Santo Padre, castígame por mis pecados (Jikook)

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Nadie en el mundo esperaba tanto este lunes como Jimin. Sus dedos estaban acalambrados por la anticipación. Las cosas en el templo se hacían más por la memoria muscular, porque los pensamientos del novicio estaban en algún lugar lejano con Jungkook. El sol se puso en algún lugar más allá de la visibilidad, y Jimin se puso tranquilamente ropa de dormir. Estaba a punto de colgar su sotana en el respaldo de la silla y, mientras alisaba las arrugas resultantes, su mirada se posó en un pequeño espejo. Mmmm, la vista deja mucho que desear. Miró partes de su rostro durante unos minutos más, acercando el espejo casi a él. Esto bastaba para resumirlo: terrible como la muerte. Ahora vendrá el irresistible Jungkook, y su compañero parece haber estado viviendo en el bosque durante los últimos 10 años. 

Por supuesto, está exagerando, pero eso no le impide querer meterse espontáneamente en su bolsa de viaje, que no ha tocado durante el próximo año y medio. En algún lugar del fondo encuentra una bolsa de cosméticos gastada y un delineador de ojos negro dentro. Lo más probable es que haya caducado, pero ¿eso realmente importa ahora? Retorciéndose en una posición incómoda, Park de alguna manera se retoca los ojos. Pero lo que dicen es verdad: ¡no puedes desperdiciar tu habilidad! Tengo las manos tan ocupadas que no parece peor que las que hacen los maquilladores profesionales. 

De repente, el alféizar de la ventana cruje de una manera familiar y, después de un par de momentos, aparece la parte superior esponjosa de su cabeza. El mayor estira sus labios en una sonrisa e inmediatamente corre hacia la ventana para ayudar a Jungkook a subir. Sólo cuando el más joven se para firmemente a su lado, Jimin se permite exhalar con calma. 

"Hola", Jungkook sonríe satisfecho, tirando su mochila en algún lugar del suelo. 

- Hola. "Te estaba esperando", Jimin entierra su nariz en el cabello esponjoso del chico y se siente como un drogadicto, adicto a este mágico olor a cítricos y frescura. 

"No tienes idea de lo incómodo que me sentí en el sex shop", Jungkook gira un poco la cabeza para ver al mayor, quien inmediatamente le da un beso. 

"Mi chico independiente", dice, alejándose. 

Park mueve un poco sus caderas, bailando al ritmo de una música que sólo él puede escuchar. Jungkook se mueve suavemente con él al unísono, recibiendo especial placer del calor de las manos en su cintura, que ahora se extiende y llena cada célula de su cuerpo. 

-¿Cómo podría hacer lo contrario? — a los más jóvenes les gusta un ambiente tan tranquilo y relajado. 

"Podrías preguntarles a tus amigos mayores", dice Jimin y sonríe ante sus propias palabras. 

- ¿Cómo te lo imaginas? — Jungkook también esboza una sonrisa, pero aún así sigue indignado. 

- "Hyung, ¿podrías comprarme un corcho?" Jimin está un poco avergonzado por palabras tan íntimas en el diálogo cotidiano, pero por otro lado, la forma en que lo discuten con calma hace que su alma se sienta más ligera. Es como si fueran... una pareja. 

"Y solo me llamaste "hyung" un par de veces, imbécil", el novicio aprieta aún más fuerte al más joven en sus brazos y lo golpea juguetonamente en el brazo. 

- Este soy yo en sentido figurado, ¿Qué estás haciendo? - pero de repente el tono cambia a juguetón." 

¿O será más agradable para ti si te llamo así, padre?" 

- ¿Veo que nuestras lecciones no fueron en vano? – Jimin sonríe en algún lugar del cuello de Jeon y luego deja una marca carmesí en ese lugar. Jungkook respira entrecortadamente y mueve los hombros, insinuando que puede deshacerse de su ropa exterior. Pero el mayor no quiere apresurarse en absoluto, mete las manos debajo del jersey, se rasca brevemente los abdominales y se levanta. Un medio suspiro, medio gemido se escapa del más joven, y Jimin apenas susurra, y tal vez incluso simplemente mueve sus labios: "Levanta las manos". Jungkook obedece, tal vez instintivamente, o tal vez porque escuchó.