El conejo que buscó y encontró

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¡Busquen!¡Busquen! ¡No paren de buscar! Algún día encontrarás aquello que anhelas, ¿Será aquello que te de felicidad? ¿Te causará una gran decepción? Necesitas buscar para poder hallar, recomiendo no ilusionar.

Había una vez un conejo que recorrió todo el país en busca de alguien a quién amar. Buscó y buscó, hasta que llegó a un lago dónde vio a una bella patita. El conejo en su timidez, no pudo hacer ni decir nada. La patita se dio cuenta de su presencia y dijo en voz alta: "¡Que horror! Eres muy feo. Eres aquella pesadilla recurrente que me perturba mientras duermo ¡Lárgate!"

El conejo buscó y buscó por el mundo, hasta que un día llegó a un lugar dónde había muchos humanos. Ahí estaba una pequeña y linda conejita, pero esta se encontraba encerrada. El conejo, tímido, se quedó observando desde lo lejos y pensó: "En esta ocasión, hablaré sin hablar" ; el conejo, tal cual un niño pequeño empezó a hacer muecas de asombro ante la presencia y belleza de la coneja, la cual rápidamente se percató y dijo en voz alta: "No sabía que te quería hasta hoy. Eres aquél que iluminará mis días, el que avive la llamarada de mi corazón."

El conejo se quedó con ella por mucho, mucho tiempo. Era feliz, pero él sentía que faltaba algo. Encontró lo que tanto buscaba; no se sintió mejor. Él sabía que no era su verdadero hogar.

Con todo el dolor de su corazón, el conejo se marchó y dejó a la conejita atrás. Siguió buscando a alguien a quien amar. Un día, mientras seguía con su búsqueda, pasó por la vieja casa de una vieja humana, cuando por la radio escuchó a un hombre decir: "Cumpliremos el sueño de todos, visitaremos el lugar más anhelado por la humanidad. Aquél rocoso planeta, será nuestro."

El conejo sintió algo en su noble corazón, sintió la obligación de ir a ese lugar. Se dirigió a toda velocidad a la ciudad humana más cercana, cuando contempló en un televisor a un hombre de lata decir las mismas palabras que escuchó en la radio. El conejo se propuso encontrar al hombre de lata en la ciudad. Lo buscó y buscó, pero nunca lo encontró.

Deprimido y desilusionado, regresó con la coneja. Ella lo rechazó y le dijo: "Te ame y lo sabías. Me amabas y me amas, lo sé. Pero debes amar más a tú felicidad que a mí. Ve y búscala, algún día encontrarás."

El conejo siguió buscando al hombre de lata, pero nunca lo encontró. Un día, mientras recorría las calles de una ciudad humana, vio en la cercanía a un hombre vestido igual que el hombre en aquella televisión. Su piel era plateada y brillante, justo como las latas. Su felicidad por encontrarlo fue tal que pegó un saltó tan, pero tan grande que terminó en otro planeta. El conejo, desconcertado, miró hacia todos lados y no halló nada. Extrañamente, en su soledad, el conejo sintió paz. Empezó a sentirse alegre y contento. En el abrupto silencio del lugar retumbó la alegría interna. Se alegró tanto que dijo en voz alta: ¡Te encontré! ¡Por fin te encontré! Aquí me quedaré, estaré contigo y tú estarás conmigo. Nos acompañaremos por el resto de nuestras vidas.

El conejo, cansado, decidió recostarse y dormir como si no hubiera un mañana. Aunque al día siguiente tenía que ir a trabajar, él ya llegó a su verdadero lugar feliz; él mismo.

Antología: Cuentos y Poemas Del Verdadero YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora