•Capítulo 11•

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|Laboratorios de GEN-SYS, 18 septiembre 2011|

—Steven por favor, —Detrás del director del laboratorio corría una pequeña chica quien no dejaba de soltar palabras suplicantes—, no puedes hacer esto, es poco ético y moral, ¡Es asesinato!

El hombre de tez morena soltó un suspiro de cansancio y fastidio, callando a la chiquilla con una de sus manos.

—Detente, Deena, no aceptaré tus discursos moralistas, agradece que te he dejado estar aquí, no me hagas prohibirte la entrada. —Estaba siendo demasiado duro con sus palabras, estaba muy furioso con cómo había salido la reunión con la junta.

Ojos Brillantes había mostrado un comportamiento agresivo cuando intentó ser sacada de su cubículo, había atacado a los asistentes del laboratorio y corrió por todo GEN-SYS, hasta que fue derrotada con dos balazos en su cuerpo... Y por más que Will y Deena gritaron que no lo hiciera, aquel oficial sólo realizó su trabajo.

Ojos Brillantes había muerto.

Y ese mismo destino les esperaba al resto de chimpancés.

—Franklin, necesito que busques una manera económica y rápida de dormir a estos animales. —Habían llegado al área de experimentación, sólo dijo su orden y continuó caminando.

Los angustiados ojitos de Deena pedían un auxilio en Franklin, quien se unió a ella en la persecusión de Jacobs.

—No podemos hacer eso... Son seres vivos, ellos sienten, tienen sentimientos.

—¿Sentimientos? Dirijo un laboratorio, no un zoológico, se lo dije a Deena y te lo diré a ti, no me interesa, estoy perdiendo mucho dinero, si quieren llevarse a todos estos malditos monos a sus casas, háganlo.

—En realidad son simios...

Los pasos de la chica se detuvieron mientras Franklin seguía intentando convencer al frío Steven, ¿cómo podía tener tan poco corazón?

¿Todo terminaba así? ¿Ese era el destino para todos los simios?

Con un corazón latiendo con fuerza, Deena empezó a correr en dirección a dónde los inocentes e ignorantes simios estaban, encerrados en sus cubículos sin tener idea alguna del destino que les estaba esperando, la chica fue acercándose a la puerta de estos uno por uno.

Conocía sus nombres, los conocía a todos, sabía lo que les gustaba comer o cómo dormían, amaban jugar, eran como niños, inocentes, no culpables de no satisfacer los deseos egoístas de los humanos.

Su mano se posó sobre el cristal de uno de los chimpancés que dormían cómodamente, acurrucado entre sus mantitas, buscando calor en las frías paredes.

El corazón de Deena no podía soportar esto.

—Lo lamento... —Fue lo que comenzó a murmurar delante de cada puerta pues era lo único que podía hacer en ese momento, era demasiado joven, inexperta y sin poder alguno, ojalá tuviese la posibilidad de llevarlos a todos a su casa.

Nunca había alguien ahí, podía dejarlos fácilmente, estarían seguros y protegidos en su techo, sin nadie que pudiera amenazarlos, pero Deena sabía que eso no era posible.

La chiquilla tuvo que ponerse de cuclillas recargando su frente en donde antes había estado Ojos Brillantes, soltando un par de murmullos inentendibles pero que expresaban su dolor ante la injusta situación, los pocos ayudantes del área que se encontraban ahí no le hicieron caso, prefiriendo que la niña llorase lo que necesitara.

"Se olvidará de todo en un par de meses" era lo que se decían unos a otros.

Fue un jalón en su corazón lo que cortó su llanto, su mano se movió hasta su pecho sin saber porqué había sentido esa punzada, se incorporó lentamente con el objetivo de salir de ahí para buscar a Will, a su padre o a alguien que pudiera detener esto.

𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 | 𝘓𝘢𝘴𝘵 𝘏𝘰𝘱𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora