C17: Preguntas y respuestas.

390 38 3
                                    

Cuando ya era de día, ambos seguían allí, acostados en la grama artificial.

— ¿Qué hora es? ¿Por qué no sonó mi alarma? —fue lo primero que Lizbeth dijo al estar despierta.

—Buenos días, Lizbeth —le dijo Derek en tono cordial.

— ¿Derek? —Lizbeth tocó la grama y así notó que no estaba en su cómodo colchón.

—Sí —miró el cielo y el sol resplandeció en su cara, se levantó fastidiado.

— ¿Qué pasó? —preguntó confundida.

—Nos quedamos dormidos aquí —contestó.

— ¿¡Qué hora es!? —se escandalizó ella.

—Ya iremos a revisar eso —Derek tomó las manos de ella para ayudarla a levantarse.

Ambos entraron a la casa, el señor Montblack y la señora Alice ya se habían ido.

— ¿Habrán dejado desayuno? —preguntó Lizbeth hambrienta.

—Son las 10:25 A.M. —dijo Derek, mirando el reloj colgado en la pared de la sala de estar.

—Revisa sí hay algo en la cocina —él lo hizo, pero no había nada preparado ni en la barra ni en el refrigerador, aunque sí había una nota pegada a ésta.

"Chicos, tendrán que cocinar. No quemen la casa, se los ruego"  -Alice.

— ¿Sabes cocinar? —le preguntó Derek a la chica. Esperaba escuchar un sí, pero fue lo contrario.

—No he tocado ni un sartén... ¿y tú?

—No sé qué es eso.

— ¡Oh Dios! ¿Qué mal te he hecho? ¡Sálvame del hambre! —imploraba Lizbeth gritando.

— ¿Y crees que un omelet caerá del techo o tocarán el timbre? —rió él negando con la cabeza.

El timbre sonó.

— ¡Mi omelet! —gritó Lizbeth entusiasmada.

 Derek abrió la puerta, en el suelo habían dejado unas cartas. Él las recogió y las dejó en el comedor.

—Sólo eran las cartas que dejó el cartero —Derek mató las esperanzas de la chica que esperaba un espectacular omelet.

— ¡¿Quién usa cartas para comunicarse en estos días?! ¡Ahora existe el correo electrónico! —gruñó ella y tocó su panza.

—Tu omelet te llegará por correo electrónico también —bromeó él.

—Tonto —ella estaba seria.

— ¿Por qué no intentamos preparar algo, Lizbeth? —sugirió con entusiasmo.

—Haz algo tú —Lizbeth se sentó en el taburete de la cocina.

Derek sacó el pan, la salsa y también una salchicha. Puso todo en un plato. Colocó la salchicha dentro y la salsa.

— ¡Listo! Un hot dog, come —dejó el plato en la barra, justo en frente de ella.

— ¿Herviste la salchicha?

— ¿Hervir? No —estaba confundido.

— ¿No? ¿Tú estás loco? —preguntó indignada.

— ¿Debía hacerlo?

— ¿Tiene salsa? —preguntó fastidiada.

—Sí.

— ¡Odio la salsa! —exclamó ella — Voy a pedir pizza.

—La pizza tiene salsa —dijo Derek con tono obvio.

—Es diferente. En una hoja pegada al refrigerador está escrito el número de una pizzería, ¿puedes llamar?

— ¿Pizza para desayunar? —preguntó extrañado.

—No hay hora establecida para comer pizza. Llama ya —Lizbeth estaba desesperada.

— ¿Cómo la quieres?

—4 quesos y maíz.

Derek llamó y en 10 minutos el repartidor se encontraba allí. Lizbeth le pagó y se sentaron a comer el suculento desayuno.

—Juguemos a preguntas y respuestas —sugirió Derek devorando una porción.

—Bien, empiezas tú.

— ¿Por qué te quedaste ciega? —preguntó curioso.

Lizbeth suspiró antes de dar su respuesta:

—Fue por un accidente de auto hace 7 años, pero no quisiera extender el tema —dijo cabizbaja.

—Entiendo...pues vives bien guiándote con la tecnología, estás acostumbrada y hay algo positivo: has ayudado a muchos niños ciegos a leer en el sistema Braille —intentó animarla.

—Sí, me toca preguntar —dijo mientras comía más pizza—. ¿Dónde está tu familia?

—En mi país natal —dijo rápido—. ¿Tu hermana tiene novio?

— ¿Por qué te importa eso? —frunció el ceño entre intrigada y... ¿enojada?

—Es preguntas y respuestas, no preguntas y preguntas.

—No lo sé —mintió Lizbeth ya que sí sabía la verdad.

—Bien, otra pregunta. ¿De qué trabaja tu papá? —el único objetivo de Derek con este juego era sacarle información a Lizbeth sobre su padre.

— ¡Me tocaba preguntar a mí! —reclamó Lizbeth.

—Sólo responde esta —le pidió.

—Trabaja en la empresa que dejó mi abuelo, antes dirigía el negocio con mi tío, pero se murió, ahora lo hace solo —explicó con tristeza en su voz.

— ¿En qué consiste la empresa? 

—Empresa inmobiliaria, compran casas y apartamentos para venderlos —explicó.

— ¿Trabaja todos los días?

—Excepto los domingos y feriados.

— ¿Dónde queda la oficina?

— ¡Que peguntón! Me tocaba a mí — exclamó Lizbeth, extrañada por las preguntas de Derek.

Ella no sabía que Derek necesitaba esa información y no había que decírselo.

—Sólo responde esa pregunta —le suplicó intentando no alzar su voz para no perder la oportunidad de tener la información que necesitaba.

— ¿Por qué tanto interés? — Lizbeth alzó una ceja.

—Curiosidad, hermosura, curiosidad —su tono de voz  era suave, lo usaba cuando quería convencerla de algo.

—Jamás vuelvas a pedir esa pizza —dijo Lizbeth.

— ¿Por qué?

—Le echaron algo —afirmó convencida.

— ¿Qué? ¿Por qué lo dices? —Derek creía que a Lizbeth, a veces, le pica el zancudo loco.

— ¡Me llamaste "hermosura"! Esa pizza tiene algo y te afectó —exclamó en tono tenso.

Derek rió, se levantó del sillón y se sentó al lado de ella. Pasó su brazo por el hombro de la chica y habló.

— ¿Quién ha dicho que no puedo llamarte así, nena? —dijo coqueto.

— ¡Yo! —exclamó y lo empujó con su mano.

¿Esta chica tiene corazón de piedra o es anti-amor?

Experimento 366Donde viven las historias. Descúbrelo ahora