Mírame (Romione)

Parte 18

Mi cabeza está palpitando, a punto de estallar. Cierro los ojos y me doblo, apoyando las manos en mis rodillas temblorosas. Con el agua hasta los tobillos, salpicada de tierra y mugre, tiemblo mientras trato de no caer hacia adelante. Mi cabello, enredado en un enorme nido de rizos encrespados, absorbe el agua como una esponja voraz. El peso de los rizos mojados es demasiado y mi cabeza cae hacia adelante; me siento tan débil como el cabello que se aferra a mis hombros, pero no hay nada que me sostenga y siento que me desplomo bajo el peso de todo. La realidad de lo que pasó hace solo unas horas, y el horror de lo que casi pudo haber pasado, sigue asaltándome; cada respiración, cada pequeño movimiento que trato de hacer, está secuestrado. Lucho por recuperar algo de control, pero nunca me he sentido tan completamente indefensa.

XXXXX

Sentado en el pasillo con la espalda contra la puerta del baño, aprieto y aflojo los puños, luchando con cada fibra de mi cordura para no desquitarme, golpear una pared y salir corriendo, cazar a todos y cada uno de los Mortífagos y matarlos con mis propias manos. También tengo que luchar contra el impulso de irrumpir en ese baño y obligar a Hermione a dejarme ayudarla. El deseo de moverme, de hacer algo, es tan fuerte que casi me está matando.

Pienso en Hermione y en lo cerca que estuvo de morir hoy, en Dobby, ya muerto y enterrado en el suelo fuera de la Cabaña de la Concha. Si no fuera por él, todos estaríamos muertos... Tanta muerte y tantas veces que podríamos haber mordido el polvo; el pensamiento me hace sentir agradecido, pero al mismo tiempo enfurecido. La tristeza se arrastra desde lo más profundo de mí y forma un nudo en mi garganta. Pero lo trago rápidamente antes de que tenga la oportunidad de ahogarme. La ira la puedo manejar. El miedo me ha hecho estar atento, pero vigilante. Pero la tristeza, si dejo que entre, me consumirá, y sería inútil.

Solo quiero que esto termine ya.

Trato de concentrarme en el sonido de la ducha a través de la puerta, pero aún puedo escuchar los gritos de Hermione mientras la maldecían; sus gritos desesperados me consumen. El terror que sentí en ese sótano resurge en mí; es como si estuviera ocurriendo de nuevo. El miedo residual que queda de ese momento me mantiene en tensión, inquieto. Inquieto.

Paso mis manos por mi cabello enredado para no clavar mis uñas en las palmas, pero hay un dolor punzante, y cuando miro mis manos están sucias de tierra y arena; mi piel está desgarrada, los nudillos en carne viva de golpear desesperadamente con mis puños las paredes de piedra dentadas de ese sótano, tratando de abrirme camino a golpes para llegar a Hermione. A pesar del dolor, aprieto los puños y los presiono contra mis oídos, tratando de ahogar sus gritos agudos y súplicas para que paren; luego los llevo a mi boca, silenciando la furia que quiere escapar en un grito.

XXXXX

Apoyo mi cabeza contra la pared de azulejos blancos. Mi dedo traza la cicatriz aún tierna que me dejó Bellatrix como regalo de despedida, una cicatriz que tendré el resto de mi vida, ya que ni siquiera Fleur pudo encontrar una forma de deshacerse de ella. La magia oscura, dice, es casi imposible de borrar. Me aferro al "casi"...

Aprieto los ojos, pero nuevas lágrimas escapan mientras me agarro el cuello, como si cubrir la cicatriz la hiciera desaparecer. Pero incluso si lo hiciera, el recuerdo del afilado puñal presionado y abriendo mi piel, la sensación de mi propia sangre goteando por mi cuello, y el terror que sentí en ese momento nunca desaparecerán. Mi cuerpo ya no puede sostenerme y me deslizo para sentarme de golpe, apoyando todo mi lado derecho contra la pared, sollozando incontrolablemente.

Un golpe fuerte me saca de mi espiral descendente. Me siento erguida, abrazando mis piernas dobladas cerca de mi pecho.

–¡Hermione!–

La voz de Ron retumba a través de la puerta. Trato de hablar, pero las palabras se atascan en mi garganta mientras lucho por respirar, y mis dientes castañetean...