Tras acabar el día de ensayos con Karma, terminé completamente agotado. Después de cenar con mis compañeros, caí rendido en la cama y me quedé dormido casi al instante.
Al día siguiente, tras un desayuno rápido con los chicos, me dirigí a uno de los boxes de ensayo. Allí encontré a Theo, practicando su canción para esta semana. Recordé que el día anterior me había comentado lo mucho que le costaba la coreografía, así que me acerqué para ofrecerle mi ayuda.
— Oye, Theo —dije, apoyándome en el marco de la puerta transparente del box—, ¿te ayudo al final con la coreografía o te pillo ocupado?
Theo levantó la vista, visiblemente estresado, y me lanzó una mirada que parecía debatirse entre el alivio y la frustración.
— Porfavor te lo pido, me vendría bien la ayuda. Esta coreografía me está matando te lo juro.
— ¿Vamos a la sala de Abril? — Le pregunté con una sonrisa.
— Me parece bien — Comentó el devolviéndome la sonrisa.
Entré en la sala y me puse a su lado, observando sus movimientos. Había algo en su actitud que me hacía pensar que no todo estaba bien.
— Vale, empecemos desde el principio —le dije, tratando de sonar animado mientras visualiza el vídeo de Vicky haciendo su coreografía de la semana
— Igual si está parte, un momento — Dije Pausando el vídeo en el minuto 2.
— Igual si haces más fuertes los golpes de esta parte, y prácticas la parte en la que subís del suelo simplemente para que quede más limpia igual así estás más cómodo quizás,no se, tampoco veo que te salga muy mal la coreografía.
Theo asintió, aunque no parecía completamente convencido. Nos pusimos a trabajar en los detalles, concentrándonos en mejorar sus movimientos. Poco a poco, su actitud fue relajándose, pero aún había una tensión palpable en el aire.
— Vamos a intentar este tramo juntos, ¿te parece? —le sugerí, acercándome a él.
— Claro, suena bien —respondió Theo, con una leve sonrisa.
Nos sincronizamos para realizar la parte más complicada de la coreografía. Theo seguía teniendo dificultades, pero su determinación era evidente.
— ¡Bien! Ahora, al subir del suelo, recuerda mantener el equilibrio —le indiqué.
En un momento de la coreografía, Theo perdió el equilibrio y, en un intento de sostenerlo, ambos terminamos cayendo al suelo, enredados. La cercanía repentina hizo que nuestros rostros quedaran a pocos centímetros de distancia. Una tensión distinta, más intensa, se instaló entre nosotros.
— Lo siento —murmuró Theo, su respiración algo entrecortada.
— No te preocupes —le respondí, notando cómo mi corazón latía más rápido—. Solo fue un accidente.
Nuestros cuerpos aún estaban muy cerca, y podía sentir su respiración contra mi piel. Por un instante, nuestros ojos se encontraron, y el ambiente se cargó de una tensión eléctrica.
— Quizás... deberíamos levantarnos —sugirió Theo, sin moverse todavía.
— Sí, claro —respondí, aunque ninguno de los dos parecía dispuesto a romper el contacto inmediatamente.
Finalmente, nos levantamos con cierta torpeza, aún riendo un poco por la caída.
— Gracias por ayudarme, Nacho —dijo Theo, su tono ahora más suave, casi cómplice.
— Nada corazón — Dije con una amplia sonrisa.
— Creo que voy a merendar o algo, me muero de hambre sinceramente, te vienes? — Comenté mientras metía lo que había sacado en mi tote bag.
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Ecos de un amor infinito
RomanceEn el caos de los castings para un concurso musical, dos almas divergentes se cruzan en un encuentro fortuito. Miguel, con su aura enigmática y reservada, encuentra en Nacho un rayo de sol personificado. A pesar de sus diferencias como el día y la n...