•Capítulo 03•

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Deena amaba el bosque, el mar y todo lo que tuviera que ver con la naturaleza, de una manera irónica su película favorita siempre fue Tarzán, en sus fantasías de niña le gustaba la idea de vivir en una selva rodeada de la vida silvestre, sin preocupaciones, sin tareas o deberes de la casa, sólo comer fruta con los animalitos.

Sus salidas favoritas eran al bosque nacional, acampar, hacer picnics ahí mientras jugaba con su papá.

Cuando César llegó a su vida, aquellas salidas fueron más frecuentes, Deena se había apegado mucho a la familia de Will que no era raro verla paseando por los pasillos como si fuera casa suya, inclusive tenía su propia habitación, ella era prácticamente un miembro más.

Y la risa sarcástica salió de ella mientras se limpiaba el resto de lágrimas, había vuelto a sentarse en los escalones de piedra en lo que César salía de la cueva junto a Maurice y Rocket, unos detalles con respecto a la caza que tendrían en unos minutos o eso había entendido, además que le devolverían su mochila.

El origen de su risa era ante las situaciones del destino, tal vez había manifestado tanto una vida como la de Tarzán que la vida le estaba dando esa oportunidad pero no era como realmente le hubiese gustado.

Escuchó unos pasos a lo que se giró para notar la nueva presencia, lo reconocía un poco, era el hijo de César y traía su mochila en mano, la cual la arrojó a sus pies sin siquiera acercarse mucho, Deena volvió a reír al ver su acto mientras alcanzaba su mochila.

—Sabes que no soy para nada peligrosa, son cientos de simios contra una humana ¿Quién crees que ganaría?

El joven simio se mostró reservado, no queriendo entablar una conversación con ella pero había sido mandado para vigilarla en lo que el resto de los simios se iban a cazar, sintiéndose furioso por perderse ese valioso momento por cuidar a una humana.

Simios dicen que humanos son una amenaza.

Deena suspiró mientras veía lo que tenía en su interior, su libreta, extrañamente estaba su chaqueta, lo agradeció, en general estaba casi todo su contenido a excepción de su lanza.

De acuerdo, se lo esperaba.

Señaló.

Y tienen razón. —Alzó su cabeza para verlo  mejor, seguía marcando su distancia entre ellos, con una postura bastante a la defensiva—. Pero puedes confiar en mí, yo jamás les haría daño.

No estaba convenciéndolo mucho, no quería seguirlo agobiando con sus palabras así que simplemente dejó a un lado su mochila mientras se levantaba, queriendo echar un vistazo por el lugar, era pequeño y muy fresco, las brisas del bosque entraban por los huecos de la madera, había una vista amplia de todo el bosque.

Escuchó un ulular fuerte, detuvo su corta expedición para regresar con el joven simio.

—Te caerás.

Se limitó a reír suavemente.

—Lo tendré en cuenta, gracias. —Continuó con su curiosidad un poco más limitada, aunque no había mucho más que ver, todo lo que quería apreciar era fuera de la cabañita.

Logró posicionarse al lado del joven simio, finalmente pudo ver mejor la aldea de los simios, ahora sólo habían hembras y crías, unos que otros machos que hacían de guardia en la entrada, Maurice estaba junto con las crías.

—¿Les enseña? —preguntó al aire, siendo más una expresión de sorpresa al encontrarse con un sistema escolar, todo el abecedario estaba pintado en la roca junto al eslogan "Simio no mata simio".

Crías a partir de un año reciben enseñanzas. —Logró entender mientras lo veía desde su hombro, pues tan pronto Deena se había movido hacia su dirección, él había dado unos pasos atrás.

𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 | 𝘓𝘢𝘴𝘵 𝘏𝘰𝘱𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora