•Capítulo 12•

13.3K 1K 992
                                    

|San Francisco, 03 de marzo 2019|

Will no tuvo la oportunidad de estacionarse cuando Deena saltó fuera del auto, llevándose el grito de preocupación de Caroline y el propio Will, la de ojitos azules caminó marcando cada uno de sus pasos hacia la camioneta que llevaba a César, bajándolo con una especie de correa en su cuello.

—Quítenle esa mierda de encima. —Le estaban lastimando ¿No lo veían? César intentó acercarse a Deena pero esa correa le restringía el movimiento, enfureciendo aún más a la joven y llenando de impotencia al simio—. ¡Que le quiten eso!

—Es una orden judicial, señorita. —El hombre puso la mano cerca la chica para impedirle que siguiera acercándose, Will se paró a su lado tratando de calmar la creciente discusión, su mano tocó el brazo del simio demostrándole que estaba ahí, que estaba con él mientras su otra mano cubría el hombro de Deena para calmarla.

—Nosotros lo llevaremos, suéltenlo.

—Ya dijimos que no. —César se estaba desesperando, intentaba arrancarse ese molesto collar del cuello pero sus dedos eran demasiado grandes, quería irse con ellos, quería ir a casa.

—Está bien. —Se escuchó una voz a lo lejos, un hombre rellenito y algo viejo, les hizo una seña desde su posición—. Que entren cuando estén listos.

Una vez con el permiso otorgado del dueño del refugio, tuvieron que retirarle el arnés, Caroline estiró su mano hacia el hombre agradeciéndole por permitirles llevarlo, pero tan pronto como César se vió libre, este salió corriendo llevándose a Deena de la mano, esta al estar desprevenida logró ser jalada por el simio, Will los detuvo poniéndose frente a César, tomándolo por los hombros y cubriendo su rostro para que le viera.

—Escucha César, tranquilo, vas a estar bien. —El simio comenzó a hacer unas señas insistentes sobre "casa" "regresar a casa", Will tomó su mano entre las suyas, apretándola con todo el amor que podía demostrarle.

Caroline se agachó ligeramente para poder tomar el brazo de César.

—Hay que ver cómo está el lugar, ¿De acuerdo?

¡No! ¡Él no quería ver ningún otro lugar! ¡Quería irse a casa! Se giró insistente hacia Deena, entre sus manos tomaba los bordes de su playera como si quisiera aferrarse a ella, no queriendo separarse de la chica de preciosos ojos azules, unas iris que demostraban la más profunda tristeza, como las profundidades de un mar... Agonizante. Deena tomó los brazos de César con fuerza, como si quisiera demostrarle que no iba a pasar nada, escondiendo su propia angustia para regalarle fortaleza al simio asustado, aún sin soltarse mutuamente, la chica observó a Will.

Y él conocía esa mirada.

Por más que quisiera hacerlo, no podían... Ahora definitivamente no tenía el poder para llevarse a César de ahí.

—Will...

—Lo solucionaremos, Dee, te prometo que lo solucionaremos. —Unas palabras que esperaban llegaran a su propio interior, trataba de convencerse a sí mismo y a la chiquilla que le miraba suplicante, como si fuese aquella niña de 13 años que sostenía al simio entre sus brazos, llorándole por su salvación.

Cómo ahora.

Pero no podían hacer nada.

Carolina al ver qué ninguno de los dos parecía tener intenciones de moverse de ahí, la chica con claras ideas de tomar el auto, irse con César y jamás volver a pisar San Francisco y Will dispuesto a seguirles detrás, la mujer sostuvo las manos de ambos, dándoles un leve apretón para sacarles de su ensoñación.

𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐯𝐢𝐥 | 𝘓𝘢𝘴𝘵 𝘏𝘰𝘱𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora