Capítulo 15

1.4K 163 96
                                    

19 de junio de 2005

Había pasado una semana desde la disputa entre Cinco y Victoria. Ninguno de los dos se atrevía a disculparse. Ocho decía que quien debía disculparse era Cinco, pues él la había herido con sus comentarios, mientras que él decía que Victoria debía disculparse por haberse tomado todo tan a pecho.

En conclusión, ambos eran demasiado orgullosos como para disculparse con el otro.

Aquel era día de ensayo de baile. Reginald había decidido ser él quien diese las clases de baile, así los adolescentes tendrían más disciplina y estarían dispuestos a aprender.

—Número Seis y Número Tres, Número Uno y Número Dos —comenzó Reginald, nombrando a las parejas de baile–, Número Cuatro y Número Siete, y finalmente Número Cinco y Número Ocho.

Cinco se encontraba en una esquina del pequeño gimnasio, sentado con sus brazos cruzados y con una expresión de aburrimiento.

El chico miró a Victoria y se levantó en dirección a ella, sonriendo burlonamente cuando la chica retrocedió unos pasos, mirándolo con mala cara.

—¿No se te ha pasado el enojo? —preguntó él llegando a su lado.

—No te has disculpado —dijo Victoria con una mueca.

Reginald dio las indicaciones para que iniciaran con los ensayos. Cinco no dudó antes de tomar a Victoria por la parte baja de su espalda y apegarla suavemente a él. Sus torsos quedaron unidos y sus miradas coincidieron, la de Victoria era una mirada completamente seria, mientras que la mirada de Cinco tenía un brillo burlón.

—Sí sabes bailar, ¿verdad? No quiero que me des pisotones —murmuró él sonriendo.

—Por ser tú te los daría apropósito —dijo Victoria sonriendo falsamente.

Él negó con la cabeza y empezaron a danzar lentamente en el gimnasio, al igual que su hermanos. Victoria rio cuando vio a Luther quejarse por la manera en que Diego tomaba su cintura como si fuese una señorita.

—Esta canción es demasiado romántica —comentó Cinco, tratando de entablar una conversación con ella.

—¿Y? Yo digo que es bonita.

—Claro, olvidaba que eres la señorita romance —dijo burlonamente, rodando sus ojos.

La canción, en cuestión, era «Just the two of us» de Grover Washington, Jr. y Bill Withers. Era una de las canciones que Victoria más escuchaba en su tocadiscos, era su favorita y se sabía cada letra.

—Bueno, ¿y a ti qué? —preguntó ella a la defensiva. Si había algo que odiaba era que se metieran con cosas que ella amaba. Era obvio que lo hacía para burlarse.

—Nada, solo que es chistoso que bailes una canción romántica con alguien que odias.

Ella arrugó su nariz con desagrado. ¿Cómo le explicaba a él que no era precisamente odio lo que estaba sintiendo por él?

—No sé si sea odio, pero sí me caes mal —contestó ella, mirando a Ben bailando con Allison, ambos se sonreían y hablaban de la vida.

Su padre dio instrucciones claras: dar pequeños pasos hacia adelante y hacia atrás en compás para que luego uno de ellos le diese la vuelta al otro sujetándole la mano.

Cinco soltó la cintura de Victoria y tomó su mano para darle una vueltita, pero de pronto Ocho lo tomó por sorpresa al darle ella la vuelta, finalmente dejando la espalda de Cinco contra los pechos de Victoria.

𝐌𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐝𝐢𝐞 - Five HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora