CAPÍTULO XXVII LAS MIL Y UNA NOCHES

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— ¿Te he dicho alguna vez lo sexy que te ves cuando cocinas? —Itzam tomó por sorpresa a Milenka, mientras se encontraba perdida entre ollas, ingredientes y algún que otro libro de cocina.

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí? — preguntó la joven. Por la posición en la que descansaba su cuerpo sobre el marco de la puerta, supo que la había estado observando.

—Bastante tiempo y, aun así, no es suficiente — Su mirada brillo de puro deseo.

Milenka sintió como un ligero calor recorría todo su cuerpo y se agolpaba en su zona más íntima. Renegó del poder que Itzam tenía sobre ella, solo una miraba y la ya tenía ardiendo de deseo por él.

—¿Te gusta lo que ves? — decidió provocarlo y jugar un poco con él.

— Siempre — aseveró con Itzam con voz ronca.

—¿Qué parte es la que más te gusta?

—Todo — no dudo en contestar.

—Oh, vamos, debe haber alguna parte que sea tu favorita — Milenka tomó una de uno de los bowls y comenzó a recorrer parte de su mandíbula y cuello con ella — ¿Será?, ¿aquí o aquí? — aquella fresa fue más allá del escote de su blusa.

Desde lejos pudo notar como Itzam trago grueso.

Con picardía llevó la frita a su boca y la comió de un bocado.

—Mmm, deliciosa — relamió sus labios, seductoramente.

Itzam no era capaz de resistirse a semejantes tentaciones y dio un paso decidido hacia ella.

— ¡No! — lo detuvo de tajo, alcanzó su mano hacia él — Debes disfrutar del espectáculo desde ahí — le ordenó.

— Es una tortura — se quejó él.

— Tendrás que soportar.

El pelinegro regresó a su ubicación original y clavó su oscura mirada en ella, expectante de cada uno sé sus próximos movimientos.

Ella tomó otra fresa; pero esta vez la hundió en chocolate fundido. Hizo los mismos movimientos; sin embargo, ahora su piel estaba llena de delicioso chocolate. Dulce favorito de Itzam.

—He manchado mi blusa — exclamó ella con fingida Inocencia.

Con actitud traviesa comenzó a retirar la prenda, dejando al descubierto sus pechos, cubiertos solo por el encaje transparente del sostén y sobre los cuales ya chorreaba algunas fotos de chocolate.

Sin apartar la mirada de Itzam, hundió su mano en el chocolate y de manera lenta y sensual, recorrió desde su cuello, bajo a sus senos y los masajeo sin pudor — Es un postre para ti — le dijo sin apartar su mano de ellos.

Pequeños gemidos botaron de sus labios al sentir el roce de sus manos sobre sus sensibles y erguidos pezones.

El ritmo cardíaco de Itzam iba a más rápido que la velocidad de la luz. Sentía el corazón atorado en la garganta, la boca seca y su hombría a punto de estallar.

Dentro de los bolsillos de sus pantalones apretaba las manos con fuerza.

—Sé que quieres mi cuerpo — su mano ahora descendía peligrosamente por su abdomen.

— Deseo todo de ti — gruñó Itzam cuál bestia salvaje. Sus ojos eran ónix líquido a causa de la excitación — Solo quisiera tomarte aquí y ahora.

—¿Podrás seguirme?

— Siempre—aseguró él al borde del precipicio de la lujuria.

—Tu mirada me quema, me hace vibrar — gimió mientras su mano rondaba su zona íntima — y los sentidos de Itzam colapsaron.

AMOR OSCURO (Oscura Inocencia libro 2) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora