La fiesta ya había subida de nivel ya hace un buen rato, ya eran pasadas las dos de la mañana. No recordaba muy bien cuántas cervezas me había bebido, pero bailaba sin parar, sintiendo cómo la música me atravesaba y me hacía olvidar todo lo demás. Horas antes, me topé con Susi, y ahora bailábamos felices en el centro de la pista, envueltas en risas y movimientos desinhibidos. Nunca me había sentido tan libre y viva como en esos momentos.
Julián y Erick nos observaban desde una esquina. Susy había mencionado en algún punto de la noche que Erick le parecía muy guapo, y desde entonces, había estado lanzándole miradas furtivas.
Había perdido completamente la cuenta de cuánto alcohol había consumido. Todo estaba envuelto en una neblina placentera que me mantenía flotando, lejos de cualquier preocupación.
Cuando me acerqué, torpemente, con Susy colgada de mi brazo, noté la expresión preocupada de Julián. Su mirada se encontró con la mía, y aunque su ceño estaba fruncido, sus ojos mostraban una mezcla de diversión y preocupación.
-Hola, chicos -dije, dejándome caer sobre Julián, quien me atrapó de inmediato, rodeándome con sus brazos firmes para evitar que cayera al suelo.
-Joder, cuánto has tomado -dijo con un suspiro, mientras me giraba lentamente hasta quedar con mi pecho pegado al suyo.
Me eché a reír, sintiendo cómo su agarre se hacía más fuerte.
-Solo tres o cuatro... -respondí, mirándolo con una sonrisa pícara mientras le picaba la mejilla con un dedo-. La verdad es que no me acuerdo.
Julián abrió mucho los ojos, compartiendo una mirada con Erick, quien ahora estaba ocupado sosteniendo a Susy, que se tambaleaba peligrosamente.
-Mierda -murmuró Julián por lo bajo antes de tomarme de las piernas y colocarme sobre su hombro como si no pesara nada.
Mi risa se intensificó, mezclada con el vértigo de ser levantada de esa manera. Al levantar la cabeza, vi la cara de horror de Erick al ver a Susy.
-Ya te vas -escuché que Susy decía entre suspiros lastimeros, mientras Erick luchaba por mantenerla en pie.
Julián asintió, y al girar la cabeza, vi que Erick nos seguía con Susy al lado, sosteniéndola para que no se desplomara en el suelo.
-Espérame -le dijo a Julián, acelerando el paso. Pero Julián no se detuvo en ningún momento.
Llegamos afuera del lugar, y el aire fresco de la madrugada me golpeó, causando un escalofrío que me recorrió toda la espalda, erizando mi piel.
-¿Dónde vamos, Julián? -pregunté entre risas, mientras Susy, pegada al costado de Julián, seguía animada.
-A mi departamento -respondió Julián, abriendo la puerta del coche como pudo y dejándome sentada en el asiento del copiloto. Me abrochó el cinturón de seguridad con delicadeza, mientras yo lo miraba con una expresión entre confundida y molesta.
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El Misterio De Un Corazón Roto
Roman pour AdolescentsGrace, la hija de uno de los más prominentes empresarios de Los Ángeles, se ve arrastrada a una glamorosa gala por su padre. Es ahí donde se encuentra con Julián, el hijo del mejor amigo de su padre. Con el paso del tiempo, lo que comenzó como una...