Papas Por Un Dia

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Estábamos de camino a casa de Sasha

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Estábamos de camino a casa de Sasha. Eran las 8 de la mañana y Cove iba en la parte de atrás, ansiosa y llena de energía por conocer a Sasha. Anna y Kate nos habían pedido que cuidáramos a las niñas durante un día, hasta que ellas regresaran al día siguiente. La verdad es que desde la noche anterior no había tenido mucho contacto con mi padre, ni él pareció interesado en llamarme.

-Ya vamos a llegar -dije, tratando de calmar la impaciencia de Cove mientras miraba por el espejo retrovisor.

-¡Ya casi! -respondió Cove, su voz llena de emoción.

Finalmente llegamos a la casa de Sasha. En la acera estaban Anna y Sasha. Anna trataba de contener a Sasha, que saltaba de alegría, mientras yo me bajaba del coche.

-Hola, Anna -saludé mientras las puertas traseras se abrían y Cove apareció a mi lado, radiante con una sonrisa que no podía ocultar su emoción.

-Hola, soy Cove -dijo Cove, extendiendo la mano hacia Sasha, que la aceptó con una sonrisa cálida.

-Soy Sasha -respondió la otra niña, mirándonos con curiosidad y entusiasmo.

-Bien, chicas, espero que paséis un día maravilloso -nos dijo Anna, mientras me entregaba una mochila con dinero para las niñas. Observé cómo las dos se reían juntas, el vínculo entre ellas ya parecía natural.

-Vamos -les dije, abriendo la puerta del coche para que entraran. Mientras las niñas se acomodaban, escuché a Sasha saludar a Julián.

-Gracias de verdad por cuidar a las niñas -dijo Anna dirigiéndome a Julián.

-No hay problema -respondió Julián con una sonrisa. Me fascinaban los niños; aunque nunca tuve un hermano para jugar, Cove era como una hermanita para mí.

-Bueno, tenemos que irnos -susurre. Me subí al coche nuevamente, que estaba cálido en comparación con el frío exterior.

-¿Están listas? -preguntó Julián, mirando por el espejo retrovisor con una sonrisa.

-Vamos -respondí, aliviada de finalmente salir.

Llegamos al piso de Julián, y las niñas se llevaban genial. Reían juntas de algo que Julián les había contado. Susy y Erick estaban allí para ayudarnos a mantener a las chicas entretenidas, seguro estaban viendo algún programa de esos rialitys que descubrimos que nos gustaban a los cuatro.

-Julián, ¿Dónde dormiremos? -preguntó Sasha, pegada a él y tirando de su camisa.

-Compré una cama inflable -respondió Julián mientras nos dirigíamos hacia la puerta.

Al abrirla, me encontré con una escena inesperada: Susi y Erick estaban en medio de una situación comprometida en el pasillo de entrada. Me lancé instintivamente hacia las niñas para cubrirles los ojos. Julián frunció el ceño y apretó la mandíbula con evidente enojo.

El Misterio De Un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora