Sorpresas para todos

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Fabricio ha pasado el día en un estudio de fotografía, ya que la grabación se ha extendido, pero para él es lo mejor porque al apagarse las cámaras, puede desestresarse con cualquiera de las chicas que están participando.

¬Hola bebe...¬ lo saluda una joven que apenas pasa los 18 años.¬ ¿Tienes tiempo hoy?

¬Para ti, siempre¬ dice coqueto, como todo un galán que puede mantenerla en el lugar que está, pero eso no es así.

Meterla en su camerino es la parte más fácil, luego de eso tiene que silenciarlas para que no se escuchen sus gemidos, ya que si lo descubren, lo van a despedir y de eso está muy claro.

Muchas veces, solamente les tapa la boca con su propia mano, pero si no le toca ponerse un poco más rudo y meter un pañuelo que luego ata detrás de su cabeza; un morbo que a algunas les gusta.

Su determinación y ritmo a la hora del acto sexual, depende del día que tiene y quién sea la mujer que le abra las piernas, porque no a todas las trata igual, puesto que tienen diferentes gustos, y a pesar de que se trata de su propio apetito, sabe que si no las mantiene felices, dándoles lo que quieren, esa comida se le termina y debe buscar fuera del set, lo que tiene en bandeja de plata.

Al terminar su ronda de sexo, baja a la chica del escritorio, se viste, va al baño y se despide fríamente, así lo hace siempre y a ninguna le molesta porque es lo que quieren.

Son amantes por algunos minutos, sin sentimientos comprometidos y mucho placer para ambos, logrando lo que desean. Es como un ganar/ ganar.

Cuando él sale de su camerino, no solo ve que la mujer sigue es su puerta, sino que hay varias mujeres allí, además del dueño y creador del show, quienes los miran mal.

¬¿Qué pasa?¬ cuestiona Fabricio haciéndose el inocente.

¬¡ESTÁS DESPEDIDO!¬ grita un hombre mayor.

¬¿Por qué?¬ cuestiona furioso, sin entender nada.

¬Creo que esto te lo dejará claro¬ responde mostrándole una tableta con la información que Valeria ha mandado a los medios de comunicación, y sí, detrás de eso, le cae una catarata de golpes directo a sus mejillas.

Cachetadas tras cachetadas, dadas por las participantes del show, la directora, la asistente del dueño, la hija de tal hombre y algunas maquilladoras, dejándolo con la cara hinchado y casi morada.

¬¡CARAJO, VALERIA!¬ grita asustado de que ella ya lo sepa, sin sospechar que es la autora de tal cosa.

En su cabeza piensa que, si su prometida lo descubre, le toca rogar y hacer meritos para demostrar que son solo inventos de personas envidiosas que los quieren separar, por lo que enseguida se le ocurre culpar directamente a una mujer, Oriana Paz, la asistente y mejor amiga de Valeria. 

Cree estar seguro de que no tendrá problemas en que su novia le crea, ya que Oriana siempre ha demostrado que a él no lo soporta y puede adjudicarle celos porque ha intentado meterse en su cama o algo parecido. Todavía no lo tiene bien pensado, además tiene que buscar las palabras correctas, pero definitivamente tiene que ir por ese lado, así puede liberarse de la responsabilidad que claramente tiene.

No puede permitirse perder a su prometida, ella es su boleto a la fama y un alto mando en las producciones.

En la noche, Valeria se alista para dormir completamente sola en su departamento, logrando dormirse casi enseguida que apoya la cabeza en la almohada, aunque algo llega a su mente como un sueño o más parecido a un recuerdo…

En el medio de una pista de baile, con su amiga al lado, choca sin querer con alguien, pero al darse la vuelta para disculparse, se encuentra con cierta persona que le roba el aliento por su linda cara, así que con un poco de alcohol en la sangre, no siente vergüenza en decirle lo que piensa. 

Locuras con un desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora