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Yo nunca busco problemas, soy solo una nena buena pero a veces pareciera que me persiguen.”

°°°

Malena siempre había sido la más atrevida de sus amigas, lo habían notado por la manera en que disfrutaba de su libertad en la soltería, acostándose con cada hombre que quisiera pero, ¿cómo no? Si con esa carita tenía todo fácil. No había hombre que no cayera por sus encantos si ella se insinuaba, por ello Paulo solía molestarla con llamarle “gato” desde que conoció esa faceta traviesa, y no era como si le jodiera; era más que consciente acerca de sus beneficios si de su físico se trataba. Nunca le habían dicho que no. Pero ella sí amaba decir que no. Amaba ver la cara de decepción en los hombres cuando su respuesta era negativa al pedido de un beso o algo más sugestivo, le gustaba jugar con ellos siempre y cuando obtuviera lo que quería, le gustaba ilusionarlos y luego ghostearlos cuando le aburrían –que era más común de lo normal– para seguir con su vida. Y por alguna razón, sentía que le estaba llegando su karma con nombre y apellido.

Enzo Fernández. El karma en persona.

Sabía la clase de persona que era, porque era igual a ella. Dos despiadados egoístas que solo pensaban en ellos mismos sin importarle a quien lastimarían en el proceso. Enzo era tan igual a ella a simple vista que estaba tan segura de que todos los planes que tenía en su cabeza terminarían tan mal como habían empezado, principalmente con esos mensajes sin contestar que tenía desde la tarde. No quería verlo, necesitaba verlo antes de irse de Londres, cada vez estaba más impaciente por pasar una noche con él y eso solo la hacía descolocar; jamás había estado tan mal por un hombre y su atención. Pero tampoco se dejaría mostrar como tal. Jamás.

Su orgullo era tan o más grande que sus ganas por verlo y no se rebajaría por ningún hombre ni por muy lindo que fuera. Por ahora.

—¿Te siguió? —Emma se acercó a su celular curiosa, viendo como Malena negaba de inmediato.

—No, no sé qué onda este. —Chasqueó su lengua, entrando al perfil que tanto había observado toda la mañana. Lisandro Martinez. —Ayer me vió y estaba celoso. —Sonrió ladinamente, recordando cada palabra que había logrado llamar su atención.

—¿Ya te flechó también? —Se burló la rubia, arrebatándole el celular para chusmear el perfil tanto como su amiga.

—Na, no tiene lo que tiene Enzo ni en pedo. —Murmuró, mirando sus manos mientras su mente volvía al morocho de tatuajes. Qué varón. —Pero no sé… Tiene algo. —Suspiró.

—Igual cuidado. —Realizó una mueca, devolviéndole el celular despacio, sin dejar de mirar la pantalla. Malena la miró sin entender. —Lo sigue Romi. —Señaló con su mentón, haciéndola ver los seguidos en común al instante. Clarísimo. Romina Conti, la pelirroja del grupo de sus amigas. Con razón preguntaba tanto por Lisandro ayer. Inhaló profundamente y simplemente se salió con agilidad de la aplicación, dejando su celular a un costado antes de hacer algo que no debía. —¿No le vas a decir nada? —Alzó una ceja a su dirección.

—¿Qué le voy a decir? —Negó, tomando su vaso térmico para seguir ingiriendo su jugo natural. —Bastante buitre sabemos que es. —Se encogió de hombros, recordando las mil y una cagadas que se había mandado con el resto de su grupo.

—¿Y vas a dejar que se meta con Licha, entonces?

—No, ni en pedo. —Frunció el ceño, siquiera pensando en la posibilidad de dejarle el camino libre con alguno de sus pretendientes. —Pero Lisandro no le va a dar bola. —Pasó su lengua por sus dientes.

—¿Tan segura estás? —Preguntó incrédula, como si lo que estaba diciendo era una locura.

Pero tenía razón. Nunca se tenía que confiar.

GATA. | ENZO FERNÁNDEZ, LISANDRO MARTINEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora