004.

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Y no quiero saber si hay otro más porque se me va a dañar la mente.

°°°

—¿Malena es esa? —La voz de Paulo desconcertó a Lisandro tras suyo, quien no podía creer aún la vista que tenían del DJ, donde Enzo devoraba a Malena sin importarle quién podría estar observando o juzgando sus acciones.

—¿La conoces? —Preguntó por sobre la música, descolocado por toda la situación que presenciaba desde su lugar.

—Era compañera de Ori de modelaje, vino a casa un día y pegamos re buena onda. —Se encogió de hombros. —Es amiga mía. —Concluyó, terminando por explicar las razones de su presencia en las fiestas organizadas días atrás.

—Bueno, ella es la morocha. —Hizo énfasis en el apodo, llamando su atención. Con que esa era la morocha. —Y a él lo voy a cagar a trompadas. —Chasqueó su lengua, terminando su bebida de un solo trago.

Paulo aún intentaba entender la situación. Ambos se habían cogido a una de sus amigas, Lisandro se había enganchado y, por encima de eso, Enzo parecía importarle poco o nada lo que pensaría su amigo al verlo besarla. Y quizás era porque era más cercano al menor de los tres o porque pensaba similar con respecto a sus ideales, pero no le veía tanta magnitud a la situación como para enojarse entre ellos por una mujer.

—Igual no entiendo porque tanto quilombo si solo estuvieron esa vez. —Intentó explicarse, sin querer llevarse una mala respuesta por sus dudas. —Malena no busca nada, Licha, sacate eso de la cabeza porque no te conviene meterte ahí tampoco. —Aconsejó, sabiendo que en el fondo estaba ayudando a Enzo al sacarle peso al momento.

—Nunca dije que yo sí buscaba algo. —Negó. —Pero me rompe las pelotas que Enzo se meta sabiendo que yo la vi primero.

—¿Qué son? ¿Dos nenes? —Pareció burlarse, que aunque sabiendo a lo que se refería, no quería que todo se volviera más grande de lo que era. —Se la comen los dos y ya fue, Licha. —Se encogió de hombros, tomando un trago más de su bebida alcohólica.

Eso sí que le parecía de dos nenes. Lisandro no podía entender la falta de códigos entre sus amigos, pero aún así, no pensaba amargarse la noche. Pero mucho menos, pensaba rendirse. Se dirigió junto a Paulo hasta la barra más cercana y ambos pidieron un trago más de la fuerte bebida alta en niveles alcohólicos que habían pedido apenas habían pisado el lugar, en lo que entre charlas y canciones esperaban a que el futbolista faltante se acercara nuevamente a ellos. Como si pudiera ignorar el hecho de que estaba con Malena y no en el baño, dónde había dicho que iría. Porque mientras ellos pasaban una noche tranquila pero ansiosa, Malena y Enzo no paraban de bailar entre besos subidos de tono y toqueteos desubicados, que solo subían la temperatura acumulada por los pasados minutos bajo las luces de colores y rodeados de la fuerte música reproducida por el DJ a pasos de ellos.

Enzo besaba su cuello con paciencia, acariciando su cintura expuesta mientras Malena se dejaba llevar por ese efecto del alcohol en su cuerpo, sintiéndose tan bien como hubiera imaginado en los brazos del morocho. La música de fondo quedó en segundo plano en el instante en que la modelo giró una vez más, en busca de probar sus labios por enésima vez en el tiempo pasado, pero falló apenas lo sintió alejarse con esa mueca burlesca pero que tan atractivo lo hacía ver cada vez que la mostraba.

—Me tengo que ir, hermosa. —Avisó, acercándose a ella para ser escuchado. Malena puchereó inevitablemente.

No quería que se fuera.

—¿No te vas a quedar? —Pasó sus manos por su cuello, queriendo persuadirlo por más imposible que fuera. —Dale, quédate… —Sus ojos viajaron por todo su rostro, deteniéndose exactamente donde quería estampar sus labios.

GATA. | ENZO FERNÁNDEZ, LISANDRO MARTINEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora