Santo Padre, castígame por mis pecados (Jikook)

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La mujer llama tímidamente a la puerta. No hay respuesta y ella respira profundamente. Me duele el corazón y mi nieto no ha hecho contacto desde hace varias semanas. 

- Jungkook, por favor abre. El silencio es más fuerte que el grito. 

"Por favor, Jungkookie, has estado sentado ahí durante mucho tiempo". 

"Vete", se oye un sonido sordo a través de la puerta y la abuela frunce los labios. 

- Cuidado un segundo, sólo necesito darte algo... 

- No comeré nada, vete. 

- No, no estoy tratando de alimentarte. Por favor, un segundo..." 

Apoya su frente contra la puerta de madera y cuando escucha pasos silenciosos, retrocede un poco. Jungkook no abre la puerta del todo, solo hace una pequeña rendija. Pero incluso a través de él se puede ver cuánto ha cambiado: mejillas hundidas, una camiseta blanca colgando sobre sus huesudos hombros y una mirada amargada. 

"El joven monje me pidió que te diera esto", la mujer le entrega el paquete a su nieto con mano temblorosa y llora amargamente cuando en el mismo momento la puerta se cierra con un portazo. 

"Monje" duele los oídos. Jungkook incluso quiso decir: "No tengo idea de lo que estás hablando y no aceptaré nada". Se sienta a la mesa, que ya está cubierta por una buena capa de polvo, como si nadie viviera en esta habitación. El chico reconoce el papel amarillento porque una vez fue a un sex shop con exactamente el mismo. Por alguna razón, le duele terriblemente el corazón y Jeon, sin dudarlo, abre el periódico. Resulta ser una carta en la que estaban envueltos un par de billetes grandes. Sin prestar atención al dinero, sus ojos se aferran al texto, borroso en algunos lugares debido a las gotas.

"Hola Jungkook... Ja, espero que realmente estés leyendo esto... No viniste a la iglesia y tenía muchas ganas de hablar contigo. Te estaba esperando, pero ahora no hay tiempo y te pido que leas esto hasta el final antes de que esta hoja vaya a la basura. Te amo. Probablemente me enamoré de ti en aquel desafortunado mes de marzo, pero me di cuenta hace poco. Actué muy vilmente y no espero tu perdón. Por eso, quiero agradecerle mucho por estar conmigo estos seis meses. Fue el momento más feliz de toda mi vida. Ese día dije muchas cosas innecesarias, ofendiéndote, pero no entendí nada de lo que decía. No eres una obsesión Jungkook, eres lo mejor que me puede pasar. Realmente estoy tratando de esconderme en este monasterio. Para esconderme de la terrible vida mundana que tuve antes y a la que nunca querría volver. Prefiero morir entre estas cuatro paredes que bajo una valla por una sobredosis. Creo que todo saldrá increíble en tu vida, te mereces lo mejor, cariño. No me atrevo a pedir perdón porque no lo merezco, así que sólo quiero pedirte una cosa. Si aún tienes un mínimo sentimiento por mí, entonces te pido: cuando tengas novia, no vengas a casarte a esta iglesia. Te Amo. Adiós. P.D. No quiero que te arrepientas de nada, así que incluí el dinero que gastaste. No sé muy bien los precios actuales, si no son suficientes dímelo y te mando más. Jimin, el novato indigno."

Cuando sus ojos llegaron a las últimas líneas, las lágrimas comenzaron a caer sobre el papel nuevamente. Jungkook miró con miedo el calendario que estaba junto a la computadora y se dio cuenta con horror de que era hoy cuando Jimin iba a cortarse el pelo. 

"Él piensa que nadie lo necesita, que se quedará solo. ¡Y en lugar de apoyarlo y decirle lo querido que es para mí, hui como la última mujer histérica! — maldijo el chico, saliendo corriendo de la casa. Está a media hora en coche hasta la iglesia, pero podría haberle dado este paquete a su abuela por la mañana, antes del servicio, y entonces todo habría ido muy mal. No debería llegar tarde, no ahora. Quiso la suerte que el autobús se retrasara y las rodillas de Jeon flaqueaban. Estaba a punto de importarle todo y correr hacia el templo, pero justo a la vuelta de la esquina apareció una pequeña cuenta.