Capítulo 7

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Traición a la soledad

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En la penumbra del cuartel en donde se reunía cada mañana para realizar sus quehaceres militares, el Capitán se movía como una sombra entre sus propios camaradas. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad de la guerra, ahora buscaban secretos en los rincones más ocultos de su bando.

El Capitán se encontraba en el centro de un círculo formado por sus compañeros, todos compartiendo historias y risas que aliviaban el peso de la guerra. El General se acercó discretamente, observando la escena con ojos perspicaces.

El General, dirigiéndose al grupo:

Caballeros, veo que el espíritu de camaradería sigue fuerte entre nuestras filas. Es bueno ver a hombres de valor compartiendo un momento de tranquilidad.

Capitán: Así es, General. Estos momentos nos recuerdan por qué luchamos y por quién.

Camarada 1: El Capitán ha estado muy atento a los detalles de nuestras últimas maniobras. Su perspectiva ha sido una fuente de inspiración.

El general, con una mirada pensativa:
La atención al detalle es crucial en tiempos como estos. Es importante que todos estemos alerta... y leales.

El General dio una palmada en el hombro del Capitán y se retiró sin decir más, dejando un silencio momentáneo. Los camaradas reanudaron su charla, pero el Capitán se quedó reflexionando sobre las palabras del General, consciente de la fina línea que caminaba.

Las risas de los otros no tardaron en dejarse oír, provocando en el Capitán un estado de incomodidad aún mayor. Estaba siendo vigilado y no le convenía en absoluto. Reflexionó sobre qué pudo haberlo delatado si había sido muy cauteloso. Suspiró con decepción de sí mismo al dar con la clave. Había pasado de ser el silencioso entre sus camaradas. El que rehuía de los pensamientos bárbaros de su bando. Ahora era un hombre "diferente" De la noche a la mañana se había transformado en uno más. Se implicaba en todas las conversaciones por muy estúpidas que fueran. Se acercaba a sus compañeros con una calidez impropia de su reservada personalidad.
No había ido poco a poco.
Se sintió avergonzado de sí mismo por no haber sido más cauteloso e inteligente que sus ignorantes compañeros.
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Cada noche, al caer el sol, se reunía con el Secretario y otros hombres de guerra, compartiendo la información que había recogido por las mañanas. El aire estaba cargado de estrategia y traición, pero también de una esperanza silenciosa por la paz.

El Secretario, conocedor de la sensibilidad y soledad del Capitán, tejía palabras dulces alrededor de su corazón, asegurándose de que su conciencia no flaqueara.

El Secretario había notado el cambio de actitud del Capitán. Él joven hombre de guerra estaba construyendo con lentitud un muro entre ambos y eso no le convenía al hombre de política. Se acercaba a él, mostrándose más abierto y utilizando palabras cargadas de esperanza y victoria con respecto a la resolución de la guerra. Las mismas que el Capitán había desvelado una vez cuando creyó sentirse en compañía de un verdadero amigo. Todo era un juego psicológico para el Secretario. Uno en el que él tenía las de ganar, aprovechándose de la vulnerabilidad del Capitán y su sentimiento de incomprensión por el resto de la sociedad.

Tocó su hombro, transmitiéndole una falsa sensación de compañerismo. Con ese gesto le comunicaba que no estaba solo y la " tímida sonrisa" que lo acompañaba terminaba de desarmar el pequeño muro del Capitán.
La decisión volvía a estar firme: no traicionaría a su único compañero.

Susurros entre rosas: La canción silente del jardín Donde viven las historias. Descúbrelo ahora