Parte 6

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-Lo siento mucho.- digo y me siento con cuidado a su lado.-Fue un accidente, pero no importa. No debería haberlo hecho, no estaba tratando de pervertirte ni nada. No lo sabía...

-¿Ron?

-¿Sí?

-Cállate.

-Hermione, lo siento, pero no puedo cerrarlo.- Me deslizo de la cama hacia el suelo y me arrodillo frente a ella, con cuidado de no acercarme demasiado.-Sé que debe haberse sentido raro, pero no fue a propósito y... solo soy yo. No es gran cosa, ¿verdad?

Ella me mira y su cara está aún más roja, si es que es posible. Ella suelta un gemido y deja caer la cabeza en sus manos, con el pelo cayendo delante de su cara. Se está susurrando algo a sí misma y ahora no sé qué diablos se supone que debo hacer.

Me acerco para tocarle el hombro, pero como no puedo mirarle a la cara, no sé si es una buena idea. Quiero decir, ¿qué pasaría si el pensamiento de mi cara, mi boca, en ella, incluso a través de la ropa, la repeliera hasta el punto de que no puede soportar mi tacto? Ni siquiera me mirará con sangre.

-Oh, Dios.- gime, con la cara todavía en sus manos, lo cual no ayuda en absoluto.

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Se está disculpando como si fuera su culpa, pero ambos sabemos que todo fui yo. Simplemente me quedé allí, sosteniendo su cabeza entre mis piernas, sin importar si fue un accidente o no. Cuando dijo mi nombre y vi su cara, confundido y sorprendido, me sentí muy mal. Aproveché la situación y deje que mis hormonas se aderraran. También recordé algo que hace que esta situación sea diez veces más humillante, por lo que tuve que sentarme lo más rápido posible.

Verás, yo, como muchas mujeres jóvenes de mi edad, ya he llegado a la pubertad. Junto con las hormonas incontrolables y el acné ocasional, las mujeres también tenemos que sufrir durante unos días, una vez al mes, mientras que nuestras entrañas se sienten como si estuvieran siendo rasgadas y estamos comprensiblemente de mal humor por ello. Oh, y también está el detalle de lo que me gusta llamar una "ola carmesí", por así decirlo.

Así que, obviamente, me asustaría porque su boca y su nariz estaban tan cerca de la escena del crimen metafórico. Pero, ¿cómo puedo decirle la verdadera razón sin querer saltar por una ventana? Se disgustará, estoy segura de ello.

-Oh, Dios.- digo en voz alta y lo escucho suspirar de frustración.

-Mírame.-Su voz es firme y no puedo evitar levantar la cabeza y mirarlo. Está arrodillado frente a mí, mirando fijamente y esperando una respuesta.

-Por favor, no te arrepientas.- digo y me meto el pelo detrás de la oreja, evitando mis ojos. -Fue culpa mía. Te empujé hacia abajo y no intenté moverte. Me gustó, pero... Dios mío, esto es tan incómodo.- Me río nerviosamente y me aliso el pelo mientras ajusto mi posición en la cama, cruzo los tobillos y luego los descruzo, sintiéndome examinado bajo su mirada.

-¿En serio? Pero fue solo por un segundo.-dice, mirándome con incredulidad.-¿Te sentiste tan bien solo en un segundo?

Asentí con la asentir. Sacude la cabeza sonriendo y dice.-Infierno sangriento.

-Me lo estás diciendo.- digo con un balanceo de mis ojos y vuelvo a cambiar en mi asiento, el calor y la humedad entre mis piernas se vuelven más cálidos bajo su maldita mirada. También siento que necesito una visita al balote.

-¿Estás bien? Te ves roja-dice y se inclina hacia adelante para metear mi mejilla izquierda en la mano.

-Solo estoy avergonzada, eso es todo.- digo meneando la cabeza.-Mi estómago también se siente un poco apretado.

Mírame (Romione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora