*° 3 °*

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Rachel

«Teniente… ¿Hace cuánto no me llaman así?»

No puedo pisar los comandos de la FEMF y mucho menos territorio europeo.

—Calma —pide el irlandés—. Entiendo que esté confundida.

—Confundida le queda corto —replico bajando la voz.

No sé qué tanto sepa este hombre de mí.

—Permítame presentarme. —Extiende la mano—. Soy Wolfgang Cibulkova, el nuevo subdirector de Asuntos Internos.

Conozco el cargo y la rama, obvio que sabe todo sobre mí. Asuntos Internos siempre sabe de todos los soldados y trabaja de la mano con el programa de protección de testigos.

—Acompáñeme, por favor. —Se encamina a los edificios.

Se llevan mis pertenencias, pese a que me opongo. «Que sea de paso», ruego para mis adentros. «Debe ser eso», estoy exiliada, por ende, no me pueden retener por mucho tiempo en una ciudad como esta.

Clavo la vista enfrente ignorando el entorno militar: armas, gritos y soldados trotando. No quiero un déjà vu ni recuerdos de la profesión que tenía ni de las personas que dejé atrás ni de él...

«Él»

El nudo de me instala en la garganta al siquiera pensarlo. «Me estoy torturando a mí misma como de costumbre»

Me llevan al edificio administrativo y me hacen subir a la oficina que se encuentra en la décima planta, empuño mis manos a cada lado de mi cuerpo mientras camino con la cabeza levemente gacha.

«Necesito salir de aquí»

—Antes que nada —el irlandés me señala el asiento que está frente a su escritorio—, déjeme decirle que es un honor tenerla aquí. Usted no es una soldado cualquiera.

—No soy una soldado —replico.

—Entiendo su enojo. Supongo que tiene mil preguntas en la cabeza, lamentablemente no tengo respuesta para todas.

—¿Para qué me trajeron aquí? —suelto la primera.

—Será teniente en este comando.

—¿Bromea? —pregunto con sorna—. Estoy exiliada, no pueden tomar decisiones como esta.

—El exilio no se acabó, esté o no aquí, seguirá con las condiciones que pautó el día que partió. Solo que ahora tendrá un trabajo dentro de los muros de la central.

—¿Con qué fin? ¿Por cuánto tiempo?

—No me han dicho nada sobre el tiempo estipulado.

—Lo lamento, pero no quiero.

—Cuando firmó el exilio, se puso a merced del sistema, y este es libre de ubicarla donde crea conveniente —aclara—. No tiene por qué tener miedo, dado que todo está controlado.

«Controlado». Lo dudo, el traerme me pone en el ojo del huracán. Antoni Mascherano sigue libre, si vuelve a atraparme, habré perdido más que tiempo. Los sacrificios,
la tristeza y el dolor de mis seres queridos habrán sido en vano.

—Cualquiera puede exponerme.

—No lo harán, seguirá bajo el nombre de Selene Kane —explica—. Su antigua identidad fue dada por muerta, es una soldado con muy buenas habilidades y, por ello, la entidad no quiere que siga dando vueltas por el mundo, como tampoco quiere desperdiciar sus dotes.

—¿No importa que esto pueda costarme la vida?

—Estará a salvo si cumple con lo que se le ordena —contesta—. La situación que nos preocupa es delicada, de
lo contrario, no la hubiéramos traído.

—Quiero hablar con el Ministro —exijo.

—No será posible, tenemos el mando total del programa de protección de testigos y, como sabe, Casos Internos se encarga de que todo marche como debe —manifiesta—. Está aquí por un motivo especial y no se irá hasta que la rama lo estipule.

Llama al uniformado que entra por mí.

—Escolta a la teniente Kane a la alcoba que se le asignó —dispone.

—Quiero hablar con el Ministro —repito—. De lo contrario me niego a acatar cualquier orden que se me imponga.

Wolfgang simplemente me ignora y me veo en la obligación de irme con el uniformado a la fuerza. «Malditos» No cumpliré con ninguna orden suya, no hasta que el Ministro venga y me aclare, cara a cara, la situación en la que me encuentro.

No soy ningún títere.

Llevo dos años viajando sin rumbo, sumida en soledad y luchando contra mis demonios internos. Me están poniendo en bandeja de plata para Antoni y me niego a morir ahora, así, de esta forma.

*°𝑭𝒖𝒄𝒌𝒆𝒅 𝒎𝒚 𝒘𝒂𝒚 𝒖𝒑 𝒕𝒐 𝒕𝒉𝒆 𝒕𝒐𝒑°*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora