Si los simios pensaban que Deena iba a quedarse de a gratis, estaban muy equivocados.
Inclusive la propia Deena se sorprendió cuando la reunieron para hablarle sobre las reglas y condiciones de la colonia.
Por decisión unánime en el consejo de simios, liderado únicamente por Maurice, Rocket y Luca (a quien conoció después de la cena) y por supuesto, César; llegaron a la conclusión de que si Deena iba a vivir con los simios, debía de vivir como uno.
Lo cual implicaba adaptarse a las leyes de la aldea y colaborar en esta, ayudar en los deberes de los simios, como conseguir alimento que no implicaba una presa grande, recolección de ramas y frutos, así como apoyar a Maurice en la enseñanza a las crías.
Por supuesto fue el propio orangután quien sugirió esa tarea y de todas era la que más le agradaba a Deena.
Aunque ella había esperado que le otorgaran una "habitación" propia, no sé sorprendió cuando el veredicto final de César fue que ella estaría en la misma cabaña que él y sus hijos, habían varias razones para eso y la que más sobresalía, así como también la más obvia, era por la simple cercanía y familiaridad entre ellos, César confiaba en sus simios, por supuesto, pero se sentiría más tranquilo si tuviera a Deena en un lugar seguro, donde él pudiera verla, ese lugar era su propia cabaña.
Estando ahí, Deena le dejó sobre el nido su navaja, bajó la atenta mirada de César.
—No la guardé en la mochila, la tuve siempre conmigo, supongo que no la necesitaré más... —El simio notó entre sus dedos la pequeña arma, como si estuviera analizándola, la veía de un lado y de otro, hasta que finalmente volvió a extendérsela a Deena—. ¿Por qué?
—La necesitarás. —Alcanzó su mano para abrir su palma y dejar sobre esta la navaja, firmó—. Cuando salgas con simios, podrías encontrarte con animales.
Si bien una simple navaja no le sería de mucha utilidad si debía de enfrentarse a los animales, era mejor ir armada que sin nada, eso era lo que realmente le quería decir.
Apretó dicho objeto contra su pecho mientras asentía, encaminándose a su mochila para guardarla, era la primera vez que dormía sobre un techo firme, sin pasar frío o hambre.
La comida, estaba deliciosa, cocida casi a la perfección pero seguía siendo una carne de ciervo completamente comestible y con buen sabor, o quizás simplemente tenía hambre.
Ojos Azules entraba en silencio, sosteniendo algo en brazos, Deena no tuvo que verlo demasiado para identificar a Cornelius, su voz se escuchó en el manto del silencio nocturno.
—¿Puedo cargarlo? —Ambos simios se giraron tras escucharla, ella señaló levemente a la cría—. A Cornelius.
Ojos Azules buscó una respuesta en los ojos de su padre, inconscientemente apegando más a su hermano contra su pecho, César le dió un leve movimiento de cabeza y aunque tuvo en sus intenciones contradecir a su padre, el ver a la humana posarse a su lado y estirar sus manos hacia él le hicieron detenerse.
Ya había un trato de por medio, ningún ser amaría el ser lanzado desde la cascada, por lo que se respaldaría con esas palabras para mantener una dudosa confianza en Deena.
Cornelius ya había visto a la mujer, ya estaba soltándose de su hermano para saltar hacia ella tomándola completamente desprevenida pero siendo lo suficientemente rápida como para atraparlo.
—Hey... —saludó en lo que lo acunaba, sirviéndole de soporte al momento de aferrarse a sus ropas.
Había algo que quería alcanzar, pues estiraba su mano hacía su rostro, cuando Deena inclinó su cabeza supo que lo que Cornelius buscaba era su cabello, lo tomó entre sus pequeñas manos luciendo fascinado con una textura diferente.
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𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 | 𝘓𝘢𝘴𝘵 𝘏𝘰𝘱𝘦
Fanfic❝𝑴𝒖𝒋𝒆𝒓, 𝒕𝒖́ 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒂𝒃𝒊𝒕𝒂𝒔 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒊𝒎𝒊𝒐𝒔 ❞ |• Sostuvo desde el primer instante la mano de quien la historia recordaría como "el rey simio", durante tantos años permaneció a su lado hasta que tuvo que soltarlo de manera...