“Yo tengo ganas como las tienes tú de comerte de nuevo.”
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Las comisuras de sus labios bajaron con cierta fascinación ante la audacia que tenía Malena para atreverse a contestarle tan descaradamente, por lo menos hasta que pensó en lo mucho que le podía que lo hiciera y las elevó en una sonrisa juguetona, sin poder dejar de imaginársela frente a él esa misma noche. Que aunque por mucho que quisiera, no sucedería.
Llevaba semanas hablando con la modelo por mensaje, quién extrañamente había conseguido su número y quiso suponer que Paulo se lo había dado, por mucho que lo negara cada vez que se lo preguntaba. En cualquier momento hubiera pensado que se trataba de una enferma, que había hecho hasta lo imposible para llamar su atención y que lo único que merecía era que la bloqueara sin darle beneficio a la duda; pero había sido todo lo contrario. Le parecía tan loca como lo estaba él. Podía notar como quería sacarse las ganas, como deseaba poder llegar a tantas cosas solo con tener el tupé de escribirle, no era la primera y mucho menos la última que lo intentaría, pero sí sería la primera que él se encargaría de rechazar por mucho que quisiera llevársela a la cama. Lisandro le había pedido que se alejara de ella y jamás traicionaría a un amigo.
Por eso prefería hacerse el boludo tanto como podía.
—Ahí viene Licha, pa. —Avisó Paulo, señalando la puerta del vestuario donde se podía ver al entrerriano acercarse junto a su combo. Cristian y Nahuel.
Enzo suspiró en lo que dejaba su dispositivo celular a un costado, solo para bajar su torso al querer atar mejor sus zapatillas. Todavía tenían tiempo hasta que empezara el partido.
—Che, Rodri va a hacer una jodita después del partido, ¿van a ir? —El acento cordobés de Cristian les llamó la atención.
No se cansaban nunca de vivir de joda en joda.
—Sí, seguro sí. —Asintió Enzo aún sin dirigirles la mirada como los demás. —Igual tengo que hablar con mi mujer. —Realizó una mueca, levantándose con tal de saludar a sus compañeros que no había visto desde temprano.
—¿No te suelta la correa todavía? —Se burló Paulo mientras lo imitaba, acercándose a saludar al otro cordobés antes de seguir con el resto de sus compañeros.
—Yo correa no tengo, compa, fíjate vos que hacés para que tu jermu te deje salir esta noche. —Retrucó con esa sonrisa victoriosa al ver una mueca formarse en su rostro.
Obvio que tenía razón y Oriana no lo dejaría salir ni porque le rogara. Cornuda consciente prevenida vale por dos.
—Ya veo que hago. —Murmuró, alejándose para agarrar su celular al escucharlo sonar. —¿Dónde va a ser? —Elevó su mirada para ver a los chicos que traían la información, solo para ver a Nahuel encogiéndose de hombros.
—No dijo. —Licha respondió finalmente, acercándose a su lugar asignado para ver sus prendas disponibles. Todo en su lugar. —Igual seguro va a ser en un apartamento o algo.