Doble V4.

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Karai se encontraba en el comedor, su mente dando vueltas en torno a todo lo que había descubierto recientemente. A pesar de las risas y el bullicio en la guarida, ella se sentía desconectada, atrapada en sus propios pensamientos. Los restos de la pizza estaban aún sobre la mesa, pero a ella no le apetecía comer. En lugar de eso, jugaba distraídamente con un trozo de corteza, su mirada perdida.

La realidad de su situación la golpeaba con fuerza. Sabía ahora, sin ninguna duda, que Splinter era su verdadero padre y que Shredder había estado manipulándola toda su vida. El conflicto interno la desgarraba. ¿Cómo podría aceptar esa verdad sin sentir que traicionaba todo lo que había conocido? Pero, al mismo tiempo, la ira hacia Shredder por la vida de mentiras que le había impuesto no hacía más que crecer.

Leonardo la observaba desde la distancia, sintiendo su angustia. No podía evitar preocuparse por ella, especialmente después de la reciente revelación. Su mirada se encontró con la de Karai por un instante, y en sus ojos vio un torbellino de emociones que lo desconcertó. Sin pensarlo dos veces, decidió acercarse.

—Karai, ¿quieres hablar? —le preguntó con suavidad, sentándose a su lado.

Karai soltó un suspiro y asintió levemente. —Leo, hay muchas cosas que están pasando... y no sé cómo manejarlo.

El ojiazul la miró con comprensión, sabiendo que no sería fácil para ella procesar todo lo que había descubierto. —No tienes que manejarlo sola. Estamos aquí para ti.

Ella dejó de jugar con la corteza de pizza y se volvió hacia él, mirándolo fijamente. —Gracias. Sé que están preocupados por mí, y entiendo por qué.  —dijo lo último en un tono triste.

Leonardo sintió un nudo en el estómago al escuchar su voz. Ahora que la verdad estaba sobre la mesa, le resultaba insoportable. —Karai, no quiero que te sientas así. Confío en ti. Quizás no sea fácil, pero prefiero enfrentar esto juntos.

Antes de que la pelinegra pudiera responder, Donatello entró en la habitación, observando la escena con una sonrisa juguetona. —Vaya, estuvieron a solas y Leo no tiene labial... —bromeó, haciendo referencia a un incidente reciente.

Karai esbozó una sonrisa, agradecida por la interrupción que aligeraba un poco la tensión. Pero esa sensación se desvaneció rápidamente cuando recordó que aún debía marcharse. Shredder no tenía idea de que ella sabía la verdad, y eso era su única ventaja.

—Debería irme —dijo de repente, levantándose de la mesa.

Leonardo se levantó también, alarmado.  Podemos ayudarte.

Pero antes de que pudiera decir algo más, Raphael apareció en la puerta, cruzado de brazos y con una expresión dura en su rostro. —No, te quedas. No confió en ti, Leo. ¿Cómo puedes? Te preocupas más por esta chica que por tu propia familia. ¿Qué te hace pensar que no nos traicionará?

Karai lo miró con frialdad, pero Leonardo fue quien respondió, tratando de mantener la calma. —Raph, no es así. Karai está pasando por mucho. No podemos simplemente rechazarla ahora.

Raphael lo miró con escepticismo, luego su expresión se oscureció. —¿Qué está pasando contigo, Leo? No puedo entender por qué estás tan enganchado con ella. ¿Qué pasó entre ustedes que te tiene así? —su tono se volvió más agresivo—. ¿Acaso tuviste algo más con ella para estar tan dispuesto a confiar? Al final del día, solo eres un animal.

Las palabras de su hermano le cayeron como un peso sobre él, quien apretó los puños, luchando contra la rabia que sentía por la acusación. Pero más que nada, sintió dolor. Dolor porque su hermano dudara tanto de él. Respiró profundamente antes de responder, con la voz temblorosa. —Raph, esto no es sobre lo que haya o no pasado. Es sobre hacer lo correcto. Yo... la amo, y no puedo dejar que siga enfrentando esto sola. Pero eso no significa que haya traicionado a nuestra familia.

Leorai - Cortos ☁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora