𝓞𝓾𝓻 𝓓𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝔂

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟖: 𝐑𝐞𝐭𝐨𝐫𝐧𝐨 𝐚 𝐥𝐚 𝐭𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐧𝐚𝐭𝐚𝐥.

Nombre: Our Destiny (Nuestro destino)
Autor/a Original: MistyMayDawn, ProjetoAniverse
Idioma original: Portugués
Plataforma: Archive of our Own (Ao3)

Si no te gusta no leas. 😽

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Cuando escuchó la nieve golpear la ventanilla del carruaje, Giyuu se despertó. El frío se apoderó del pequeño espacio y Obanai y él tuvieron que abrigarse más para soportarlo. A pesar de ello, el omega estaba feliz de estar tan cerca de casa. Incluso recordó los recuerdos nostálgicos de los juegos infantiles con Sabito y Makomo en la nieve cuando eran más pequeños.

A Giyuu le encantaba el invierno, se formó una discreta sonrisa mientras intentaba humedecer sus finos labios secos por el frío. Sin embargo, esos pensamientos se desvanecieron cuando el carruaje se detuvo repentinamente, la puerta se abrió y un sirviente ayudó a Giyuu a bajar las escaleras apresuradamente.

Todo estaba cubierto de nieve suave y brillante, con copos volando con la brisa helada. En la entrada del palacio, en lo alto de la escalera de mármol, junto a los guardias y sirvientes, lo esperaban Makomo, Sabito y su padre.

Giyuu sonrió, su corazón abrumado por la felicidad de estar en Nagi nuevamente. En ese momento, simplemente no dejó atrás a Obanai y corrió a abrazarlos, ya que sería totalmente inapropiado. Extraño mucho a todos, a pesar de los desacuerdos. Fueron sólo unos meses, pero parecieron años.

— ¡Bienvenido a casa, mi cachorrito! — El rey fue el primero en hablar, en cuanto se acercó la pareja, el sirviente que llevaba su equipaje y la guardia real Mitsuri Kanroji, quien estaba muy feliz de volver a ver a su menor.

Después de que la pareja se inclinara formalmente, Obanai observó cómo Giyuu abrazaba a su padre. El rey quedó sorprendido por el acto de cariño y se puso aún más radiante. Después, la atención de Tomioka se dirigió a Makomo, este dudó en abrazarla, pero el omega decidió dejar de lado los desacuerdos ocurridos para no arruinar el momento.

Sabito se limitó a solo saludarlo formalmente, Giyuu notó al mirarlo a los ojos, el conflicto que estaba atravesando, una mezcla de resentimiento, orgullo y arrepentimiento por el error cometido. De ahora en adelante, el príncipe lejano había decidido que no guardaría ningún rencor en su corazón. Llevaba en brazos al hijo de su amante y pronto estaría con él, si todo iba bien. No quería llevar asuntos pendientes a su nueva vida, todo quedaría atrás.

— No sabes cuánto te extrañé. — Dijo Giyuu con expresión serena.

— Te esperábamos ansiosamente. — respondió la niña, emocionada. — ¿Cómo está su salud y la del futuro heredero? — preguntó analizando la gran barriga de Giyuu.

— Estoy seguro de que el Príncipe Obanai está cuidando bien a mi cachorro. — El rey habló con una frase humorística, pero también lanzando una mirada analítica al alfa.

— Su Majestad, le garantizo que está muy feliz. — afirmó Obanai, desconcertado por la situación.

— Entremos, hace mucho frío aquí, debes abrigarte para no resfriarte — aconsejó Sabito mirando al vacío.

Todos estuvieron de acuerdo y cruzaron la enorme puerta de entrada. A pesar de ser temprano en la mañana, estaban emocionados tanto por la llegada de Sus Altezas como por los preparativos de la boda, que tendría lugar hoy al atardecer. Tal como se dijo, Giyuu se sintió aliviado de que el interior fuera más cálido que el exterior, ya que ya estaba empezando a sentir que sus dedos se congelaban.

Obanai y Giyuu fueron llevados a la mesa para que todos pudieran servirse un abundante desayuno y ponerse al día con las noticias. El tema del embarazo era el tema principal, cómo estaba su salud, si el omega ya había sentido alguna patada. Obanai simplemente permaneció en silencio, junto con la expresión preocupada de Mitsuri, de pie justo detrás.