Versión humanos.
---Leo y Karai se conocieron en la universidad, en una clase de filosofía que ambos tomaban. Leo, un joven apasionado con sueños de convertirse en un gran escritor, se sintió atraído de inmediato por la inteligencia y la fuerza de Karai. Ella, por su parte, quedó intrigada por la intensidad y el carisma de Leo. Pronto, sus debates filosóficos se transformaron en largas conversaciones, y esas conversaciones en noches compartidas bajo las estrellas.
—Nunca había conocido a alguien como tú, Karai —le dijo Leo una noche mientras paseaban por el campus—. Eres increíble.
—Tú también eres especial, Leo —respondió Karai, sonriendo—. Me haces sentir viva.
El romance floreció rápidamente, lleno de pasión y promesas. Leo prometió que siempre estaría a su lado, que la cuidaría y la amaría por encima de todo. Karai, aunque cautelosa al principio, decidió confiar en él y abrir su corazón. Sus amigos y familiares los veían juntos y no podían evitar comentar sobre lo felices que parecían.
—Hacen una pareja perfecta —decía Miguel, el mejor amigo de Leo.
—Sí, parecen hechos el uno para el otro —añadía April, una amiga de Karai.
Durante un tiempo, todo fue perfecto. Vivieron momentos inolvidables, viajaron, rieron y soñaron juntos. Pero, como a veces sucede, las cosas comenzaron a cambiar. Leo, envuelto en su pasión por la escritura, empezó a descuidar la relación. Pasaba noches enteras trabajando en su novela, ausentándose emocionalmente de la vida que había construido con Karai.
—Leo, necesitamos hablar —dijo Karai una noche mientras él estaba absorto en su computadora.
—¿Sobre qué? —respondió Leo, sin apartar la vista de la pantalla.
—Sobre nosotros. Apenas pasamos tiempo juntos. Siento que te estoy perdiendo —dijo Karai, con la voz temblorosa.
—No digas tonterías, Karai. Solo estoy ocupado —contestó Leo, visiblemente irritado.
Karai intentó mantener la calma, pero la frustración se acumulaba dentro de ella. —No es solo que estés ocupado, Leo. Es como si ya no te importara. Como si ya no fueras el hombre del que me enamoré.
Leo suspiró, cerrando su computadora de golpe. —No exageres. Sabes que te amo. Solo necesito concentrarme en esto ahora. Es importante para mi carrera.
La distancia emocional creció, y las discusiones se volvieron más frecuentes. Leo, cegado por su ambición, no escuchaba los gritos silenciosos de Karai, sus súplicas por atención y afecto. Una noche, después de otra pelea intensa, Leo decidió salir de casa para despejarse.
—¡Estoy harta de esto, Leo! —gritó Karai, con lágrimas corriendo por su rostro—. ¡No puedo seguir así, sintiéndome sola cuando estoy contigo!
—¡Entonces no sigas! —gritó Leo, abriendo la puerta de golpe—. ¡Quizás estaríamos mejor sin esta constante pelea!
Leo se dirigió a un bar, buscando olvidar sus problemas entre tragos y conversaciones vacías. Allí, se encontró con una vieja amiga, y la noche se tornó en una serie de malas decisiones. Bajo el influjo del alcohol y la confusión emocional, Leo terminó traicionando la confianza de Karai.
Al regresar a casa al día siguiente, lleno de remordimiento, Leo encontró a Karai esperándolo. Ella ya lo sabía. Había visto los mensajes, las llamadas perdidas. Leo intentó explicarse, pero las palabras no alcanzaban para reparar el daño hecho.
—Karai, por favor, déjame explicarte —suplicó Leo, con lágrimas en los ojos.
—¿Explicarme qué, Leo? —respondió Karai, su voz helada y su mirada firme—. ¿Que me engañaste? ¿Que todo lo que dijiste alguna vez no significaba nada?
Leo cayó de rodillas, sintiendo cómo el mundo se desmoronaba a su alrededor. —No sé en qué estaba pensando. Eres lo más importante en mi vida. Por favor, perdóname.
Karai, con el corazón roto pero la mirada decidida, respondió: —Leo, te di todo de mí. Confié en ti, incluso cuando empezaste a alejarte. Pero esto... esto no puedo perdonarlo. Ya te perdí la fe.
Leo sintió cómo esas palabras lo golpeaban con la fuerza de mil tormentas. Se dio cuenta de que había perdido lo más valioso que tenía por su propia necedad. Karai, sin embargo, sabía que merecía algo mejor, alguien que la valorara como ella merecía.
—No quiero que te vayas, Karai —dijo Leo, su voz quebrada por el dolor.
—No me dejas opción, Leo —respondió Karai, sus ojos llenos de tristeza—. Ya no puedo confiar en ti. Esto ha terminado.
Pasaron los días y Leo intentó recuperar lo perdido, pero Karai había tomado una decisión. Se marchó, dejando atrás los recuerdos de lo que pudo ser, decidida a reconstruir su vida lejos de él.
La noticia de la ruptura se esparció rápidamente entre sus amigos y familiares. No podían creerlo. Leo y Karai siempre habían parecido tan felices juntos. Miguel, el mejor amigo de Leo, lo llamó para ofrecerle su apoyo.
—Leo, hermano, ¿qué pasó? —preguntó Miguel—. Ustedes eran la pareja perfecta. Siempre se veían tan felices.
—Lo arruiné, Miguel. Todo fue mi culpa —respondió Leo con voz apagada—. Dejé que mi ambición me cegara y descuidé a Karai. Luego... hice algo imperdonable.
Miguel suspiró, sintiendo la desesperación de su amigo. —Sabes que siempre estaré aquí para ti, pero tienes que entender que esto no será fácil de superar. La confianza es frágil, y romperla tiene consecuencias.
Los hermanos de Leo también se preocuparon. Rafael, su hermano mayor, vino a visitarlo una tarde. Se sentaron en el balcón del apartamento de Leo, observando el atardecer en silencio antes de que Rafael hablara.
—Leo, ¿cómo llegaste a esto? —preguntó Rafael—. Siempre has sido impulsivo, pero nunca pensé que llegarías a perder algo tan valioso.
Leo miró a su hermano, sus ojos llenos de arrepentimiento. —No lo sé, Rafa. Todo se volvió una espiral fuera de control. Me enfoqué tanto en mis sueños que olvidé lo que realmente importaba. Y ahora, he perdido a Karai para siempre.
—Tienes que aprender de esto, Leo. No puedes cambiar el pasado, pero sí puedes cambiar tu futuro —dijo Rafael con firmeza—. No te dejes consumir por la culpa. Usa esta experiencia para ser mejor.
Leo, ahora solo, entendió el verdadero significado de las palabras que alguna vez cantó en su juventud: "Y van a platicar de mí, y van a preguntar también, qué fue lo que pasó si se miraban tan felices?". Comprendió que el amor no solo se trata de promesas, sino de acciones. Y, aunque el arrepentimiento lo consumía, sabía que había sido él quien falló.
Desde entonces, Leo decidió cambiar. Se dedicó a su escritura con más fervor, pero esta vez, también aprendió a valorar a las personas a su alrededor. Nunca dejó de amar a Karai, y aunque ella nunca volvió, su recuerdo se convirtió en una lección de vida.
Cada vez que alguien preguntaba por qué habían terminado, sus amigos y familiares solo podían responder con tristeza. —Leo dejó que sus sueños lo alejaran de la realidad —decía Miguel—. Y al final, perdió lo que más amaba.
Y así, con el corazón marcado por su propio error, Leo escribió la historia de su vida, esperando que, algún día, Karai pudiera leerla y entender cuánto la había amado, incluso después de perderla. La historia de Leo y Karai se convirtió en una advertencia para todos a su alrededor: un recordatorio de que el amor y la confianza son frágiles, y que hay que cuidarlos con todo el corazón.

ESTÁS LEYENDO
Leorai - Cortos ☁
FanfictionCortos de romance de Leonardo y Karai de las Tortugas Ninja, tratare de realizarlos de casi todas las versiones desde 2012 en retroceso. Sin embargo, me enfocare más en la versión del 2003.