Nuevo amanecer. 1/2

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Versión 2003
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En la inmensa y bulliciosa ciudad de Nueva York, donde las luces nunca se apagan y las sombras se mueven con vidas propias, dos almas luchaban en medio de un mar de conflictos. Leonardo, el noble y valeroso líder de las Tortugas Ninja, y Karai, la letal y conflictuada hija adoptiva de Shredder, compartían un vínculo que trascendía las líneas de batalla.

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Era una noche tranquila, una rareza en la caótica metrópolis. Leonardo se encontraba solo en una azotea, sus pensamientos consumidos por una sola persona. La brisa nocturna agitaba su bandana azul mientras miraba la ciudad con ojos llenos de incertidumbre. De repente, una sombra familiar apareció en el borde del edificio. Karai.

—Karai —dijo Leonardo, su voz una mezcla de sorpresa y esperanza.

—Leo —respondió ella, sus ojos oscuros reflejando una tristeza profunda—. Sabía que te encontraría aquí.

Leonardo dio un paso hacia ella, sus emociones a flor de piel.

—Karai, necesitamos hablar. No puedo seguir viviendo con esta tensión, esta... distancia entre nosotros.

Karai suspiró, mirando hacia abajo, evitando su mirada.

—Lo sé, Leo. Yo también siento algo por ti, créeme. Pero no puedo estar contigo.

Leonardo sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Todo su entrenamiento, su disciplina, su sentido del deber, se tambaleaban ante las palabras de Karai.

—Pero... ¿por qué? —preguntó, la desesperación evidente en su voz—. Sé que hay bondad en ti, sé que puedes ser más de lo que tu padre quiere que seas. ¿Por qué no podemos encontrar un camino juntos?

Karai levantó la mirada, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y resolución.

—Te aprecio lo suficiente para no herirte, Leo. Sé que harás lo imposible por estar conmigo, por salvarme. Pero yo... solo busco llenar algo que no tiene fin. Hay un vacío dentro de mí, una sombra que no puedo escapar.

Leonardo sintió un nudo en su garganta. Sabía que Karai tenía razón. Su propia lealtad a su familia y a su deber lo ponía en una posición imposible. Pero su corazón, su alma, anhelaban estar con ella.

—Karai, no me importa el riesgo. No me importa lo que tenga que hacer. Solo quiero estar contigo, ayudarte a encontrar la paz que mereces.

Ella dio un paso hacia él, colocando una mano suavemente en su mejilla.

—Y eso es lo que me hace quererte aún más. Pero no puedo permitir que te destruyas por mí. No puedo ser la razón de tu sufrimiento.

Leonardo tomó su mano, sujetándola con firmeza.

—No eres una causa perdida, Karai. No eres un vacío. Eres alguien que merece amor, que merece una oportunidad para ser feliz.

Las lágrimas llenaron los ojos de Karai, pero se mantuvo firme.

—Y tú mereces alguien que no te lleve al borde de la destrucción. Mereces alguien que te complemente, no que te consuma.

Leonardo sintió que el peso del mundo caía sobre sus hombros. Estaba atrapado entre su amor por Karai y su deber hacia su familia y su clan.

—No quiero perderte —murmuró, su voz quebrada.

—Nunca me perderás completamente, Leo. Siempre estaré contigo, en tu corazón. Pero por ahora, necesitamos seguir caminos separados.

Se abrazaron, aferrándose el uno al otro como si fuera la última vez. Leonardo sintió que una parte de él se rompía al dejarla ir, pero sabía que Karai tenía razón. Era un sacrificio necesario, aunque doloroso.

Karai se alejó lentamente, sus figuras separándose en la oscuridad. Leonardo la vio desaparecer en las sombras, sintiendo que una parte de su alma se iba con ella. Pero también sintió una chispa de esperanza. Porque, a pesar de todo, creía en ella. Y en algún lugar profundo, sabía que sus caminos se cruzarían de nuevo.

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De vuelta en la guarida, Leonardo se sumergió en su entrenamiento, tratando de encontrar consuelo en la disciplina. Sus hermanos notaron el cambio en él, pero respetaron su silencio. Sabían que, aunque la batalla interna de Leo era invisible, era tan real y feroz como cualquier enemigo al que hubieran enfrentado.

Y así, Leonardo y Karai siguieron adelante, cada uno enfrentando sus propios demonios. Pero en el fondo, siempre llevaron consigo la marca de su conexión, un recordatorio constante de que el amor y el deber a veces pueden coexistir en la más profunda de las agonías y esperanzas.

Leorai - Cortos ☁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora