En nuestra vida siempre habrá días grises, pero habrá momentos dónde esos días se convierten en semanas, las semanas en meses y tal vez los meses en años. Entonces, ¿Cómo podemos darle la mano a alguien más si con las dos nos estamos sosteniendo para no caer en el pozo?
Había una vez una pequeña niña de nombre Citlali. Ella era una niña muy alegre y animada, ella era un "solecito" como le decía su mamá, pues Citlali además de ser muy risueña, su risa era muy contagiosa, iluminando a los que la rodearan, justo como el sol.
Citlali vivía en una pequeña casita de madera, aunque para ella era cómo si viviera en un palacio con un gran patio, pues afuera de su casa todo era vegetación. Por las mañanas escuchaba a los pájaros cantar al son del viento y por las noches podía ver hacía las estrellas al ritmo de los grillos de la laguna cercana. Aunque no era una casa muy lujosa, era lo suficientemente grande como para que ella y su madre pudieran vivir juntas.
La mamá de Citlali era una joven que trataba de seguir adelante y que realmente se esforzaba por conseguir un mejor futuro. Ella no tenía un trabajo fijo, en las mañanas iba al pueblo a pedir limosnas y por las tardes iba a la plazuela para preguntar si alguien tenía algún empleo para ella. Mientras ella trabajaba, Citlali se quedaba en casa de su vecina, quién la cuidaba y alimentaba. A pesar de no ver a su mamá todo el día, Citlali era feliz, pues sabía que cuando su mamá llegara, ella tendría la oportunidad de hacerla reír y alegrar su noche, excepto aquel día.
Al atardecer, su vecina dejaba salir a Citlali ya que ella tenía la costumbre de todas las noches ver a las estrellas y platicar con ellas, en espera de su madre. Al anochecer, Citlali acostumbraba esperar a su mamá afuera de su casa, así ella vería desde lejos cuando subiera aquél cerrito dónde vivía. Sin embargo, esa noche no vio a nadie subir al cerro. Esperó toda la noche y aunque en ocasiones se quedaba dormida, Citlali se esforzaba por estar despierta. Amaneció y su madre nunca llegó. Con el primer rayo de sol Citlali fue rápido a avisarle a su vecina, Margarita. Ella calmó a Citlali y después de desayunar fueron al pueblo a preguntar por la madre de Citlali. A pesar de ir a los lugares que ella frecuentaba trabajar, todos decían lo mismo: "Nomás pasó por aquí a pedir chamba y se fue."
Nadie sabía de ella, por lo que decidieron ir a la policía para levantar una denuncia. A pesar de reclamar y pedir ayuda, les dijeron que volvieran después de 48 horas. Tanto Margarita cómo Citlali estaban muy frustradas y preocupadas. Decidieron volver a la casa de Margarita para volver dentro de dos días. Esos días fueron bastantes difíciles, ya que cuando Citlali se quedaba con ella, la que compraba los alimentos para las dos era su madre. En este caso, Margarita apenas tenía comida para sobrevivir un día.
Al pasar los días, fueron desde primera hora a la delegación policial para poner la denuncia. Después de perder todo el día realizando el trámite. Margarita decidió caminar por el pueblo junto con Citlali. Caminaron y caminaron hasta llegar cerca de un edificio morado gigante. Ahí había un parquecito, se sentaron en una banca un rato hasta que Margarita dijo:
"Citlalita, iré a comprar comida, me tardaré un rato pa que no te vayas a mover de aquí eh. Ten, guarda este papelito, no lo vayas a perder ¡Oh! Si viene un señor con chaleco morado, se lo das."
Después de decir eso, Margarita se fue. Citlali esperó y esperó toda la noche. Citlali de nuevo tenía que esperar a alguien que jamás regresaría, claro que ella no era consciente de ello por lo que la trató de esperar despierta hasta que el sueño ganó la batalla. Citlali durmió y durmió, hasta que escuchó una voz cerca de ella. Citlali vio detenidamente al hombre y se dio cuenta que traía el chaleco morado que le dijo Margarita, así que le dio la carta. El chico leyó la carta y convenció a Citlali de ir con él, quién en su inocencia, le siguió. A partir de ese momento Citlali se hospedó en un albergue. Ella aún era muy pequeña, por lo cual no comprendió muy bien que estaba sucediendo, desde su punto de vista su mamá aún no llegaba de trabajar y a Margarita se le olvidó que la había dejado en la banca.
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Antología: Cuentos y Poemas Del Verdadero Yo
NouvellesAntología de 25 cuentos y poemas de todo tipo: amor, terror, amor propio, reflexiones de la vida, etc. (actualmente hay 21, pero serán 25 en un futuro cercano) Desde un gato naranja hasta un robot profesor y muchos poemas de amor y desamor. Aclaro q...