Sombras del pasado.

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Versión 2003.
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El sol se estaba poniendo sobre la ciudad de Nueva York, tiñendo el horizonte de un anaranjado profundo que se desvanecía en sombras oscuras. Leonardo, el líder de las tortugas, observaba desde la azotea de un edificio, su mente envuelta en una mezcla de recuerdos y emociones, pues recientemente tuvo un enfrentamiento con Karai que había dejado una marca profunda en su corazón, una mezcla de admiración y traición que le resultaba difícil de olvidar.

Leonardo y Karai habían compartido momentos de comprensión y respeto mutuo, a pesar de encontrarse en lados opuestos de una batalla interminable. Ella siendo la hija adoptiva de Shredder, había mostrado destellos de honor y compasión, cualidades que el ninja azul había llegado a apreciar y a la vez complicar su percepción sobre ella. Pero cada vez que intentaba acercarse, el legado de Shredder y su lealtad a él se interponían, creando un abismo que parecía insalvable.

Esa noche, mientras Leonardo se preparaba para ir a su patrulla nocturna, un sonido familiar rompió el silencio. Era una sombra que se movía con una gracia letal, una presencia que conocía demasiado bien.

—Karai —mencionó la tortuga, sin volverse, su tono neutro pero vigilante—. Sabía que vendrías.

La kunoichi emergió de las sombras, sus ojos brillando con una intensidad que reflejaba tanto determinación como conflicto interno.

—Leonardo —respondió ella, su voz suave pero cargada de tensión—. Necesito hablar contigo.

El ninja azul asintió, aunque su postura permaneció tensa. La última vez que había visto a Karai, ella había jurado lealtad a Shredder, y aunque él quería creer que había bondad en ella, la traición estaba fresca en su memoria.

—Estoy escuchando —respondió, manteniendo una distancia cautelosa.

Karai dio un paso adelante, sus ojos buscando los del líder, pero él no cedió terreno.

—Sé que he cometido errores, y que mi lealtad a mi padre adoptivo ha causado mucho dolor. Pero estoy aquí porque he decidido dejar todo eso atrás. Quiero empezar de nuevo, lejos de la sombra de Shredder.

Leonardo sintió un nudo formarse en su estómago. Las palabras de la chica resonaban con sinceridad, pero él sabía que las palabras solas no bastaban.

—¿Y por qué debería creerte ahora? —preguntó, su voz llena de duda—. Has dicho eso antes, y siempre terminas volviendo a él.

Karai bajó la mirada, como si las palabras le hubieran tocado una verdad dolorosa dentro de ella.

—No espero que confíes en mí de inmediato —dijo en voz baja—. Pero estoy dispuesta a demostrar que hablo en serio. Quiero ayudarte a vencer a Shredder, a liberar a la ciudad de su maldad.

Leonardo suspiró, sintiendo el peso de la decisión que tenía ante sí. Recordó las enseñanzas de Splinter sobre el perdón y la redención, pero también sobre la importancia de protegerse y proteger a los suyos.

—Karai, quiero creer que puedes cambiar —dijo finalmente—. Pero, para soltar a alguien, no puedes permitir que esa persona vuelva a invadir tu espacio personal. Necesito espacio para sanar, y no puedo hacerlo si siempre estás tan cerca, recordándome cada traición.

La kunoichi asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de sus palabras.

—Entiendo —dijo, dando un paso atrás—. Pero no me rendiré. Encontraré una manera de probar que puedo ser digna de tu confianza.

Leonardo solo observó cómo ella se desvanecía en las sombras una vez más, dejando una mezcla de esperanza y cautela. Sabía que el camino hacia la redención no seria fácil. Ambos tendrían que enfrentarse a sus propios demonios antes de poder encontrar un terreno común.

Pasaron semanas y el líder azul se enfocó en sus entrenamientos y en proteger la ciudad. Sin embargo, los pensamientos sobre Karai nunca estaban lejos. Se preguntaba si realmente podría dejar atrás su pasado y construir una nueva vida.

Una noche, mientras patrullaba las calles. Se encontró con una escena que lo dejó helado. Karai estaba luchando contra un grupo de Foot Soldiers, sus movimientos tan precisos y letales como siempre, pero había algo diferente en ella. Estaba defendiendo a una familia inocente, un acto que no estaba alineado con las órdenes de Shredder.

Se unió a la pelea, sus espadas destellando bajo la luz de la luna. Juntos, derrotaron a los soldados y aseguraron que la familia estuviera a salvo. Cuando el peligro acabo. Karai se volteo hacia Leonardo, su respiración agitada y sus ojos llenos de determinación.

—Esto es solo el comienzo —dijo ella, su voz firme—. No estoy pidiendo que me dejes entrar de nuevo en tu vida, Leonardo. Solo quiero que sepas que estoy cambiando, y que estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para demostrarlo.

Leonardo asintió, sintiendo una chispa de esperanza en su interior. Quizás, con el tiempo, podrían encontrar un nuevo equilibrio. Pero por ahora, ambos necesitan espacio.

—Entonces sigue tu camino, Karai —respondió—. Demuestra con acciones lo que las palabras no pueden. Y tal vez, algún día, podamos encontrarnos en un lugar donde el pasado no nos persiga.

La kunoichi sonrió levemente y asintió en respuesta.

Y con eso, se desvaneció en la noche, dejando a Leonardo con una sensación de paz que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que soltar a alguien no significaba olvidar, sino aprender a vivir sin permitir que el pasado definiera el futuro.

Leorai - Cortos ☁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora