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Estas han sido las dos semanas más estresantes de toda mi vida, exámenes parciales, Daniel desaparecido, Emma dios sabe donde, el intendente buscándome, las llaves del Señor Hart buscadas por toda la escuela, y mi teléfono bajo el resguardo del intendente. Patricia está enferma. Tal vez se enfermo de vergüenza, o posiblemente sea resultado de aquella visita a la taquería. Cualquiera que fuese el caso, esta inhabilitada, ni como me pueda ayudar.


Tengo dos manojos de llaves recién duplicadas, la llave que abre la oficina de Hart lleva una marca de color rojo, la que abre la gaveta inferior izquierda, donde dicho sea de paso encontré las diez llaves, esta marcada de color verde. La oficina de Hart ha estado bajo resguardo las dos últimas semanas, te estarás preguntando quién la tiene bajo monitoreo, exacto, el intendente. Le he observado pasar al menos cinco veces mientras todos están en clases, yo le he visto cuidar la puerta entre clases y durante las horas de orientación. Que gracioso, ojalá me orientaran para saber a dónde dirigirme ahora que tengo tantas llaves. Estas podrían abrir diez puertas, las combinaciones, como dije anteriormente, son más de las que puedo calcular, tantas posibilidades y solamente una persona. Incluso si quisiese poner a Patricia a abrir gavetas hasta el fin de los tiempos, no lo haría, no la puedo comprometer, algunos dirían que soy un ladrón por entrar a la oficina del señor Hart sin decir nada, y aun cuando lo fuese porque le he tomado las llaves, no soy un irresponsable, lo sería si inmiscuyese a la pobre Patricia en estos andares.


Creen que son muy cuidadosos y yo muy tonto. No señor, soy más inteligente de lo creen. Ayer mientras el intendente fingía limpiar el cristal aledaño a la oficina de Hart, caminé lentamente hasta la puerta donde se encuentra la oficina de la directora, justo en la entrada hay una maceta con helechos. Ahí dejé caer la llave junto a una nota. Soy tan dramático que he decidido hacer la nota con pedazos de revistas, sé que debí estudiar para el examen, pero debía hacer esto antes de que la situación se saliese aún más de mis manos. Me tomé la molestia de lavar las llaves, por aquello de que revisasen huellas. No les miento, estas personas pueden ser así de extremas. No había ni una sola alma en el pasillo. Y la puerta de la dirección es un punto ciego, porque nadie espera que alguien te golpee en la puerta de la directora o que roben de su oficina. Pobres confiados. He estado tomando nota de las actitudes de intendente, conozco el camino que sigue antes, durante y después de revisar la oficina. Es muy aburrido, debería poner atención, pero creo que esto es más noble que aprender cálculo integral, solo Dios sabe para que usaré eso en mi vida. Me libre de realmente aplicarlo porque entonces estaré en serios aprietos.

Solamente he cometido un error, un simple y sencillo error que me ha costado la seguridad. Los zapatos, los benditos zapatos. Estaban sucios, ensucié el piso, y, como soy un tacaño de lo peor y odio comprar zapatos, además de flojo por no lavarlos, sucedió una pequeña coincidencia. El día en que ensucié los zapatos era viernes, use otros dos pares el sábado y domingo, como estoy acostumbrado a usar esos en el colegio y había olvidado que estaban sucios los reutilicé, dejando polvo dentro de la oficina de Hart y en la salida. Fue entonces cuando él supo que alguien entró a su oficina, no le dio importancia, mandó a llamar al intendente. Pero como todo intendente dedicado o psicótico, dicho sea de paso, el último es nuestro caso, pone atención en los mínimos detalles, esté pudo percatarse de que, en efecto, estos zapatos los había visto con anterioridad, entonces, como rayo de pensamiento, conectó las historias. El único testigo es ahora quien entra a revisar la única oficina que puede llevarle a descubrir los vídeos. Sabe que no logró encontrar lo que buscaba porque Hart le dijo que solamente se abrió la gaveta de las llaves, pero no está seguro.

Ahora ha cambiado el plan. Existe una gran posibilidad de que una de estas llaves, no la roja ni la verde, alguna de las demás, abra el área donde se encuentra los vídeos, pero, para intentar abrir deberé tener más cuidado del que no he tenido. Para acceder debo hacerlo cuando el intendente se encuentre limpiando la ventana de Hart, la directora no debe estar fuera de su oficina y el prefecto, lejos. Esta alineación de planetas sucede los días viernes, a las once de la mañana. Patricia estará aquí para ese día. Esta vez le pediré que no vigile los pasillos, me arriesgaré, creo que lo que debe de hacer por el momento es ir a la sala del intendente a por mi teléfono. La esperaré en el campo de fútbol. Ahora solamente nos queda ponernos a rezar y esperar a que nadie nos vea entrar y salir, pero aun más importante, nos queda esperar a que en primer lugar, Patricia salga con vida de aquella oficina y que además, Daniel este con vida.



Allá vamos nuevamente, Patricia esta ocho kilos más delgada, pero sigue igual de vivaz.

-Bien. Tu vas al cuarto de grabación. Yo con el intendente. Que miedo Gus y si es él quien esta haciendo todo esto- Dice preocupada, creo que es una imprudencia, perderla a ella por un teléfono es una tontería, la única persona que me queda, pero no hay otra opción.

-No te preocupes- respondo con una sonrisa fingida- ya verás que todo saldrá bien- no me lo creo

-Eso no te lo creíste- rayos, me ha visto a los ojos, no sé mentir cuando me ven a los ojos.

-Pues el miedo nos mantendrá vivos, ha darle prisa al mal paso- Dicho esto salimos corriendo a nuestras misiones. Suena el timbre. Hay cambio de salones, nos escondemos en el baño para salir tras el cambio. Ya estamos fuera. Ella va para con el intendente, yo me dirijo a ver a Big Brother. 

Pruebo la primera llave, no es, por supuesto que no sería, es una gran hazaña que fuese este el caso. La segunda, tampoco. Soy un tonto, debí tomarme el tiempo para ver el nombre de la cerradura un día antes y seleccionar las que debían ser para no perder tanto tiempo. De esa marca solamente hay tres llaves, una de ellas, la primera, ya ha sido probada sin resultados satisfactorios. Tercer intento, llave segunda del manojo de tres. No abre, repito, no abre. Esta debe ser.

-¿Gustav? ¿Qué haces ahí?- Esa voz, no puede ser, la reconocería hasta borracho.


Se está poniendo bueno, disculpen la impropiedad, pero es la realidad. Creo que me estoy más que emocionado escribiendo esto. Le he vuelto la vida a mi pobre Gus. 

Seguiré publicando con más asiduidad, espero les guste lo que esta sucediendo, de lo contrario, espero sus comentarios. Muchas Gracias (:


-E

Ese diaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora