de alguna manera podía estar en su lugar favorito en el mundo y verla entre todo contenta.
Dejé la escoba por un momento y agarré un trapo viejo para pasarlo por los bancos y limpiar el polvo de estos. Como vivíamos en calle de tierra, todas las viviendas se llenaban de tierra instantáneamente después de limpiarlas. No había manera de controlarlo asi que, se aprendíaa convivir con ello.
Mientras pasaba el trapo por el púlpito y jugaba a que coordinaba la reunión, sonó mi teléfono haciendo un eco enorme en la iglesia. Dejé de lado mi tontera y bajé las escaleras rápidamente atendiendo la llamada. Era Álex.
- ¿Si? -dije agitada por haber corrido.
- Hola, ¿estás bien? -decía Álex preocupado detrás del teléfono. Me reí nerviosa por alguna razón que desconozco.
- Si, todo bien. ¿Pasó algo? -pregunté curiosa por la razón de su llamada.
- No, no pasó nada... ¿dónde estás? Se escucha demasiado eco -comentó Álex confundido.
- Estoy en... una iglesia -dije avergonzada. No me juzgues, me daba cierta vergüenza admitir que iba a la iglesia cuando el resto se burlaba de ésta. Demasiado rechazo de los demás sentía hacia mí como para agregar más razones para que me rechacen.
- ¿Qué hacés en una iglesia, Mia? -se rió Álex pero sin burlarse.
- Bueno... voy a una iglesia -murmuré bajito que pensé que no me había escuchado. Nos quedamos en silencio.
- No sabía eso, estás llena de sorpresas -comentó Álex y me lo imaginé sonriendo. Sonreí inconcientemente.
- Puede ser, ¿por qué me llamabas? -pregunté de nuevo.
- Ah, si. Te llamaba porque te quería invitar al cine en la noche. Van a estrenar una peli de Marvel y como sé que te gusta pensé que querrías venir -comentó en la llamada.
Dudé haciendo una mueca, mi mamá jamás me dejaría ir al cine en la noche. Mucho menos con un chico.
- Debería preguntar pero... lo más seguro es que no -dije tratando de no herir sus sentimientos. Moría de ganas por ir pero sabía que no me dejarían.
Él suspiró através de la llamada.
- Bueno, otro día entonces -comentó decepcionado.
- Si, capaz otro día -dije tratando de animarlo.
- Nos vemos en la escuela, Mia -dijo despidiéndose.
- Nos vemos, besos -dije esperando su respuesta.
- Capaz si voy a tu iglesia tu mamá te deje salir más conmigo -comentó burlón. Me reí y me sonrojé.
- Puede ser, pero no estás obligado.
- Lo sé pero valdría la pena si así puedo verte más seguido -dijo suavemente y sonreí de oreja a oreja.
- Te dejo, tengo que seguir limpiando -dije apurada al ver como mi mamá me miraba con curiosidad.
- Nos vemos -dijo Álex riendo y cortó. Dejé el celular en una banca y subí de nuevo las escaleras hacia el púlpito sonriendo de oreja a oreja por lo que Álex había dicho.
Me dio mucha ternura la mera idea de que viniera a la iglesia solo para demostrarle a mi mamá que no era un mal chico.
Mi mamá me miraba desde abajo con una sonrisa suave.
- ¿Quién era?
- Un amigo -dije sonriendo mientras limpiaba el púlpito. Pude ver su sonrisa desde arriba. No dijo nada más y siguió limpiando, yo también me limité a guardar silencio mientras limpiaba pensando en Álex.
No sabía porque sonreía al pensar en Álex, solo era un comentario tonto el que había hecho, sin embargo, me hallaba sonriendo como una boba. Pensando si quizás era una señal de Dios todo esto, si en realidad, Álex era el chico para mí.
Con solo pensarlo me sonrojaba la idea, y supe que quizás Álex no solo era un amigo. Tal vez era algo más que no descifraba aún pero se sentía bien.

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⏰ Última actualización: May 22 ⏰

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Las crónicas de una adolescente promedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora