El Michi Rey.

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He is just a cat, an orange one.

Había una vez un gato anaranjado que siempre olía a una famosa marca de papas fritas, por lo que su dueña le puso por nombre: Señor Quesito. Él es un gato viejo y un tanto amargado. Cuando era recién nacido su humana lo adoptó y desde entonces han estado juntos. Con el paso de los años han ido formando un vínculo especial, pero eso sí ¡No le gustan las caricias! Solo en ocasiones especiales, depende del día, el clima y su humor.

El viejo gato ama colocarse en la ventana, le gusta observar a las personas y animales pasar, se queda muy atento cuando ve a un ave colocarse cerca de la ventana. Pero Señor Quesito no es un gato cualquiera, él guarda un secreto: ¡Es un rey!

Cuando tiene hambre, solo tiene que llamarle a su sirviente para que rápidamente (aunque a veces de mala gana) le sirva su comida. Tiene todos los juguetes del mundo a su disposición y hasta tiene su propio trono con vista a una pantalla mágica llamada televisión. Aunque él no la ve pues la luz le molesta en sus ojos. Aún así ¡Él es el rey del hogar! O eso creía él.

Durante casi ocho años solo han sido él y Karen. Pero hace unos cuantos años llegó una Karen diferente, una que tiene pelos en la cara y es mucho más alta. Cuando llegó, el Señor Quesito le olía detenidamente cuando se dio cuenta que era como él, entonces le bautizó como "Karen Macho." El señor Quesito pensó que era otro súbdito más para su reino, pero la realidad es que la Karen macho aspiraba a ocupar su trono. 

Hace no mucho tiempo también llegó una nueva Karen, pero más chiquita que la original. Obviamente el señor quesito trató de defender su reino, pero observó que no tenía intenciones de ocupar su trono;  Karen chiquita no es mala. A pesar de no ser fan de las caricias, el señor quesito se dejó acariciar por ella y aunque en ocasiones le da jalones de pelo, él la aprecia muy adentro de su corazón.

Ya que es un rey humilde, le dio parte de sus tierras a Karen chiquita para que pudiera hacer su propio reino, así comenzaron a compartir sitio. De esa forma cada quién tiene su propio territorio, sus propios juguetes y hasta sus propios sirvientes. Karen ama atender a Karen chiquita y Karen macho normalmente es el que atiende a las necesidades del Señor Quesito. Aún así el gato siempre le tiene un ojo encima por si algún día atenta contra su vida.

Todo parecía estar bien, una vida de ensueño. Pero un día, el reino del señor quesito se vino abajo. Karen macho tomó la "montaña" del gato y la sacó. Era una montaña una que tenía una cueva incluida y con una pared que él amaba rascar. En el lugar dónde se ubicaba su autoproclamada "Montaña Real" colocaron juguetes de Karen chiquita. "¡Inaudito!" exclamaba miaullisosamente el gato, quién comenzó a hacer todo un drama ante sus súbditos, quiénes rápidamente le dieron sus debidos postres. Karen macho retiró casi todos los juguetes del Señor Quesito. "Mis tierras fueron expropiadas, ¿Qué ha de ser de un rey si este no tiene reino? " pensó el al parecer filosófico gato.

Como buen rey despechado, fue hasta el palacio de sus súbditos para exigir el regreso de sus pertenencias. Sus maullidos eran imparables ¡No pararía hasta tener sus juguetes! Así estuvo durante una, dos y tres horas, dónde simplemente se rindió. Pero al parecer Karen Macho estaba planeando algo...

Pasó un poco más de tiempo y en ese fatídico día, Karen salió de la casa junto con Karen chiquita. Karen Macho realizó una siniestra cara que denotaba astucia y perversión. Karen M. tomó al Señor Quesito y lo metió en una jaula. Él no sospechó nada, pues no sería la primera vez que lo meten a la jaula para subirlo a su aparato de transporte mágico. 

Pasadas unas horas se bajaron en medio de la nada. Karen Macho tomó la caja y la dejó al lado de un árbol, se volvió a subir a su aparato mágico y partió, abandonando al Señor Quesito.

"¿Qué cree que está haciendo este enclenque? ¡Volved ahora mismo! ¡Ya! " Exigía el Señor Quesito. El pobre gato esperó al lado del árbol y la caja durante largas horas, solo dando vueltas en círculo y viendo a las aves pasar. Pasó el tiempo, el sol comenzaba a ocultarse. Señor Quesito pasó toda su vida en casa de Karen, no está preparado para el exterior. Al mirar atentamente alrededor suyo, vió que estaba a la cercanía de un bosque. Su curiosidad le ganó y se adentro en él. Árboles, muchos árboles, y al lado de ellos una barranca y un río. El michi estaba extrañado, a pesar que en el cuarto de tortura de Karen sale un chorro de agua jamás había visto un sitio donde pase tanta agua "¡Debe ser el infierno!

Señor Quesito se acercó al río para poder tocarlo, acercó un poco su patita y ¡Zas! el agua tomó de la pata al gato y lo llevó con ella. El gato entró en desesperación ¡No sabe nadar! Luchó fervientemente para poder salir de la corriente, en vano. Después de resistir por unos cuantos minutos, el Señor Quesito se durmió por el esfuerzo, siendo llevado por la corriente.

Cuando despertó, estaba en la orilla. El gato observó alrededor y vio que se encontraba en un sitio familiar para él. Estaba al lado de un árbol que trepó aquella ocasión que se escapó de casa en sus primeros años de vida. Con su precisa memoria logró volver sobre sus propios pasos pasados y llegó a casa de Karen. Entró por su puerta especial, comenzando a exclamar los hechos infames llevados a cabo por Karen Macho; "¡Justicia! ¡Os pido justicia!" Pero llegó Karen chiquita, quien lo recibió con los brazos abiertos, acariciándolo sin parar. Después llegó Karen, sorprendida con la presencia del Señor Quesito. "¡¿Dónde habías estado?!" Le recrimina al michi. Para finalizar, llegó Karen Macho. El gato rencoroso se abalanzó contra él "¡Maldito! ¡Haz de pagar mi sufrimiento con la muerte!" Pero una vez Karen logró calmar el temperamento del gato, comenzó a conversar con Karen Macho. Hubo una fuerte discusión en la que Karen chiquita comenzó a llorar y como el rey piadoso que es; Señor Quesito se acercó y comento a frotarse en ella para calmar su llanto.

El Señor Quesito ya no supo qué fue de él. Solo sabe que Karen Macho ya no está en la casa y su reino fue devuelto ¡Larga vida al rey!

Antología: Cuentos y Poemas Del Verdadero YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora