El chico nuevo

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La nieve caía sobre mis hombros, estaba llegando tarde a la escuela. El transporte funcionaba pésimo cuando se trataba de temporales así, o sea, funcionaba mal todo el invierno.
Estaba ansiosa por llegar temprano, pero como siempre, al entrar a mi curso, ya estaba la profesora que me miró con mala cara. Otra vez había llegado tarde.
-Señorita López -dijo molesta mi profesora de matemáticas. Esa señora me detestaba- ¿Sabe qué hora es?
Todos en el aula estaban en silencio algunos se reían, otros dormían y algunos estaban con sus celulares. Y ahí estaba él, entre todos los demás, me miraba sin expresión alguna. Me quedé mirándolo como una tonta.
-¡Mia! -dijo mi profesora despertándome de mi ensoñación. La volteé a ver, estaba enojadísima.
-Perdón, profe. Los colectivos no pasaban y... bueno, vine corriendo -dije preocupada de que me mandara a preceptoría para tener esa "charla" conmigo. Charla que trataría sobre mi mal comportamiento y mi supuesta falta de respeto hacia sus clases.
Ella me quedó mirando por un rato que se me hizo eterno hasta que finalmente me hizo una seña para que me sentara. Suspiré aliviada de que esta vez no me mandaría a preceptoria. Me senté al lado de la ventana, Nicole había guardado un lugar para mí. Ella sabía que yo siempre llegaba tarde por lo que, ni siquiera se molestaba en pedirme que le guardara un lugar porque seguro yo llegaría más tarde que ella. La saludé con un beso en la mejilla y saludé a mis dos amigas que estaban detrás de mí con la mano.
Saqué mi carpeta y mi cartuchera para colocarlos en mi mesa, Nicole me hizo una seña para que me quitara mi campera. Asentí coon una risita y me saqué mi campera, me había olvidado de que la tenía puesta. Nicole solamente se reía de mí.
-Bueno chicos, hoy vamos a ver un poco de estadística -dijo mi profesora escribiendo con fibrón en el pizarrón el título del tema que veríamos ese día y la fecha.
Yo saqué mi lapicera azul y algunas lapiceras de color y abrí mi carpeta para comenzar a escribir. Mientras escribía, sentí una voz detrás de mi oreja.
-¿Me prestás una lapicera? -dijo Agustín cerca de mi oído. Me estremecí, estaba enamorada de ese chico desde que empecé la secundaria. Nadie sabía excepto mis amigas, claro.
Le sonreí y fingí estar molesta.
-Hola, ¿cómo estás, Mia? Yo muy bien, gracias -dije burlándome de él y saqué una lapicera de repuesto para dársela a él.
Me sonrió con esa sonrisa suya que me derretía cada vez que me la daba. Nicole se reía al lado mío mientras Agustín pasaba detrás de ella para irse a su lugar.
-Tuvo que pasar detrás mío solo para pedirte una lapicera -dijo sonriéndome- Bueno, creo que podría haberle pedido a cualquiera más cerca de él y te lo pidió a vos.
Tenía razón, él siempre me pedía lapiceras a mí cuando estaba al lado Martín, su mejor amigo que traía su cartuchera repleta de lapiceras, tijeras, plasticola y fibrones. Cosas que obviamente a mí no me sobraban.
-Capaz Martín no tenía lapicera para él hoy -dije riéndome con Nicole la cual todavía me miraba con diversión.
La clase no fue muy interesante pero logró captar un poco mi atención, la verdad detestaba la materia. No entendía nada pero estadística no parecía tan difícil para mí. Nicole se veía frustrada porque no entendía nada, ella solamente se limitó a colocarse auriculares y a escuchar música mientras dibujaba en una hoja de su carpeta. Sonreí ante tal gesto, ella siempre era así. Nunca me molestó, al contrario, me gustó siempre que ella se refugiara en un lugar tan bonito como la música y sus dibujos. Ella dibujaba hermoso y siempre se lo decía pero ella no me creía, una verdadera lástima.
Había terminado mis ejercicios antes que el resto y me levanté para entregar mi hoja a la profesora que me miraba sorprendida, no la culpaba, era pésima en su materia y había terminado por primera vez los ejercicios antes que los demás. Sonreí con amabilidad y me fui a mi asiento, escuché una voz que odiaba. Era Martina.
-Profe, terminé -decía con arrogancia mientras se levantaba y me miraba con superioridad. Le entregó su hoja a la profe y se acercó a Agustín, se apoyó en su mesa y empezó a coquetearle. Él le sonreía coqueto y la miraba de cierta forma que hasta a mí me dio escalofríos. Me hervía la sangre de los celos que sentía. Martina conseguía a todos los chicos que ella quería y estaba segura de que ella sabía lo que yo sentía por Agustín. Y como siempre, quería hacer daño en donde más te doliera. Obviamente mi debilidad era él.
Estaba tan concentrada en esa escena tan odiosa que no me di cuenta que la profesora me llamaba. Nicole me dio un codazo y reaccioné mirándola molesta a ella y después miré a la profesora que me llamaba.
-¿Qué pasó, profe? -dije alarmada, seguramente me iba a humillar delante de todos por hacer mal mis ejercicios.
-Mia, resolviste todos los problemas perfectamente -dijo sacándose los lentes de lectura mientras me miraba sorprendida. Me quedé callada, no entendía nada. Levanté mi ceja sin creer lo que me estaba diciendo.
-¿Resolví todo bien? -dije incrédula ante las palabras que mi profesora me decía.
Mientras disfrutaba mi triunfo escuché esa vocesita irritable de Martina.
-Qué sorpresa -decía sarcásticamente- ahora vas a tener que darnos clases -dijo burlándose de mí. Parecía un halago pero cuando se trataba de ella... no era para nada algo con buenas intenciones. Al principio, cuando la conocí en primer año, me decía algunos comentarios con otras chicas más. En ese momento, pensaba que era todo en joda, que no era nada en contra de mí. Hasta que las supuestas jodas pasivas pasaron a ser jodas que dolían y que alimentaban mis inseguridades. Nunca había dicho nada en forma de chiste desde que la conocí. Por alguna razón que nunca entendí, me odiaba. Jamás le hice nada a esa chica, ni siquiera me molestaba en nombrarla en alguna conversación porque realmente no me interesaba. Pero ella, parecía que yo era su objetivo para descargarse de sus propios demonios personales. Le hablaba mal de mí a todos, se burlaba de mí o me contradecía en todo. Una chica que nunca entendí ni voy a entender jamás.  Unas risas del fondo se escucharon, miré donde estaba Martina con Agustín y solamente vi como él estaba callado ni siquiera se reía de su comentario. Eso me hizo sentir mejor. Al menos él no se burlaba.
-¿Por qué no te callás? -dijo Carolina, mi amiga que estaba detrás de Nicole y de mí, ella estaba sentada junto a Pamela, nuestra otra amiga. Martina miró a Carolina con un gesto de asco y desinterés. Eso me molestó muchísimo.
-Bueno, bueno -dijo la profesora intentando intervenir antes de que Martina se dignara en contestar-. Basta chicas.
Me reí por su pobre intento de tratar de calmar las aguas, por suerte no me había escuchado. Miré hacia afuera a través de la ventana, el lago se veía negro, era muy temprano y estaba muy oscuro a las 9:30 am. Podía apenas ver un par de olas en ese lago oscuro y salvaje.
El timbre del recreo interrumpió mis pensamientos, me sobresalté cuando escuché ese infernal y horrible timbre. Aunque no era tan malo porque era señal de libertad. Nicole me miró y me sonrió.
-¿Vamos a buscar algo para comer? -dijo levantándose de su asiento. Se había quitado sus auriculares.
-Vamos, tengo un hambre, amiga -le dije haciéndole un gesto de molestia. Me di la vuelta para mirar a mis amigas que estaban detrás nuestro, me levanté de mi banco y las abracé.
-Chicas, ¿van a hacer algo hoy? -les consulté contenta, esperanzada de que podamos ir al cine. Ellas se miraron entre sí y volvieron su mirada hacia mí. Carolina me sonrío y asintió.
-Hoy estoy disponible solo para vos, mi amor -dijo tirándome un besito. Me reí y miré a Pamela.
-¿Vos? -le dije esperando su respuesta- Faltás vos nomás, Nicole, Carolina y yo estamos, pero ¿vos?
-Yo estoy para ver una peli -dijo sonriéndome dando saltitos de felicidad-. Espero que aparezca mi chico -dijo dando un baile sencillo y ridículo en forma de emoción. Me reí al verla, se veía muy graciosa.
-Buenisimo, vamos al cine entonces y vas a ver a tu chico de paso -dije sonriéndole. Miré a Nicole que estaba al lado mío- ¿qué peli vamos a ver?
Me miró y parece que se tomó un minuto que duró una eternidad para pensar. Al final, levantó sus hombros.
-No sé, creo que es de amor -contestó finalmente riéndose.
Nos reímos con ella y fuimos hacia el kiosco que estaba en la escuela para comprar unas galletitas dulces. Carolina compró las galletitas y nos encaminamos hacia un rincón en donde estaba la biblioteca para comer las cuatro. Estábamos hablando de lo que habíamos hecho el fin de semana hasta que Carolina nos interrumpe.
-Che, ¿se enteraron que llegó un chico nuevo? -dijo comiendo una galletita y mirándonos con cautela y cierto secretismo.
La miramos intrigadas, Nicole solamente la miró en silencio y Pamela se atrevió a hablar.
-¿Posta? ¿Pero va a estar en nuestro curso?
-Si, boluda. Hoy creo que iba a llegar pero no sé, parece que llega tarde o no vino -dijo Carolina sin darle mucha importancia. Ella siempre estaba enterada de todo, yo siempre admiré como sabía lo que pasaba en la escuela, siempre traía conversaciones interesantes al grupo. A mí parecer, Carolina era la más social de nosotras junto a Pamela. Nicole y yo no éramos asociales pero tampoco éramos tan sociables como ellas.
-¿Cómo se llama? -dije llena de curiosidad. Nunca llegaba un chico nuevo a nuestro curso por lo que me llamaba mucho la atención toda esa novedad.
-Me dijeron que se llama Álex -dijo mirándome algo insegura de su respuesta-. Creo, no te puedo asegurar si era así su nombre.
-Álex -repetí su nombre. Trataba de imaginar una cara que combinara con ese nombre pero no podía imaginarlo.
-¿Estará bueno? -dijo Pamela mientras pensaba y comía una galletita. Nicole se reía, ella solo permanecía en silencio y se reía.
-¡Pame! -dijo Carolina riéndose.
-¿Qué? Solamente tengo curiosidad -dijo despreocupada. Yo me reía con Nicole de su actitud.
Estábamos comiendo hasta que quise revisar mi teléfono pero no lo encontré en ningún bolsillo de mis pantalones. Me estaba desesperando, Nicole notó mi frustración después de un rato.
-¿Qué pasa?
-Mi celular -dije asustada. No podía perder mi celular, iba a perder fotos, música, juegos. Nicole me miró fijamente.
-Capaz lo dejaste en el aula -me dice levantando los hombros despreocupada. Como si perder mi teléfono no fuera lo suficientemente grave pero me llenó de esperanza su sugerencia. Voy corriendo al aula para buscar mi celular cuando en la puerta me choqué la cabeza con un torso delgado. Miré a la persona que había chocado y era un chico alto y moreno. Sus facciones eran delicadas y su pelo estaba atado en una cola de caballo. Me miró estupefacto y me sonrío con gracia.
-Perdoname, te juro que no te vi -dije sonriéndole nerviosa.
-No pasa nada, ¿estás bien? -dijo preocupado.
Estudié su rostro, era agradable verlo. Efectivamente era un chico lindo.
-Estoy bien, solo fue un golpecito -dije sonriéndole. Me devolvió la sonrisa haciendo que sus ojos se achinaran al sonreír.
-Permiso, tengo que buscar mi celular -dije tratando de esquivarlo. Él me dejó el paso para que entrara. Busqué mi teléfono en mi campera y lo encontré, suspiré despreocupada.
-¿Pensaste que lo habías perdido? -me dijo el chico con el que había chocado hace un minuto. Estaba en el marco de la puerta apoyado de un lado.
-Si, casi me muero de un infarto -dije riéndome. Me dio intriga el por qué este chico que no había visto nunca acá, estaba en el aula- Disculpame pero ¿quién sos?
El chico todavía me miraba sonriendo.
-Me llamo Álex -dijo sentándose en el escritorio de los profesores- ¿Vos?
Me quedé quieta, él era el chico nuevo del que hablaba Carolina.
-Soy Mia -dije sonriéndole-. Mi amiga me comentó que había un chico nuevo, supongo que sos vos.
-Mmm -dijo apretando sus labios pensando en lo que iba a decir a continuación- Lamento informarte que yo estoy en esta escuela hace muchos años. Tengo mi reputación y todo -dijo riéndose. Era obvio que me estaba tomando el pelo.
-Tu reputación no debe ser muy interesante porque nunca escuché de vos -dije riéndome siguiéndole el juego.
-O no estás actualizada -dijo riéndose.
Me reí con él, era un chico agradable. Mientras me reía con Álex, entró Agustín al curso. Nos miró a los dos confundido.
-¿Vos sos el nuevo? -le dijo Agustín a Álex.
Álex lo miró y le sonrió con simpatía.
-Si, soy yo. Me llamo Álex -dijo suavemente.
Agustín lo miraba serio hasta que su semblante se relajó y le devolvió la sonrisa.
-Soy Agustín -dijo dándole una palmada en la espalda.
Yo estaba nerviosa por tener a Agustín al frente mío. Para no quedar como una tonta hablé.
-¿Soy la única que no sabía que iba a venir un chico nuevo? -dije riéndome nerviosa.
Cuando Agustín me miró se le borró la sonrisa y me vio de pie a cabeza, eso me hizo sentir como una pelotuda sinceramente. Miré a Álex y se le escapó una risa tímida.
-Como te dije -dijo sonriéndome-, estás desactualizada.
Me reí un poco más tranquila, Agustín todavía tenía un semblante serio cuando me veía. Eso me hacía sentir como que le caía mal o peor, que me odiaba.
Agustín empezó a hablar con Álex y yo los dejé solos yéndome del aula, fui hacia mi grupo de amigas. Ellas me miraron.
-¿Encontraste tu celu? -dijo Nicole con interés.
-Si -le dije sonriéndole- y al chico nuevo también.

Las crónicas de una adolescente promedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora