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día 2 de 5
Me desperté no porque quisiera, sino por el sonido de mi celular. Por la ventana se veía que apenas amanecía.
Lentamente agarré el celular y lo puse en mi oído.
-¿Qué querés? -ni siquiera sabía quién era. Pero el que interrumpe mi sueño es un problema para mí.
-¿Ari? Soy Tomi. Perdón en serio. No me pude comunicar con Bauti, lo necesito. Me enteré recién que está en el mismo hotel que vos, por eso. -dijo desde el otro lado de la línea.
Me senté en la cama.
-¿Pasó algo?
-Sí. Bueno... no te preocupes igual. Solo necesito su ayuda. No pasó nada malo igual. ¿Podes ir a su habitación y decirle que venga a mi casa, por fa? Bauti se hizo medio mi mejor amigo y la verdad que lo necesito.
Ya se me había quitado el sueño, y me desperté por completo.
-Tranqui. Ya le digo, estamos a un piso de diferencia.
Me levanté rápidamente, y sin importar cómo estaba (toda despeinada, seguro), fui al piso de la habitación de Bauti y le toqué su puerta. La 28.
Toqué una vez y no hubo respuesta. Toqué más fuerte, la verdad era seguro que dormía, pero no podía hacer nada. Creo que Tomi necesitaba su ayuda.
Cuando iba a tocar de nuevo. Abrió la puerta.
Vi a un Bauti despeinado y recién despierto que se refriegaba los ojos. Hasta así era lindo.
Cuando notó que era yo, se peinó con las manos el pelo y luego me miró, de arriba a abajo.
¿Por qué me mi...?
Ay no.
No, no.
Estaba con su buzo. El que me dio él.
Bueno... la verdad me gustaba su olor. Y era muy calentito. Así que me quité el vestido, me puse mi conjunto de pijama, que era de Hello Kitty, con el buzo arriba.
No pensé que iba a estar tocando su puerta a la madrugada. Pensé que cuando arreglamos de vernos, ya estaría cambiada y maquillada bien, o presentable. No con estas ojeras de no haber podido dormido mucho y mucho menos con su buzo.
Él sonrió.
-Creo que te gustó mi buzo -fue lo único que dijo, ni siquiera me preguntó que qué hacía a las probablemente seis y media de la mañana (en realidad ni siquiera me fijé la hora) tocandole la puerta -. Pero me encanta cómo te queda.
No debería haberme puesto nerviosa por eso, pero no pude evitarlo.
-Es que... no tenía ganas de abrir la valija. -encontré como excusa- Obvio que cuando pueda te lo doy limpio.