Capítulo 13

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No habían tardado ni diez minutos en llegar a Griddy's Doughnuts. Era un lugar donde vendían cafés, helados en vaso, donas, pastelitos, había gran variedad de todo y no quedaba tan lejos de la academia.

—Bueno, aquí es —dijo Cinco abriéndole la puerta del lugar a Victoria.

—Parece de esos lugares donde realizarían robos o tiroteos —murmuró Ocho divertida, entrando a la cafetería con Cinco detrás de ella.

Habían pocas personas en el interior. Una pareja de viejitos en una de las mesas de la ventana, un caballero alimentando a su gatito, dos niños sentados en la barra comiendo pastelitos y una mujer rubia atendiendo el lugar.

—Aquí veníamos algunas veces con los demás a comer donas —comentó Cinco llevándola a la barra—. Muchas veces Klaus vomitaba por comer tantas.

Victoria rio, divertida, mientras tomaba asiento. Miró el pequeño mostrador que había al otro lado de la barra con una gran diversidad de donas bañadas en glaseados de distintos sabores y colores. Colgaba también una pizarra negra donde estaba escrito con tiza la cantidad de cafés que ofrecían.

—Considerando que eres adicto al café este lugar debe ser como el paraíso para ti —dijo Victoria sonriendo.

—No es que sea adicto, Ocho. Me ayuda con mis habilidades —corrigió Cinco entrecerrando sus ojos para ver desde su asiento lo que decía la pizarra.

Victoria imitó su acción y ambos trataron de leer lo que la pizarra decía.

—¿Dice café matte macchiato? —preguntó Victoria, tratando de enfocar bien su vista.

—No, dice café latte macheteado —contestó Cinco, confuso con sus propias palabras.

—¡Mira, ese dice café viernes!

—Dice café viénes, ciega —Cinco rodó sus ojos.

El chico dio un respingo al escuchar la risa de Victoria.

—¡Ese café es perfecto para ti! —dijo Ocho entre risas—. Se llama café carajillo. «Toma este café carajillo».

Cinco negó con la cabeza.

—Eres demasiado infantil.

—Y tú pareces un... —no pudo continuar porque Cinco terminó la frase por ella.

—Un viejo amargado. Sí, lo sé.

Ambos se sonrieron levemente y llegó la mujer para tomarle los pedidos. Ella pidió un té de naranja con una dona de sabor a cereza y Cinco un café negro con una dona con cubierta de sabor a capuccino y manjar.

—Siento que han pasado años de que no salimos de la academia —murmuró Victoria jugando con una servilleta.

Cinco admiró su perfil mientras ella tenía la mirada fija en las bolitas de servilleta que estaba haciendo. El chico relamió sus labios antes de asentir.

—Bueno, con tu llegada no ha sido tan aburrido estar dentro de la academia. Aunque ahora te la pasas practicando con tus poderes —mencionó Cinco rodando sus ojos.

—¿Celoso, Hargreeves? —habló Ocho con burla, aunque sabía que no había nada que envidiarle a ella.

—¿Yo? ¿De ti? Ni en tus mejores sueños, bonit... Tonta.

Victoria esbozó una sonrisa maliciosa y Cinco aceptó que le tocaría soportar las burlas de Ocho.

—¿Me consideras bonita? —preguntó ella dándole un empujoncito en el hombro.

—Que casi te diga bonita no significa que te considere bonita, bueno, lo eres, pero el tema es que no me gustas, ¿entendido?

Ocho parpadeó varias veces, confusa.

𝐌𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐞 - Five HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora