Fénix.

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Versión humanos.
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Leo y Karai se conocieron en una fiesta universitaria en una noche cálida de primavera. Leo, un joven ansioso por formar conexiones profundas, quedó fascinado por la enigmática Karai, cuya independencia y actitud distante le parecían irresistibles. Karai, acostumbrada a mantener a la gente a una distancia segura debido a sus propios traumas, vio en Leo una oportunidad para experimentar una conexión, pero sin comprometer su libertad.

En el bullicio de la fiesta, entre risas y música, Leo se acercó a Karai con una sonrisa insegura.

—Hola, soy Leo —dijo, tratando de no mostrar su nerviosismo—. Te he visto en algunas clases. ¿Te gustaría bailar?

Karai lo miró con una mezcla de curiosidad y cautela. —Soy Karai. Y sí, supongo que podría bailar un rato.

En el centro de la pista, Leo sintió una conexión inmediata. Sus ojos no podían apartarse de Karai, mientras que ella mantenía una distancia emocional, observando cómo Leo se abría ante ella. Esa noche fue solo el comienzo de una relación que pronto revelaría lo peor de ambos.

Leo siempre estaba buscando reafirmación y tenía un miedo constante al abandono. Karai, por otro lado, mantenía una fachada de independencia y rechazo emocional para protegerse de la vulnerabilidad.

—Karai, me encanta estar contigo. Siento que podemos compartir todo —dijo Leo un día, mientras caminaban por el parque.

Karai se encogió de hombros, mirando al horizonte. —Es bueno tener compañía de vez en cuando, Leo. Pero no siempre necesito estar con alguien.

Leo sintió una punzada en el pecho. —¿No te importo lo suficiente como para querer estar conmigo?

—No es eso —respondió Karai con frialdad—. Simplemente, no dependo de nadie para sentirme completa.

Con el tiempo, la inseguridad de Leo comenzó a chocar con la distancia emocional de Karai. Leo, ansioso por mantener la relación, se volvía cada vez más necesitado y controlador, mientras que Karai se alejaba más, evitando cualquier señal de vulnerabilidad.

Una noche, después de una pelea particularmente intensa, Leo se derrumbó.

—Karai, ¿por qué no me dejas entrar? ¿Por qué siempre me mantienes a distancia? —preguntó, con lágrimas en los ojos.

Karai lo miró, sus propios sentimientos de confusión y miedo luchando por salir. —No necesito a nadie, Leo. Y no voy a cambiar eso por ti ni por nadie.

Leo sintió su corazón romperse un poco más. Su necesidad de cercanía y su miedo al abandono lo impulsaron a actuar de manera cada vez más desesperada y manipuladora.

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Las semanas pasaron y la tensión entre Leo y Karai siguió aumentando. Leo intentaba constantemente asegurarse de que Karai lo quería, lo que solo hacía que ella se sintiera más asfixiada y se alejara más.

—¿Por qué no respondiste mis mensajes anoche? —preguntó Leo una mañana, con el ceño fruncido.

Karai, mirando su café, respondió con indiferencia. —Estaba ocupada. No tengo que responder de inmediato a todo.

Leo sintió cómo la ansiedad lo consumía. —Pero, ¿ocupada en qué? ¿Con quién estabas?

Karai levantó la vista, su expresión endurecida. —Leo, no tienes derecho a cuestionar cada cosa que hago. Necesito mi espacio.

La constante necesidad de reafirmación de Leo se convirtió en un ciclo destructivo. Se obsesionaba con cada detalle, buscando señales de que Karai realmente lo amaba, mientras ella se cerraba más, incapaz de manejar la intensidad de sus demandas emocionales.

Leorai - Cortos ☁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora