Nickname // Jeongcheol

별명 6: Seguridad 별명

Aquella mañana, Scoups se encontró abrazado a su compañero de habitación, quien estaba despierto, pero no le miraba directamente, sino que parecía perdido en sus pensamientos.

-¿En qué piensas?

Cheonsa le miro.- Nos sedaron.

Frunció el ceño, pero no dijo nada. Quería escuchar lo que tuviera que decir.

-Solo recuerdo vagamente despertarme en una camilla y que había varios médicos.- murmuro.- Sabía que me habían sedado y es extraño, porque ahora también puedo recordar que algunos sedantes no funcionan conmigo.

-Eso es interesante.- comento.- ¿No recuerdas nada más?

-Decían algunas cosas, leyéndolas de algún expediente, pero lo tengo borroso.- explico, suspirando.

-¿Puedo preguntar por las marcas de los brazos?

Cheonsa dudo.- Me ataron a la camilla, me pusieron suero y me sedaron.- explico, y después bajo su tono de voz con vergüenza.- Era una camilla para exploraciones en litotomía.

-¿Por qué irían a hacer algo así?- se preguntó, pensativo.

-No lo sé, y tampoco me interesa.- murmuro Cheonsa avergonzado, levantándose de la cama.- Queda una semana para que vuelva a pasar.

-¿Cómo lo sabes?- pregunto, observándole.

-Llevamos aquí una semana y un día, por lo que no es muy difícil unir los puntos.- explico.- Pienso irme de aquí y descubrir con que fines nos tienen aquí encerrados.

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Aquella semana, en vez de libros, había juegos de mesa, por lo que las tardes no se hicieron tan aburridas como en la última semana.

Ambos siguieron con sus rutinas, mientras uno hacía ejercicio, el otro dormía, y así con varias cosas, hasta que decidieron jugar a hacer puzles antes de irse a dormir.

Aquella semana, intercambiaron más palabras que en la pasada. Pudieron conocer un poco más al contrario, a pesar de que aún tenían perdidas de memoria importantes.

Cheonsa se había fijado en que Scoups arrugaba los ojos al reír, y Scoups se había fijado en que Cheonsa tenía facilidad para hacer trampas en todo lo que pudiera.

Y por miedo, el de cabello largo arrastro su cama hasta juntarla con la de su compañero y durmieron juntos todas las noches desde ese día, sin la necesidad de abrazarse, pero de sí sentirse cerca.

Les daba una seguridad falsa.

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