Todavía no podía creer que Miguel hubiera pasado todas las vacaciones ignorándome. Cada vez que abría WhatsApp y veía que ni siquiera había leído mi mensaje, el nudo en mi estómago se apretaba más, como si cada día que pasaba, el peso de su indiferencia aumentara. Sabía perfectamente que mostrarme vulnerable no era lo mío, que siempre evitaba las situaciones que me forzaban a desnudar mis emociones, pero esta vez decidí hacer una excepción. Quise arriesgarme, ser sincero, decirle lo que sentía sin tapujos. Y él, simplemente, me dejó en el limbo, en ese lugar incómodo donde las palabras flotan sin respuesta. Ni siquiera tuvo los santos cojones de leerme.
¿Tan fácil le resultaba actuar como si yo no existiera? ¿Acaso le importaba de la misma manera que a mí me importaba el? Esas ideas me carcomía por dentro. Durante días, repasé cada conversación en la academia la semana de antes a navidad. Analicé cada palabra que le dije, buscando señales de algo que pudiera haber hecho mal, algún indicio de que había cruzado una línea sin darme cuenta. Pero no encontraba nada. La última charla que tuvimos, tan normal como siempre, seguía grabada en mi mente. Una conversación ligera, sin nada que indicara que todo se iba a desmoronar de repente. Sin embargo, ahí estaba, el eco de su silencio, cada vez más doloroso.
Lo que más me dolía era que él sabía lo difícil que me resultaba abrirme. Sabía lo mucho que me costaba mostrar mis sentimientos de manera tan cruda, tan honesta. Había sido un salto al vacío, y al final, no hubo nadie para atraparme. Había caído solo, golpeándome contra el frío pavimento de la indiferencia. Ni una palabra, ni un gesto que indicara que le importaba lo más mínimo. ¿Cómo se podía romper algo tan de repente y de una manera tan cruel?
Me torturaba el hecho de no tener respuestas. No sabía qué había pasado. No sabía por qué Miguel había decidido apartarse de mí de esa forma tan abrupta. Y lo peor de todo es que ni siquiera me dio una pista, ni una mínima señal de advertencia. Simplemente desapareció. Lo que antes se sentía como una conexión cercana, casi inquebrantable, ahora parecía un sueño lejano, difuso.
Mi angustia se mezclaba con la incomodidad del presente. Allí estaba, en la entrada de la academia, a punto de enfrentarme a mis compañeros después de las vacaciones de Navidad, mientras las cámaras lo retransmitían en directo para todo el mundo. Sabía que muchos estarían observando, esperando alguna señal de emoción en mi rostro, pero yo solo sentía una pesada mezcla de ansiedad y resignación. Noemí, la directora de la academia, se giró hacia mí con una sonrisa que parecía demasiado brillante para la situación.
—¿Estás listo para reencontrarte con tus compañeros? —preguntó, mientras la cámara seguía grabando, capturando cada segundo de mi respuesta.
—Sí —contesté, forzando una sonrisa amplia que no sentía. Por dentro, el bucle de pensamientos sobre Miguel no dejaba de agitarse. No tenía ni idea de quién había llegado a la academia antes que yo. Noemí, en su estilo característico, no quiso darme ninguna pista. "Será una sorpresa", me había dicho con una sonrisa traviesa, pero en ese momento, lo último que quería eran sorpresas.
—Pues adelante, cariño —dijo, abriéndome la puerta con un gesto amplio, dándome paso al interior.
Tomé un respiro profundo mientras empujaba mi maleta y cruzaba el umbral, intentando recomponerme. El edificio me resultaba familiar, pero esta vez algo era diferente. Mis pasos resonaban en el pasillo vacío, y la sensación de incertidumbre me apretaba el pecho. ¿Estaría Miguel ahí? ¿Habría llegado ya, o seguiría ignorándome incluso en persona?
—¿Hola? —dije en voz alta, mi voz resonando en el aire enrarecido. La academia parecía extrañamente silenciosa. Sabía que las cámaras seguían cada uno de mis movimientos, pero en ese instante, no me importaba. Solo podía pensar en ese momento inevitable en que nuestros caminos se cruzarían de nuevo. Y en la posibilidad aterradora de que, al igual que en mi mensaje, me ignorara una vez más, como si no existiera.
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Ecos de un amor infinito
RomanceEn el caos de los castings para un concurso musical, dos almas divergentes se cruzan en un encuentro fortuito. Miguel, con su aura enigmática y reservada, encuentra en Nacho un rayo de sol personificado. A pesar de sus diferencias como el día y la n...