Día Lluvioso🌂🌧

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Estaba cayéndose el cielo, bueno, no literalmente. Llovía muchísimo en la ciudad, mi papá me había llevado a la escuela. No hablábamos durante el trayecto, nunca fue un hombre de muchas palabras en realidad. Lo único por lo que podíamos llegar a relacionarnos era a través de nuestros gustos musicales. Siempre que me llevaba a la escuela, lo único que hacía era poner una de mis canciones favoritas, "Baby I'm Yours - Arctic Monkeys".
Llegué más temprano de lo habitual, mis amigas aún no llegaban. Me senté en el hall principal esperando que alguna apareciera pronto. Mientras las esperaba pensé en escuchar música. Me coloqué mis auriculares y comencé a reproducir el album de Alex Turner, Submarine. Amaba cada canción, me teletransportaba a un lugar seguro y calmo.
De repente sentí que alguien se sentaba al lado mío, era Agustín. Lo miré sorprendida, nunca solía sentarse a mi lado ni nada. Básicamente no hablábamos mucho pero... yo tenía un flechazo por él. No me juzgues.
- ¿Qué escuchás? -me preguntó con curiosidad pero su semblante era relajado.
Me saqué un auricular y se lo di para que se lo pusiera en su oído, así lo hizo y esperó un rato para hablar, escuchaba la canción con atención.
- ¿Cómo se llama? -me dijo con intriga.
-Piledriver waltz -dije sonriéndole-. Es de Alex Turner el cantante de los Arctic Monkeys.
-Aaaa -me dice asintiendo-, ¿te gusta esa banda?
-Si, me gustan mucho ¿los escuchás?
-No pero me gusta una de ellos... I Wanna be yours creo que se llama -dijo dudoso.
-Si, así se llama -dije sonriéndole animada- ¿qué te pareció la canción?
Me miró y me sonrió. Mi chinito me sonrió.
-Está buena, me gusta -dijo escuchando la canción con atención.
-Es bastante melancólica -le dije sonriéndole todavía.
-Si, es muy melancólica. Por eso me gusta.
Mi corazón estaba latiendo a mil, el chico que me gustaba le estaba gustando una de mis canciones favoritas. Ese santo día el universo estaba a mi favor.
-Tenés buen gusto, Mia -me dijo sonriendo suavemente.
Me sonrojé tanto que por un momento pensé que me había agarrado fiebre.
Ese día el mundo, el universo, los santos, dios, quién carajo fuera, estaba siendo muy bueno conmigo.
-G-gracias... -tartamudeé por la timidez mientras cambiaba de canción.
Él miró mi pantalla y me indicó una canción. Love is the Laserquest.
-Esa, parece interesante -me dijo mirándome fijamente a los ojos.
Obviamente la coloqué y la escuchamos juntos. Solo podía mirar mis pies y la entrada del hall, estaba demasiado nerviosa y emocionada por lo que me estaba pasando con Agustín. De lejos miré a Álex, recién estaba llegando a la escuela. Me vio y me sonrió, después miró a Agustín con una cara de confusión. Lo saludé con la mano y Álex me devolvió el saludo. Me pareció extraño que no se haya acercado a nosotros a saludar pero que más daba, ¡Agustín estaba escuchando los Arctic Monkeys conmigo!
Pero todavía tenía dudas de porqué se había acercado, quizás arruinaría el momento pero era mejor sacarme la duda.
-¿Por qué de repente te acercaste a mí a escuchar música conmigo? -dije nerviosa mirando mis manos sin atreverme a mirarlo a los ojos.
Me miró saliendo de sus pensamientos y me sonrió.
-No sé, te vi tan tranquila que me dieron ganas de contagiarme de esa paz -dijo esbozando una sonrisa en sus labios gruesos. Sus ojos marrones eran tan preciosos... y su piel, parecía que nunca se había bronceado en su vida.
-Bueno -dije sonriendo también-, no me molesta si venís y escuchás música más seguido conmigo. Podría recomendarte más canciones de este estilo.
Se rió y me miró con cierta ternura.
-Voy a tenerlo en cuenta.
Esbocé una sonrisa y vi pasar a Nicole por la puerta, ella me miraba con una sonrisa de oreja a oreja. Agustín la notó.
-Bueno, te dejo -dijo devolviéndome mi auricular y calzándose la mochila. Se fue con sus amigos que se encontraban en una esquina del hall.
Me quedé desconcertada, la habíamos pasado tan bien juntos. Habíamos tenido un momento.
Nicole se acercó rápidamente sonriendo y dejando su mochila en el piso para sentarse a mi lado.
-Por Dios, Mia -dijo sorprendida- ¿de qué me perdí?
-No de mucho -dije sonriéndole tímida y pausando mi música.
-Vas a contarme todo.
Así fue, le conté todo lo que había pasado y ella solo me miraba sorprendida y emocionada.
-Quizás se está enamorando de vos -dijo contenta.
-Nicole -dije riéndome-, solo se acercó y escuchamos música.
-La música que te gusta, sabés que a él le gusta otro tipo de música totalmente distinta a la tuya.
-Lo sé -dije riéndome y colocándome un mechón de pelo detrás de mi oreja-, pero no significa que está enamorado de mí.
-Pero quizás está viendo lo hermosa que sos y te está valorando -dijo dándome codazos suavemente para animarme.
-Ojalá, amiga querida -dije suspirando-. Ojalá.
Tuvimos un día muy normal, Carolina y Pamela habían faltado, así que, solo éramos Nicole y yo. Nicole me había dicho que Agustín me miraba y me sonreía. Cosa que llevaba haciendo hace 3 años y nunca pasaba nada más allá de eso.
Llovió todo el día y ya era hora de irnos, Nicole se fue en un taxi y me había preguntado si quería ir con ella, le había dicho que no porque mi papá me buscaría.
Ella ya se había ido, bueno, todos se habían ido, solo quedaba yo debajo del techo de la entrada muriéndome de frío.
Era una torrente de lluvia, ya comenzaba a inundarse un poco las calles y la gente corría de un lugar a otro para refugiarse de la feroz lluvia.
Yo los observaba desde mi lugar, pero de reojo vi a una persona acercarse a mis espaldas.
-Hace frío, ¿qué hacés acá afuera? -dijo Álex detrás mío. Vestía una campera abrigadita y unos jeans azules. Su pelo estaba suelto, le llegaba hasta el hombro. Nunca lo había visto con el pelo suelto.
Lo miré tiritando y abrazándome a mí misma para conseguir calor.
-Espero a mi papá.
-Pero esperalo dentro del hall, acá te vas a morir de hipotermia -me dijo preocupado.
Negué con la cabeza. Él suspiró rodando los ojos.
-Al menos tenés que estar calentita para esperarlo -dijo sacándose la campera para dármela. Yo negué con la cabeza rechazando su campera.
-Te vas a morir de frío, ponetela -dije seria.
-No tengo frío, estoy abrigadísimo, tomá -me dijo ofreciéndome la campera. Como vio que no se la aceptaba, me la colocó encima de mis hombros. Le agradecía mentalmente por ponerme la campera sobre los hombros, estaba calentita.
-Gracias -dije sonriéndole, ya podía hablarle un poco más sin que me dolieran los labios por el frío.
-De nada, Mia -dijo sonriéndome-. Parecías un cubito de hielo.
-Mentira -dije riéndome.
-No lo negués, cubito de hielo -dijo mirándome serio.
No pude aguantarme la risa. No sabía si lo que me daba más risa era el apodo espantoso que me había puesto o la manera tan seria en la que me lo dijo.
-¿Cubito de hielo? -dije riéndome-. Que apodo tan poco original.
Se rió.
-Es muy original, te va a tener que gustar porque ahora así te voy a llamar -dijo sonriéndome.
Por la puerta, cruzó Agustín y nos observó con una sonrisa burlona.
-¿Qué hacen acá afuera? Hace mucho frío.
Nos miramos con Álex y luego, miramos a Agustín.
-Está esperando a su papá -dijo Álex con un tono de burla.
-¿Acá afuera? -dijo Agustín levantando las cejas.
-Si, acá afuera -le respondió Álex riéndose.
Agustín notó que Álex no tenía campera puesta.
-¿Y tu campera? -dijo confundido.
Álex se alejó un poco de mí para exponerme frente a Agustín.
-Cubito de hielo la tiene -dijo sonriéndome y mirándome con cariño.
-¿Cubito de hielo? ¿Qué apodo es ese? -dijo Agustín riéndose por ese apodo tan ridículo.
-Yo le dije lo mismo -dije riéndome.
Mientras reíamos se escuchó una bocina de auto a lo lejos. Era mi papá que había llegado y había estacionado al frente del colegio.
-Bueno, chicos. Un gusto hablar con ustedes pero me tengo que ir.
Me saqué la campera de los hombros y se la di a Álex pero negó con la cabeza y me la rechazó volviendo a colocar su campera sobre mis hombros.
-Traémela mañana, sino te vas a congelar y te vas a empapar -dijo acomodándome la campera para que no se cayera de mis hombros.
-Gracias -dije sonriéndole agradecida.
-Mia, te llevo hasta tu auto -dijo Agustín interrumpiéndonos-. Tengo un paragüas para que no te mojes.
Mi corazón latía a mil por segundo, me sonrojé pero no por el frío. Agustín abrió su paragüas y lo colocó sobre nuestras cabezas.
-Claro, gracias -dije sonriéndole a Agustín y él haciendo lo mismo.
Justo cuando íbamos a comenzar a caminar hacia mi auto, Álex tomó mi brazo con suavidad. Lo miré confundida.
-Abrigate mañana que va a estar igual de frío -me dijo Álex sonriéndome-. Y mañana no te voy a volver a dar mi campera.
-Está bien, no la necesito -dije sacándole la lengua y riéndome.
Él se reía también mientras negaba con la cabeza y me soltaba el brazo con sutileza.
-¿Vamos? -dijo Agustín esperando mi respuesta o mas bien, esperando a que me moviera.
-Vamos -dije despidiéndome con un beso en la mejilla de Álex. Él me sonrió y volvió a entrar al hall.
Agustín me acompañó hasta el auto y también me despedí de él sintiendo mariposas. Me subí al auto, saludé a mi papá y veía por la ventana a Álex que se lo notaba desde lejos sentado en una de las bancas que daban a la puerta de entrada.
Tenía su campera puesta sobre mis hombros, tenía su perfume, eso por alguna razón, me hizo sonreír. Mi papá me miró.
-¿Y ese chico? -dijo mirándome serio. Debía de referirse a Agustín.
-Ah, es un compañero. Se ofreció a cubrirme con su paragüas hasta acá. Re caballeroso -dije sonriendo de oreja a oreja.
Se quedó en silencio.
-No, él no. El otro.
Me quedé paralizada, ¿estaba ahí cuando hablaba con Álex?
-Ah, es un chico nuevo de mi curso, ¿por qué? -pregunté curiosa y nerviosa a la vez.
-No... por nada, me hizo recordar cuando esperaba que la lluvia parara para que tu mamá se vaya a su casa calentita con mi campera cuando yo me moría de frío -dijo riéndose con nostalgia-. Me trajo lindos recuerdos.
Me quedé quieta en mi asiento. Primero, se había quedado a observar nuestra conversación con Álex. Segundo, lo hizo recordar momentos con mi mamá tema que nunca tocaba. Ninguno de los dos nombraba como se habían conocido, como se habían enamorado ni mucho menos momentos juntos. Debió darle mucha nostalgia como para que lo nombrara.
¿Qué quería decirme?

Las crónicas de una adolescente promedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora