(2024 NV) Donde el cachorro de Harry reclama al Omega de Louis como su mami.
«Gracias por elegirme de entre todas las almas perdidas de este mundo»
"El nombre de una persona amada: una palabra, entre miles, o un rincón del mundo donde un alma puede...
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🍂༺Meraki༻🍂
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“Mamá”
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Louis contemplaba a sus padres bailar en la sala, compartiendo algunas risitas cómplices.
Le gustaría un pedacito de esa devoción que compartían por el otro.
Louis admiraba a sus padres, deseaba ser como ellos en un futuro... Ellos eran sus héroes. Llegaron en su peor momento, y no lo dejaron ahogarse, no lo abandonaron por muy perdidos que se encontraran.
Ese día era el último en casa de sus padres, y no se sentía como la primera vez que se marchó a vivir solo. Fue fácil guardar sus cosas en cajas y salir por la puerta, se sintió vacío al encontrarse en su primer departamento, tan lejos de toda su familia, pero una partecita de sí mismo le decía que ahí era donde pertenecía. Sin embargo, está vez, tenía una sensación amarga en su boca y ganas de esconderse, no quería salir de esa seguridad jamás.
Esta nueva sensación se esparcía, era cálida, nostálgica. Formó una sonrisita en sus labios, recostando su cabeza en el umbral de la puerta, volviendo a la escena de sus padres. Podría familiarizarse a ser familiar...
Afuera lloviznaba, como la noche en que Louis llegó con la noción nublada, sepultada en dudas y dolor. Esa noche el panorama anunciaba que la próxima mañana podría ser soleada, y Louis la esperaba con ansias.
Al finalizar la canción, Daniel besó con cariño, y lentitud, el nudillo del dedo que llevaba el anillo de bodas de su esposa. Noah le sonrió, como cada vez que su esposo hacía tal cosa.
El Alfa se apartó de la mujer, caminando decidido hasta su hijo. Louis se incorporó, tratando de huir a la cocina, pero su padre lo detuvo por los hombros.
—No, no, no, no, no, no... —dijo Louis, apartándose de su padre para cruzar sus brazos—. Yo no bailo.
—Voy a sacarte a bailar, como manda la tradición de esta familia, Omega. —sentenció el Alfa, cruzando miradas con su hijo menor.
—Yo ya me había ido. —se quejó Louis—. No es necesario, no lo hicimos la primera vez, ni las siguientes, y no lo haremos ahora.
—Eres mi hijo Omega, el único... —suspiró Daniel, hablando con suavidad. Tomó la mano de Louis, que intentó resistirse—. No volverás a salir de esta casa sin mi bendición y la de tu madre, aunque patalees... Louis, eras prácticamente un cachorro cuando saliste de aquí por primera vez...
—¿Qué cambia ahora?
—Que está vez no volverás. —Louis pasó saliva, dejándose arrastrar hasta la sala, dónde su madre esperaba paciente, con sus manos unidas frente a su cuerpo—. Has encontrado a tu Alfa... He visto a mis hijos mayores marcharse, crecer, y ser felices. Es tu turno de ser feliz, cariño.
