Capítulo 10

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Aquel día transcurrió, normalmente, con exámenes y presentaciones. Era hora de irse a casa, Casey estaba lista para regresar cuando el profesor de arte la detuvo.

—Casey, ¿me puedes ayudar con estas cajas? —El pelinegro señaló las cajas detrás de ella.

—Son muchas cajas, señor. Debo irme a casa temprano o mi madre me regañará.

—No tomará mucho tiempo, las necesito en mi auto o no llegaré a tiempo a casa.

—¿Prefiere que yo llegue tarde a mi casa en vez de usted? —la pelinegra arqueó una ceja.

—Bueno, si lo pones de esa manera, quizás.

—Usted me disculpa, pero eso es injusto. Si no pudo encontrar a alguien quien lo ayude, pues no es mi problema, debo irme —Casey hizo el intento de irse, sin embargo, un brazo tiró fuerte hacia ella, haciendo que casi cayera. —¡Pero qué imprudente eres! ¿Cómo te atreves a tocarme?

—¡Me vas a ayudar con las malditas cajas o te penalizaré en la clase!

—¿Está loco? ¿Cómo se atreve a amenazarme? Le dije que no tengo tiempo y debo irme —Nuevamente la pelinegra hizo el intento de irse, pero fue en vano.

—Y yo te digo que te quedes, no puedo con esto, yo solo —El pelinegro fue y buscó una caja que estaba encima de otra.

—¿Por qué eres así? —preguntó Casey de brazos cruzados.

—¿De qué hablas? —el pelinegro se hizo el loco mientras halaba una caja.

—¡Ten cuidado! —exclamó Casey.

Lamentablemente, las cosas no surgieron de manera esperada, ya que la pelinegra sintió un golpe fuerte, un golpe en su cara. Este golpe la hizo caer al suelo, dejándola parcialmente mareada.

Pudo sentir su nariz latir del dolor, hasta incluso la sintió mojada. Al correr dos dedos por su nariz se percató que era sangre. Inmediatamente, su mano empezó a temblar, ya que no es fanática de la sangre.

—¿Estás bien Casey? —preguntó el profesor.

—Eres un imbécil. ¿No pudo esperar?

—¿Y qué quieres que haga? —el profesor John alzó sus manos al aire.

—Que seas un poco más amable. ¿Acaso te cuesta tanto serlo?

El pelinegro suspiró pesadamente, poniendo sus dedos en la cien mientras lo masajeaba. —Perdóname, ¿sí? He estado superestresado por problemas personales que no he podido resolver.

—Mire, sus problemas personales no son de mi incumbencia. Pero algo que sí debe saber es que si una persona no puede hacer algo porque tiene a su familia en espera, no la obligues a hacer cosas para luego penalizarla. Solo espero que de ahora en adelante sea un poco más empático y menos orgulloso.

El pelinegro asintió cabizbajo. —Una disculpa nuevamente Casey. Si quieres puedo hablar con tu madre y excusarme por lo que causé.

—No es necesario, yo puedo lidiar con mi madre a solas.

—¿Puedo llevarte a la enfermería? —preguntó el profesor mientras la trataba de levantar.

—No se moleste en hacerlo, yo puedo sola.

No queriendo poner más drama a la situación, decidió retirarse de aquel salón hacia la enfermería para ser asistida. Sentía su nariz latir con fuerza debido al impacto grotesco de esta. En su mente andaba maldiciendo al profesor John por haberle causado tal inconveniente. Ella jamás olvidaría esta situación.

~Serendipia (Jimin Fanfic)~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora